La partida hacia Perú estaba prevista para las cuatro de la tarde. La mañana agitante. Apenas pudimos dormir la noche anterior por los preparativos. Todos ansiosos… Llevábamos muchos días esperando la salida que al fin se concretaba.
Amaneció y nos vestimos con las mejores galas que teníamos, incluyendo la sobria corbata, a la cual no estamos acostumbrados pero que, sin dudas, resulta elegante. Llegaron las guaguas y partimos hacia la Unidad Central de Colaboración Médica, más conocida por nosotros como UCCM.
Al llegar, el encuentro con algunos compañeros y luego el acto de abanderamiento donde siempre se nos tiene que erizar la piel, sentir que el aire no cabe en el pecho y hacer –por qué no – algún puchero: por los recuerdos, por la familia, por la historia de nuestra Patria y por esos valores que, aunque unos tengan y otros no, a los cubanos realmente nos sobran.
Almorzamos sin muchos deseos y partimos hacia el aeropuerto. Allí, desde la ventanilla del ómnibus, observamos un avión que se acercaba a la terminal. Era un Boeing grisáceo en cuya parte superior podía leerse: Fuerzas Aéreas del Perú; sorpresa saber que seríamos transportados por aquella institución del hermano pueblo.
Antes de abordar el avión, el capitán de la nave quiso tirarnos una foto. Gesto hermoso, a todos agradecimos.
Cercanos a las seis de la tarde despegábamos del José Martí y dos horas después aterrizábamos para recargar combustible en Barranquilla.
Desde la ventanilla se dejaba ver una ciudad hermosa, que me recordó a Polo Montañez y su canción, en la que alude a las ciudades colombianas y dice que una de ellas “es igualita a La Habana”.
Otro despegar exitoso y sobre las 12 arribábamos a tierras peruanas: montañas con cimas blancas primero, luego, luces en perfecto alineado que mostraban una ciudad impresionante desde el aire.
Colaboradores cubanos llegan al aeropuerto en Perú (Foto: Cuenta en Twitter de la Embajada de Cuba en Perú)
Nos recibieron con aplausos. A pesar de la fría madrugada limeña, había calor humano. Siempre educados, corteses, nos transportaron por una ciudad, aunque dormida, hermosa y sobre todo limpia. Llegamos al hotel sobre las dos de la madrugada y a la habitación un rato más tarde.
Médicos cubanos al llegar a Perú (Foto: CubaMinrex)
Fue grato cuando alrededor de las tres y media una persona amable, y cumpliendo todas las medidas de seguridad, tocó nuestra puerta para brindar alimentos.
Personal médico cubano en Perú, a su llegada (Foto: Cuenta en Twitter de la Embajada de Cuba en Perú)
Un buen baño, una cena tardía y un buen sueño fueron suficientes para amanecer con las energías renovadas.
Ivan
14/6/20 22:32
Bienvenidos hermanos cubanos, gracias por esa muestra tan grande de solidaridad y humanidad. Fidel y el Che habita en cada uno de ustedes. Un gran abrazo.
Jhanes
8/6/20 7:44
Han sido los abanderados de esta gesta. Los cubanos todos, los familiares estamos orgullosos de que los principios que hemos defendido, los valores que hemos heredado ocupen el primer lugar en esta lucha de todos, aunque unos (el personal médico) han tenido más protagonismo que otros. Mario es un médico excelente profesional y humano, los peruanos tendrán la preocupación y desvelo de profesionales de primer nivel, juntos Cuba y Perú saldremos adelante.
Angélica
7/6/20 20:30
Que historia tan conmovedora. Fuerza profe
Yirmara Torres
7/6/20 17:43
Oiga... usted seguro que es el padre de Mario Almeida, el estudiante.... eh?? Ya sabemos se dónde le viene la vocación... Cómo tenemos hijos de médicos que son excelentes periodistas. Su hijo es una joyita... Un abrazo grande desde Matanzas.
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