Le conocí primero desde la distancia, a través de las noticias, hasta que llegué a Luanda en el mes de mayo de 2013. Allí comencé a trabajar como intensivista en la terapia del Josina Machel y durante más de dos años viví, en estas tierras, magnifica experiencia. Hace ya varios días que he vuelto al África.
En Angola conocí a un colega, anestesiólogo, uno de esos seres fuera de liga en lo profesional y lo humano a quien todos cariñosamente llamábamos “el Suave”. El apodo se debía a la respuesta que nuestro buen amigo siempre daba ante la casi protocolar pregunta de “¿cómo estás?”. “Ahí, suave”.
El galeno en cuestión llevaba consigo una historia que nos estremecía y, además, nos transportaba al Mozambique de los años ochentas.
Según contaba, su hermano, el Mayor Ulises La Rosa Mesa, resultaba por aquellos días médico personal del presidente mozambiqueño, Samora Machel, y lo había acompañado a una cumbre regional en Zambia. Ya de regreso, el Tupolev 134 en que viajaban se precipitó contra la tierra en un punto de Suráfrica cercano a la frontera de Mozambique.
En la fatídica noche del 19 de octubre de 1986 perdería la vida, junto al mandatario y otros miembros de la delegación, el hermano de mi colega. Otro cubano, el también médico Mayor Enrique Betancourt Nenínger fallecería en el siniestro.
La vida, caprichosa como es, me trajo al propio Mozambique. Mi amigo Nelson –el Suave– con sus historias –no todas tristes–, viajaba junto a mí, quizás sin saberlo, a esta nación bañada por las aguas del majestuoso océano Índico.
***
Salir de la zona de confort que representa la patria no resulta fácil. Detrás de cada partida siempre hay algo que se gana y otras cosas que sin más se pierden o ese riesgo corren cuando el avión toma altura y atrás quedan.
Llegar de nuevo a estos parajes me resulta agradable. El portuñol, esa lengua “genuinamente nuestra”, nos permitirá comunicarnos con los nuevos colegas y amigos, que entrarán de lleno con nosotros en la siempre apasionante aventura de la comprensión mutua, o el intento.
La malaria opacada por la Covid-19, tal cual describiera un colega recientemente, será el plato fuerte de nuestro día a día como profesionales de la salud.
Una de las mayores sorpresas que me he llevado en el reencuentro con el África nuestra es que aquí, en Mozambique, se maneja por la senda izquierda, lo cual aún no consigo asimilar. Habitualmente tengo mis “problemas” con las direcciones y esta parece ser una “sutil” estocada para mi maltratado sistema de orientación.
La arquitectura es una asignatura pendiente que me fascina. Resulta mágico avistar –primero desde el avión y ahora desde la ventana de mi cuarto– la majestuosidad del mayor puente colgante del continente, que une las márgenes sur y norte de la bahía de Maputo.
Con unos 180 km de carretera y otros puentes de menor tamaño, se conecta esta capital con el distrito sureño de Catembe y el enclave turístico de Punta de Oro, próximo a la frontera sudafricana. El importante vial logra unir la ciudad de El cabo, en el extremo sur de esta inmensa madre patria, con el norte del África, atravesando toda la nación mozambiqueña.
Pasado y presente se entrelazan todo el tiempo. La historia de nuestras naciones está ligada desde hace siglos. Cada viajero tendrá su percepción sobre el pedazo de realidad que vive, describiéndole de manera muy particular. Yo también ajusto mis dedos al teclado de la vieja laptop para intentar transmitirles las peripecias de esta muy humana aventura.
Por último, confieso que jamás imaginé cumplir mis 24 años de matrimonio contemplando las aguas del Índico. Está ocurriendo. Y lo mejor de todo es que me acompañan en esa contemplación inquieta los ojos precisos, los exactos… Esta vez nos las arreglamos para venir juntos a salvar y amar.
Daer
13/4/21 2:44
Muchas gracias Gabo por volver los andares sobre el teclado. Ya se nos ha hecho habitual tu manera elocuente y sencilla de describir todo a tu paso. Felicidades por tu boda de plata aunque te parezca de platino. Un abrazo desde Doha.
Jhanes
12/4/21 13:27
Africa... tan lejana y tan cerca... tan nuestra o somos nosotros quienes le pertenecemos a ella, hijos al fin. Felicidades por el aniversario, qué bueno que están juntos enfrentando esta nueva lucha. Nuestros médicos cubanos llevando su humanismo y profesionalidad por el mundo.
Maria torres de bastante
11/4/21 8:33
Felicitaciones.doctor por sus 24 años de casados y estar juntos combatiendo enfermedades en lugares tan lejanos Debe ser hermoso estar en el Africa Les deseo todo lo mejor
Mario hector almeida
12/4/21 4:37
Muchas gracias.
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