La serie El Internado daba miedo, terror a quienes lo vieron en su emisión de las 11:00 de la noche, transmitida hace algunos años por la televisión cubana. Era una serie sobre la vida de estudiantes becados en un lugar en medio del bosque, alejado de la civilización y rodeado de misterios.
En el momento en que Rolando Estrada Mogena dijo “… y soy el director del Internado Esteban Gallardo Medina” sonreí, por mi ocurrencia al comparar la escuela del programa televisivo con este centro educacional, que parecía salido de un cuento para niños.
Esta institución también está alejada de la ciudad, en la comunidad La Estrella, intrincado paraje de la Sierra Maestra, perteneciente a la provincia de Granma. Por la lejanía de sus hogares, nueve niños residentes en varios poblados de la región viven allí durante los días de clases.
De forma gratuita el estado cubano les brinda las condiciones necesarias para su desarrollo intelectual y los hace sentir como en casa. Los nueve infantes que viven entre montañas en la escuelita provienen de las comunidades Limoncito, Pinal Arriba, Las Cuarenta y otros poblados intrincados.
Arroyo de la Sierra (Foto: Rafael Martínez Arias)
Edisnel Castillo Guerra produce una ternura inexplicable en sus interlocutores, y es que la responsabilidad evidente de sus ocho años lo hace parecer un hombre en miniatura. Aunque está lejos de casa asegura sentirse bien, porque “la escuela es bonita, traen los niños para dar clases y la comida es rica”.
El pequeño, quien lleva tres años de estudio en el Internado Esteban Gallardo, cuenta en un estricto orden cronológico que después de bañarse espera la comida, luego almuerza…, pero reacciona de forma rápida y se autocorrige “…luego merendamos, nos cepillamos, vemos el noticiero y después a acostarnos”.
Como él, cada uno de los niños y niñas internos es cuidado por una tía, como les llaman ellos a las veladoras de sueño, señoras encargadas de protegerlos y brindarles las comodidades de un hogar.
Bernadis Suárez Liens, una de las “tías” más queridas del Internado, comenta que la tarea de cuidarlos se vuelve muy fácil porque a cada niño lo quiere como a un hijo. Refiere que esa labor es desempeñada por dos mujeres, una por el día y otra en la noche, quienes los ayudan en las actividades cotidianas escolares y en sus horarios de juego.
La ludoteca tecnológica es el aula más visitada en el internado (Fotos: Rafael Martínez Arias)
Los niños que cursan sus estudios en esta escuela rural, situada a más de ocho kilómetros de la cabecera del municipio de Buey Arriba, cuentan con una miniludoteca tecnológica, en la cual disponen de tablets, computadoras y software educativos, tales como el Pa´que te Eduques.
Cada persona debe traer de fábrica un chip que se activa al saber que serán padres, e incluye la sobreprotección. Entonces es en extremo difícil dejar a un niño de seis o siete años de edad irse a la universidad de los infantes… Pensar en quien lo peinará, la hora de la comida, si no le gustan los frijoles o todavía toma la leche en biberón.
Los niños reciben los cuidados médicos necesarios en el internado (Foto: Rafael Martínez Arias)
A veces se necesita mucho valor para dejar ir a crecer como hombres y mujeres de bien a todos esos niños que viven cada día su propia versión del Internado, pero con la seguridad propiciada por el sistema educacional cubano.
A pesar de la lejanía ellos son felices allí porque, como a Edisnel, la escuela les gusta más.
Valia
11/6/18 11:49
Ahhh mi dios, es cierto que las escuelas están lejos y por lo que se ve, están bien cuidados, pero me muero si no le doy un beso y un abrazo a mis niñitos antes de dejarlos en la escuela, y en la noche antes de dormir, esa etapa pasa y ya luego nos perdemos la tierna edad infantil, los cuidados de las madres les hacen tanta falta a esa edad, nada los puede sustituir y lo dice alguien que estuvo internada desde los 11 añitos, y hasta terminar el pre, y créanme, aún después de unos cuantos años, ese vacío me dejó huellas.
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