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martes, 19 de noviembre de 2024

¿Estación para la indisciplina?

¡Ni en vacaciones halla uno el merecido descanso!, pudieran sostener muchos ante las múltiples expresiones de insolencia que dañan la salud de la etapa estival...

Igor Guilarte Fong en Exclusivo 15/08/2017
5 comentarios
Playa, pies caminando
Si de gustos veraniegos se trata, en una lista cubana de selecciones favoritas no puede faltar la playa. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Se dice que Cuba es un eterno verano, pero, por tradición, hay una temporada en que se hace más evidente. En julio y agosto el calor está en pleno apogeo, lo que coincide con el receso oficial de las rutinas estudiantiles, y laborales en algunos casos. Niños, jóvenes y padres aprovechan para acceder a opciones conformes al esparcimiento y la renovación de energías, luego de varios meses consagrados a aulas y centros de trabajo. En cualquier lugar de la isla es la época ideal para conocer lugares, hacer amistades o visitar parientes; ir a la playa o al campismo; en general, cultivar la alegría y la fiesta.

Durante este periodo, con vistas a responder a las crecientes y multitudinarias exigencias, autoridades y entidades diversas despliegan importantes recursos y esfuerzos para promover una gama de actividades que supere la del año anterior. Pero además de las ansias de recreación y elevadas temperaturas que caracterizan los meses de veraneo, viene siendo costumbre otra variedad de acaloramiento, incluso mucho más nociva, y que pone en rojo el termómetro social.

Lo que debiera ser un espacio para la expansión sana, se ve contaminado por esa especie de fiebre —en apariencia contagiosa, igual que las gripes usuales en ambos meses— que tiene entre sus síntomas manifiestos el arrebato de ánimo, el desacato al orden y el menosprecio al civismo. ¿Será que las indisciplinas sociales también gustan del verano para andar “pelo suelto y carretera”?

Si de gustos veraniegos se trata, en una lista cubana de selecciones favoritas no puede faltar la playa. Del mismo modo es uno de los sitios donde más se percibe la metamorfosis de la diversión en diversionismo, de la libertad en libertinaje. Es un mar de indisciplinas. Estuches de confituras, jabitas de nailon, cáscaras, latas de cervezas, botellas de ron y otros desperdicios, flotan en el agua junto a los bañistas o dibujan un campo minado en la arena. “Fui con amigos a divertirme en la playa pero regresamos temprano a casa porque no nos gustó el mal ambiente, demasiado churre y tomadera”; refiere la jovencita Lisbeth, tras su primera experiencia en el Festival Rotilla, al norte de Mayabeque.

Aunque el comportamiento inadecuado es bastante cotidiano dentro del transporte público, en estos días se exacerba el despelote a bordo. La degradación llega a tal punto que aun se llega a pensar que los modales salen de vacaciones. “Lo que ocurre en esta guagua, sobre todo en julio y agosto, no tiene perdón de Dios”, se lamenta la obrera Mirtha —no olvidar que muchas personas continúan viajando para cumplir sus deberes productivos— dentro de un ómnibus repleto que lleva desde el centro urbano hasta las playas del este capitalino. “Ya llevo años lidiando con esto, pero al final una nunca llega a acostumbrarse”, añade la gruesa señora que reside en Guanabo y trabaja en La Habana.

La realidad es que algunos vacacionistas —tampoco todos, que es pecado absolutizar— no tienen medida a la hora de dar riendas sueltas a conversaciones cargadas de obscenidades y escandalosas que compiten con la estridente música —si es que cabe el concepto—, expelida por las “cajitas” portátiles de moda. Así no sea la de su preferencia o queden sordos, los demás pasajeros son obligados a semejante consumo (in)cultural.

Unos, luego del chapuzón, suben semidesnudos, descalzos, chorreando agua y arena por todo el vehículo; y pobre de quien no se aparte de su camino. Hay ejemplos peores, de los que van fumando y salpicando a otros con el ron de sus vasos.

Lo que sucede al interior de un bus es la marcha sobre ruedas de lo que ocurre de manera más abierta en el barrio, en la calle.

Otras de las habituales atracciones en el verano criollo son las salidas de ciudad. Entre estas figuran las idas al cine, a Coppelia, y sobre todo a centros nocturnos, conciertos de artistas populares y carnavales (claro está, en aquellas provincias donde coinciden con este lapso de tiempo).

El cubano persigue fanáticamente la música y el baile. Y, por supuesto, luego de destornillarse en esas horas de éxtasis grupal —con “planchaˈo” mediante— gusta de irse al malecón o al parque adoptado con anticipación, para “coger un diez”; en tanto se comparte con el “piquete” o se enamora. Sin embargo, la mayoría de esas “descargas” acontece en la madrugada y con desenfrenos, por lo que acaba “maleando” la tranquilidad del vecindario.

Como si se decretara la apertura oficial de una temporada de caza especial, los trabajadores por cuenta propia se lanzan a la conquista de cualquier baldosa disponible en aquellos lugares de concentración potencial de las presas. Algunos vendedores (y revendedores) de bebidas, alimentos u otros recursos se aprovechan de la elevada demanda y encarecen —como si ya no estuvieran lo suficientemente caros— los precios de la oferta. Ni hablar de los transportistas privados.

Muchos otros rostros tienen las indisciplinas sociales: de quien comete actos vandálicos a bienes colectivos como la telefonía pública, parques o monumentos; de quien maltrata a los abuelos o niega el asiento a una embarazada; de quien se comporta incorrectamente en presencia de niños; de quien deambula sin camisa; de quien, en áreas populosas se inclina por lo vulgar, por lo injustificado. Sin ánimo de sonar catastrofista: la tendencia resulta, ciertamente, preocupante.

Dejamos sin mencionar, por supuesto, otras tantas opciones en las que muchas personas se divierten de lo lindo, sin daños a terceros. Pero en este caso intentamos centrar la atención en una conducta discordante que no está circunscrita a un grupo social específico —aun cuando los jóvenes sean los más notorios— y que de un tiempo a la fecha viene definiendo la agenda del verano nuestro de cada año; lo mismo que la mala calidad define al pan nuestro de cada día.

Es preciso no perder la brújula. Desterrar las manifestaciones de incultura y desidia es esencial en el propósito de darle sentido a estas jornadas veraniegas y no potenciar desventuras que empañen su feliz transcurso. Además de la variedad de ofertas y la disponibilidad en el bolsillo de municiones —parafraseando a Ruperto Marchatrás— para acceder a ellas, el disfrute placentero de la etapa estival pasa por la responsabilidad de todos, que a su vez se alimenta de la conciencia y actitud individuales, del compromiso de saber compartir y comportarse en sociedad.


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Igor Guilarte Fong

"Un periodista que piensa, luego escribe"

Se han publicado 5 comentarios


Jorge
 23/8/17 14:19

Y de la degradacion del entorno cada vez mas sucias las calles, aparecen placeres o casas en mal estado por doquier, aguas albañales, escombro, las personas tiran bolsas de basura donde sea, el agua de los balcones a cualquier hora, si pasan por la Habana vieja es un Oeste de Indisciplinas, lo mismo particulares que brigradas estatales hacen lo que les viene en gana, los tanques de basura reunidos en una calle como si fueran una carabana, y los vecinos tenemos que caminar a veces hasta 5 o 6 cuadras o mas para votar la basura en los tanques, etc......................Los parquesitos llenos de vagos(No trabajan , ni estudian) a las 12 de la noche y mas...esperando para meterse con las personas o robarles y la policia no aparece. Ejemplo de esto es el Parque de Cristo de Tte Rey. En la calle Muralla todo el dia los carros se cogen completamente la poca acera que hay, violando el codigo vial (Ley 109) e impidiendo a las personas transitar por la misma.

carlosvaradero
 15/8/17 16:33

Creo ademàs que ese problema de las indisciplinas, y esa apatia por atacarlas, de ponerles freno, de dejar todo como està...es parte sin dudas de ese estado en que està el cubano hoy en dia, en que todo le da lo mismo porque està seguro que nunca va a suceder nada....y no tienen la màs minima idea de lo peligroso que puede resultar esto en cualquier sociedad, asi ha sucedido con paises como colombia, mèxico, el salvador, donde todo empezò por ser indisciplinas y ahora es una violencia descomunal....a ese punto queremos llegar los cubanos?

Despuès serà demasiado tarde...si es que ya no lo es..

 

cubana
 15/8/17 10:53

Las manifestaciones de indisciplina en La Habana son una asignatura pendiente, la ciudad capital se ha convertido en el lugar donde en muchas partes se hace caso omiso a las normas de convicencia sociales y  humanas necesarias para vivir entre personas civilizadas, en algun momento se tendran que tomar medidas, imponer cuantiosas multas, penalizar con trabajo social a los infractores, pero algo hay que hacer y no solo llamados a concientizar el asunto, algunas personas prefieren sobre todo en esta etapa del año que darse en casa a salir y enfrentar las faltas de respeto que aontecen en algunos lugares de la ciudad. Los jovenes copian lo que ven hacer a sus mayores y el primer jemplo de educacion formal y normas sociales y morales se aprende en casa.

sachiel
 15/8/17 10:34

Pecado era andar sin camisa o pulover por la calle hace unas décadas atras...  Creo que las fuerzas del orden Público y otros agentes de las autoridades comptentes siguen incompletas desde el año 2000, para enfrentar todas estas situaciones exacerbadas y que laceran constantemente a todos; falta tambien verguenza y valentía para enfrentarlas por parte de la ciudadania ( ese no es mi problema, lo mio es llegar a mi casa y ya...), y correciones fuertes en el orden juridico legal que hagan pensar a quien va a cometer intencionalmente o no estas cosas, tres o cuatro veces antes de hacerlo....

carlosvaradero
 15/8/17 10:08

Las indisciplinas en Cuba ya se han convertido en un problema nacional...la falta de educaciòn, de comportamiento en pùblico, las groserias, las malas palabras y el desatino del cubano promedio ha sobrepasado los limites,ya no hay quien le ponga freno...el estado cubano vive ocupado en otras cosas y ha relegado este asunto a un segundo o tercer plano, es como si no importara, de ahi los comentarios negativos de una gran parte de la sociedad cubana acerca de nosotros mismos, con toda razòn.

Es como si fuera parte intrinseca del cubano ser grosero, chabacano, indisciplinado,escandaloso, problematico...muchos querran justificar esas actitudes alegando que "el cubano es asi"....pero desafortunadamente estàn errados, no tiene nada que ver la alegria, el entusiasmo con esas actitudes que dejan mucho que desear.

Es increible como un pueblo que presume de haber  tenido instrucciòn, estudio y demàs, se comporte de esa manera.

Què pais nos espera en el futuro???

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