Hace muchos años los españoles colonizaron a Cuba, vinieron en barcos con nombres de mujer, y a fuerza de latigazos y opresión nos implantaron su cultura, su Dios, sus palabras…
Pero la Isla se sacudió poco a poco, creó una identidad y comenzamos a llamarnos cubanos, con toda la mezcla que eso representa.
Sin embargo, más de 500 años después, los españoles han vuelto, sutiles, en pequeñas naves que a veces también tienen nombre de mujer: USB Mary, USB Carmen…
Y resulta que tras esta nueva colonización “consensuada” a través de series, películas y todos los audiovisuales posibles, nos hemos vuelto “súper pijos” (creídos, arrogantes, engreídos) y la mayoría quieren ser cultos como los españoles (este último sintagma léase por favor arrastrando la z).
Incluso, ya se ha vuelto muy normal que en la casa no entiendan expresiones como “chupiway”, “que guapo ese vestido”, “como mola esa moto, tía”, “tengo un problema mazo gordo”, o las ampliamente popularizadas palabras “churri” y “cari”, frases de cariño; pues quienes pasan los ta´ deben creer que los jóvenes hablan un nuevo dialecto.
Hasta los nombres propios incluyen artículos en el habla popular: la Daya, el Chucho… la Lore.
Como si fuera poco, también queremos incorporar su acento (aunque eso tiene cierta lógica, si vamos a hacer algo, pues que esté bien hecho), y arrastramos la zeta.
Hace pocos días escuché un puesto de trabajo inventado por una amiga, a propósito de los nuevos términos, y del cual me declaré inmediatamente partidaria “directora de asuntos ways”, no me pueden negar que suena tentador atender cuestiones divertidas, y con tantas palabritas así cualquiera se contagia.
Pero, ¿por qué insistimos en asumir rasgos de otras culturas si la nuestra es tan rica y hace siglos ya está españolizada?
Por favor! Nuestro idioma es hermoso, con miles de palabras, y aunque las series españolas, doy fe “molan mazo”, son divertidas, refrescantes y muy a tono con los gustos juveniles, no son un patrón ni el mejor modelo a imitar.
¿Por qué no defendemos nuestro rico acento latino y caribeño? ¿O extendemos mejor esas frases que nos convierten en únicos?
Hablemos español, sí, pero seamos cubanos.
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