Las herencias culturales que constituyen y edifican la identidad de un pueblo deben verse reflejadas de manera fehaciente en la Carta Magna del país. Durante casi 60 años, la Revolución Cubana ha situado a la historia como uno de los más importantes referentes para legitimarse como nación.
La doctora en Ciencias Históricas Lissette Jiménez Sánchez, resalta la importancia que adquiere el tratamiento de los procesos culturales y la protección del patrimonio dentro del Proyecto de Constitución, documento que se debate en Cuba hasta el venidero 15 de noviembre:
“En el proyecto la historia y el patrimonio tienen un valor fundamental. En él se aprecia una mirada al patrimonio desde sus dos principales vertientes: su apreciación como herencia, lo que se nos ha legado y también en términos de los valores tangibles, las edificaciones con categorías de protección. Todos ellos son expresión de lo que es la nación, de lo que hoy somos. El proceso que vivimos mantiene entre sus líneas fundamentales la esencia afincada en las raíces históricas y en el patrimonio de nuestro país”.
Según valora el Conservador de la Ciudad de Matanzas, Leonel Pérez Orozco, es este un paso decisivo para salvaguardar la memoria histórica del pueblo cubano y sus valores tangibles e intangibles, ahora con una mayor respaldo jurídico, refrendado en el artículo 95, incisos h, i, j y k.
“Yo pienso que en el caso del patrimonio, tema que nos toca a todos muy cercanamente, esta propuesta de constitución hace un énfasis mucho mayor en él porque, anteriormente, quedaba diluido dentro de la cultura y eso, quizás, le restaba importancia. Ahora, además de exponer los derechos y deberes tanto de los ciudadanos como del Estado cubano sobre la cultura, que es nuestro centro, raíz y la savia que nutre a la Revolución cubana, también está el patrimonio.
“En tiempos en los que se habla con sistematicidad sobre el patrimonio y el sentido de pertenencia, resulta muy novedoso este análisis que nos propone el país”.
Cultura es historia y es también identidad; el reflejo de nuestro hacer, costumbres y tradiciones. Eso se recoge muy bien en el moderno proyecto de la ley de leyes, en cuya transformación el pueblo cubano ha sido protagonista, refiere la también vicepresidenta de la Unión de Historiadores de Cuba, Jiménez Sánchez:
“No podemos olvidar que una de las primeras leyes que firmó el gobierno revolucionario tuvo que ver con la conservación del patrimonio. La participación ciudadana en las transformaciones del texto constitucional, ratifica la voluntad de la Revolución de preservar nuestras raíces históricas y salvaguardar el patrimonio para las actuales y futuras generaciones”.
Como una propuesta moderna, revolucionaria y avanzada califica el también profesor, investigador e historiador matancero el proyecto constitucional que hoy se construye popularmente en Cuba: “Los artículos más discutidos, quizás, son los que se relacionan con el matrimonio entre personas, las relaciones económicas, sobre todo lo que concierne a los cuentapropistas, cuestiones que hoy irrumpen con fuerza en nuestra realidad.
“Los habitantes de la isla participa activamente, tanto en el territorio nacional como en otras geografías del mundo. Una parte de los cubanos plantea aspectos desde un pensamiento actual, del siglo XXI, pero recordemos que en Cuba existe un alto nivel de envejecimiento poblacional y no todos comparten los mismos criterios.
“En esa posibilidad del debate, del diálogo, radica la riqueza de este proceso en el que todos tenemos voz y derechos para alzarla. Considero que la manera en que se está planteando es una de las más aventajadas y modernas del contexto latinoamericano”.
Es este un proceso de reafirmación y confianza, vital para el futuro de la nación cubana, agregó Pérez Orozco. “La Carta Magna es el documento rector más importante de un país. Con las bases de las antiguas constituciones, como la del 40 y la de 1976, y la discusión en la que el pueblo es protagonista, se enriquecerá entonces el texto constitucional. A partir de ello los cubanos estarán mucho más preparados y dispuestos para asumir los nuevos retos del siglo XXI”.
El hecho de que la nueva Constitución cubana incluya un tratamiento más profundo a los procesos y fenómenos culturales, reafirma la importancia de nuestras costumbres, tradiciones y herencias como referentes imprescindibles para los destinos de Cuba.
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