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martes, 5 de noviembre de 2024

Martí: fuente de motivación y enseñanza en todos los tiempos

Estará siempre en la educación de los hombres el sentido de un país. Llegue a través de Martí el entendimiento a la preocupación constante por aquellas palabras de Luz y Caballero: “Hombres recogerá quien siembre escuelas”, ha dicho el Dr. Eusebio Leal Spengler…

Redacción Cubahora en Exclusivo 11/02/2020
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Parada Martiana-Plaza de la Revolución
Llegue a través de Martí el entendimiento a la preocupación constante por aquellas palabras de Luz y Caballero: “Hombres recogerá quien siembre escuelas”. (Abel Lescaille Rabell / Cubahora)

Una vez más se le ha pedido al Dr. Eusebio Leal Spengler que reviva desde el conocimiento y la oratoria, siempre intachable y enamorada, a Martí, al más universal de todos los cubanos.

El doctor Leal es un martiano convencido y entiende que cualquier acercamiento al pensamiento del patriota y hombre de gran sensibilidad, que fue José Martí, tiene que empezar por escrudiñar al interior de una vida muy modesta.

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Se trata “de un hogar de niñas, donde el único varón es Pepe. Eso tiene una connotación en esa época, una connotación económica futura para la familia; una expectativa del padre con relación a su destino, para ayudarle; (…)

Hoy, la casa natal nos parece una cosa preciosa, pitada, arreglada, cuidada, pero es una casa de los arrabales, a 50 metros de la muralla, una casa de periferia, una casa en la cual ellos ocupaban en la planta alta un pequeño espacio.

Quiere decir que esa humildad y esa modestia, y esa pobreza, y la fragilidad de la salud del padre y de algunas de las niñas, marcaron un poco el destino de su niñez.

Si bien es la familia el principal eslabón en la educación de los hijos, la escuela es el templo mayor donde el maestro moldea la arcilla de la juventud. Son los maestros de Martí parte esencial en la construcción del sentimiento patrio que desde edades muy tempranas comienza a desbordar en la personalidad de José Julián. Asombra a los maestros la letra perfecta y esa aplicación a todas las asignaturas.

(…) Tanto José Sixto Casado, por ejemplo, que se menciona poco, como el gran maestro Rafael María de Mendive, o el contacto posible allí en el colegio de Prado, con Anselmo Suárez y Romero, y otros profesores de categoría que le dieron un sentido profundamente cubano a su naturaleza. (…)

(…) intelectuales que habían sido discípulos de Félix Varela, habían formado parte de aquella juventud que se había formado bajo la sombra de los grandes maestros del Colegio Seminario San Carlos y San Ambrosio, del propio padre Varela, de Saco, del Monte, que habían tenido la posibilidad de oír hablar de los tiempos gloriosos del Obispo de Espada, que tenían una visión de Cuba ya mucho más ilustrada, que se apartaba de los libros de texto y buscaba ansiosamente en la palabra viva de los viejos maestros la esencia de la cuestión.

A pesar de las marcas que le dejó el presidio en su cuerpo y su alma, “Martí no es un predicador del odio ni de la cizaña; Martí es el hombre inteligente, de formación cristiana que cuando se decide a levantar un movimiento revolucionario intenta apelar a todo con la razón (…) Va a la guerra que considera necesaria después de haberla visto inevitable”.

Era Martí ante todo un ser humano, por lo que darle una condición divina es disminuirlo. Lleva en sí mucho recato la condición de hombre y la condición de cubano, sin exclusión. Martí fue, en su momento, el resumen de la historia de Cuba y el precursor de una etapa que necesariamente vendría luego.

Martí igualmente resaltó que la vida es obra de todos y en tal sentido instó a los seres humanos a actuar de manera consciente y responsable para garantizar la existencia y desarrollo de sus respectivos pueblos y de la humanidad en general.

“Pero mientras haya obra qué hacer, un hombre entero no tiene derecho a reposar.  Preste cada hombre, sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí.” Basta recordar una carta dirigida a su madre, fechada el 15 de mayo de 1894, para entender cómo el mismo concebía su vida.

Por eso el pueblo cubano tiene en Martí la noción del bien. De ahí que todo agravio, toda afrenta a Martí sea insufrible.

“Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas.” Otra frase del Apóstol que nos aleja de la inercia, de la dejadez, ante la cobardía de un grupo de cubanos que han perdido la esencia del ser.

Llegue a través de Martí el entendimiento a la preocupación constante por aquellas palabras de Luz y Caballero: “Hombres recogerá quien siembre escuelas”. Fúndanse el eslabón y el templo como vía expedita a la salvación de las almas pobres. Volver siempre a la educación y a los principios. Quien quiera hacer pueblos, deberá irremediablemente hacer hombres de bien.


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