Por el diseño perfecto

“El diseño gráfico es la más difícil entre todas las especialidades de las artes visuales porque no puedes ser tú mismo. Se trata de lograr que una gran masa de personas adquiera o tome un servicio, producto o idea que le mostramos, a diferencia de un pintor, por ejemplo, que se autosatisface en primer lugar cuando realice una obra. Un diseñador gráfico tiene que lograr un consenso, a pura creación técnica, con el cliente, ya sea un individuo, un Estado o un sistema de fe. Se trata de satisfacer esa demanda ajena y aquella que pueda tener el público. Sin embargo, como sucede con el diseño, en general, esta especialidad a veces es subestimada”.

Y Jorge Martell, quien vivió 30 años en Estados Unidos haciendo del diseño su forma de vida, regresó a Cuba para continuar propiciando un mayor estudio y desempeño del diseño en el país. Lleva a la par su formación como  artistas de la plástica y por ello, conoce tan bien los códigos de las artes visuales. Ahora, durante el congreso internacional FORMA 2017, presentó su ponencia Diseño de la participación II, un concepto que desde finales de los años 60 ha desarrollado.

“El especialista no tiene por qué decidir solo los diseños si el usuario del producto o del servicio también puede dar su idea. De esta manera el diseño gráfico puede no ser tan difícil. Por ejemplo, si se va a diseñar la cubierta de un libro de Medicina, el estudiante de esa carrera puede dar su idea. Es un concepto del que tengo muchas experiencias desde finales de los 60 y principios de los 70. Ese sería un verdadero trabajo de equipo entre especialistas y receptores para lograr la perfección del diseño”.

-¿Que define su obra?

-Trato siempre de que mi obra sea funcional. Busqué durante años la mejor definición de diseño. Para mí es toda creación que llene una necesidad humana. Es fundamental, a mi juicio, hacer funcionar sus cualidades esenciales de comunicación y belleza, pero ante todo hacer coincidir criterios entre el creador y el receptor.

“Lo importante es mantener una filosofía de vida que permita ser mejores cada día. En mi caso tomo como punto de partida el Sistema de Stanislasky, manejado por los teatristas.  Todo lo hago desde adentro hacia afuera, las cosas tienen que ser sinceras, aunque se trate de promover la publicidad de un producto o servicio que en lo personal no me interese.

-¿Cómo visualizar más los resultados del trabajo de los diseñadores cubanos? 

-Hay instituciones que tienen esa misión; pero me interesa, en lo personal, desplegar todas las iniciativas posibles  para contribuir a que se conozca el trabajo de los diseñadores cubanos, incluso, entre los propios colegas.

“Soy Presidente de la Sección de Diseño Gráfico de la Asociación de Artistas de la Plástica de la UNEAC y junto con el vicepresidente, Arnulfo Espinosa creamos espacios para visualizar el trabajo de los profesionales del medio. Tenemos el primer martes de cada mes, Porfolio, un encuentro que permite conocer la obra de tres diseñadores. Está  abierto al público y con énfasis para los estudiantes del Instituto Superior de Diseño.

“Hace poco creamos un espacio de emergencia para darle la bienvenida a un diseñador norteamericano, Contacto Casual, y se mantendrá en ocasiones similares.

“Además, tenemos un salón nacional de artes visuales que se llama Team UNEAC, en la galería de arte Teodoro Ramos Blanco, en el Cerro, a una cuadra del Estadio Latinoamericano. Nuestra pretensión es que todos los amantes del béisbol pasen por la galería, antes o después de un juego, eso ya sería un logro.

“Realizo también el encuentro para el Diseño Gourmet porque yo cocino en serio. Allí se añade esa especia desconocida que es el buen diseño para todas los ámbitos de la sociedad”.