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jueves, 7 de noviembre de 2024

¿A quién perjudicó la nacionalización de clubes exclusivos en Cuba?

La nacionalización de clubes exclusivos en el país fue uno de los primeros pasos para la eliminación de derechos especiales para una minoría acaudalada...

Dunia Torres González en Exclusivo 16/05/2019
4 comentarios
Habana Yacht Club
Cada día son menos creíbles las mentiras de Estados Unidos sobre el “capitalismo glorioso”. (Pinterest)

La Ley 270 del 16 de mayo de 1961 declaró el uso público de las costas y las playas de Cuba. En ella se definía como costa a una faja de 100 metros de ancho a todo lo largo del litoral. Comenzó, de esta forma, la nacionalización de clubes exclusivos y fue un paso esencial en contra de toda discriminación racial y social en el país.

A inicios de la década del 50 era común entrar en Miramar, una de las zonas residenciales de la capital, y encontrarse con un representante de la policía privada, que tenía entre sus funciones identificar a cualquier negro, los que generalmente frecuentaban este lugar por estar laborando como domésticos en una de esas mansiones, en las que vivían, antes del 1959, las personas de “clase alta”.

La cercanía de esas residencias al litoral permitió la existencia de numerosos balnearios, clubes de yates y clubes sociales a los que solo tenían acceso los sectores más adinerados.

Pertenecer a uno o varios de estos clubes “era una forma de legitimarse dentro de la sociedad. Su membresía era un grupo selecto y exclusivo. Los asociados se subdividían por categorías y cada una de estas trataba de captar, con la mayor amplitud posible, a los sectores sociales para los que estaba concebida la asociación. (…) Podían ser intelectuales, profesionales de alto nivel, atletas de renombre o figuras públicas en general, quienes por su posición destacada enaltecían las listas de socios”, destaca Ciro Bianchi Ross, periodista e investigador de la Cuba republicana (1902-1958).

Por su parte, en el libro Sociedad y cultura del ocio en La Habana del oeste, de los historiadores Félix Julio Alfonso y Patricia Zornoza Suárez, se explica: “El exclusivismo, como política, permitía visualizar a los asociados como portadores de los valores paradigmáticos de la sociedad y, a su vez, la imagen de los asociados se convertía en poderoso factor de atracción para ganar estimación entre los sectores que no podían ser incluidos”.

SOBRE LOS CLUBES NACIONALIZADOS

Entre los clubes nacionalizados se encuentran los hoy Círculos Sociales Obreros (CSO) Félix Elmuza (Club Náutico), el José Ramón Rodríguez (Casino Español de La Habana), el Julio Antonio Mella (Havana Yatch Club), el Gerardo Abreu Fontán (antiguo Círculo Militar y Naval), el José Luis Tassende (Hijas de Galicia), Patricio Lumumba o Casa Central de las FAR (el Miramar Yacht Club), el José Antonio Echeverría (el Vedado Tennis), el Cristino Naranjo (Casino Deportivo) y el Braulio Coroneaux (La Concha). A estos lugares acudían las familias más poderosas de la ciudad para socializar y divertirse. Se accedía a ellos a través del pago de una cuota, luego de una solicitud que debía ser aprobada por la Junta Directiva, práctica que discriminaba a las personas por el color de la piel o por la posición económica de los aspirantes.

Estos clubes-balnearios eran privados y ofertaban opciones de recreación, especialmente de deportes náuticos. Contaban con áreas deportivas, playa, piscina, baños con duchas, taquillas para guardar las prendas personales, servicios sanitarios, cafetería, restaurante, área de juegos de mesa y salones de bailes y de fiestas.

El Havana Yatch Club, que se fundó en 1886 y en 1925 inauguró una nueva sede, obra del arquitecto Rafael Goyeneche, llegó a tener 5 000 abonados, y se vanagloriaban de reunir solo a prestigiosas familias, sin la “tragedia de un gran vacío entre los muy, muy pobres y los muy, muy ricos”.

En reiteradas oportunidades se ha hablado en Cuba de la negativa que recibió el senador Alfredo Hornedo, propietario del entonces Mercado Único de La Habana y de los periódicos Excélsior, El Crisol y El País, al pedir ser admitido como socio en el muy exclusivo Habana Yacht Club, solo por el color de su piel. En venganza, construyó su propio balneario, el Casino Deportivo, pero tampoco permitió la entrada a negros ni mulatos.

Igual ocurrió, y por la misma razón, a Fulgencio Batista, y la decisión no tuvo que ver con su historia represiva; finalmente lo admitió el Club Habana. El dictador, agradecido, le obsequió una gigantesca marina “que valía más que todas las propiedades del Biltmore juntas”, según palabras de Bianchi.

La fundación, por acuerdo de 62 socios, del Miramar Yacht Club ocurrió el 10 de diciembre de 1926 “y eligieron a Miguel Mariano Gómez, entonces alcalde de La Habana, para presidir su mesa directiva (…). En sus inicios se propuso ser un nuevo club náutico modesto y sencillo, concebido para las clases medias y profesionales, equilibrio o punto medio entre el Habana Yacht Club y el Vedado Tennis. En 1929 sus propiedades y activos eran muy inferiores a los del Vedado Tennis. En la década de 1950, sin embargo, el monto de sus propiedades se equiparaba a las de esa sociedad y eran superiores a las declaradas por el Habana Yacht Club tres años antes”, explica el destacado investigador cubano.

¿CUESTIÓN DE DERECHO?

En el acto del Primero de Mayo de 1961, en la Plaza Cívica, Fidel analizaba la composición social de los 1100 mercenarios que habían tomado prisioneros en Playa Girón: “800, aproximadamente, eran de familias acomodadas; que entre esos 800, una parte de ellos juntaban propiedades de tierra equivalentes a 27 556 caballerías afectadas por la Revolución; 9 666 casas, 70 industrias, diez centrales azucareros, dos bancos y cinco minas”. Ellos no representaban a los obreros ni a los campesinos, sino que defendían los derechos de los latifundistas.

De los mercenarios de Playa Girón, “200 eran socios de los clubes más exclusivos y aristocráticos de La Habana y de los 200 restantes —hasta llegar a 1 000— 135 eran exmilitares del ejército de Batista, y el resto, 65, eran lumpen o gente desclasada”, explicó Fidel.

En esta misma plaza habló de las razones por las que en Cuba se tomaron medidas tan radicales como la nacionalización de clubes exclusivos, en contraposición con las políticas disgregadoras capitalistas sobre la libre empresa. En esa ocasión Fidel cuestionó si se podía hablar de libre empresa a “(…) medio millón de desempleados, un millón y medio de analfabetos, un país donde había medio millón de niños sin escuelas; además, un país donde había que hacer colas para ir a los hospitales y además buscar la palanca de un politiquero cualquiera a cambio de tener que darle la cédula electoral”.

“(…) niños hambrientos y descalzos, limosneros por las calles, bañándose en El Morro o bañándose ahí junto a las aguas de los vertederos, porque no tenían chance de ir a una playa, porque las playas estaban cercadas, las playas eran para los particulares, las playas eran para los aristócratas, las playas eran para los afortunados, privilegiados, usufructuarios de la libre empresa”, explicó a la multitud ese Primero de Mayo Fidel. Esa era la realidad de Cuba antes del triunfo de la Revolución.

Pero esa historia debía cambiar. El artículo 43 de la Constitución de la República de Cuba de 1976 estipulaba: “El Estado consagra el derecho conquistado por la Revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra lesiva a la dignidad humana: (…) disfruten de los mismos balnearios, playas, parques, círculos sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso”. Mientras, la Carta Magna, proclamada el 10 de abril de 2019, lo dejaba mucho más claro en su Título V: “Todas tienen derecho a disfrutar de los mismos espacios públicos y establecimientos de servicios” y “la violación del principio de igualdad está proscrita y es sancionada por la ley”.

Cada día son menos creíbles las mentiras de Estados Unidos sobre el “capitalismo glorioso”. Cuba ha demostrado su derecho a ser dueña de sus bienes materiales. La nacionalización de clubes exclusivos no perjudicó a ningún obrero ni a ningún campesino. Solo alguien sin sano juicio podría, luego de casi 60 años, ampararse en el Título III de la Helms-Burton, no aplicable en la Isla ni con sustento legal, para exigir un derecho sobre propiedades que solo pertenecen a los cubanos.

Recientemente, en el marco de la Feria Internacional de Turismo, FITCuba 2019, se defendió el derecho sobre esos clubes que solo acentuaban las diferencias sociales en Cuba. Se debatieron los planes de inversión turística en La Habana. El director general de desarrollo del Ministerio del Turismo (Mintur), José Daniel Alonso, explicó que hay una especial atención en los hoy Círculos Sociales Obreros para mejorar las condiciones constructivas con potenciales inversionistas extranjeros. Hasta la fecha, puntualizó, “existe una licitación para el centro Julio A. Mella donde compañías como Marriott y Four Season aspiran a ofertar un producto de primer mundo”. Estas alianzas resultarían beneficiosas para las empresas foráneas y significarían un nuevo aporte a la economía del país.

Estados Unidos, con sus constantes ataques contra Cuba, pretende someter al servilismo a un país que ha demostrado con creces que no baja la cabeza ante los obstáculos y que continuará forjando los destinos de su nación...


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Dunia Torres González

Periodista

Se han publicado 4 comentarios


dARKO
 27/6/19 14:50

tengo dos preguntas para la autora de este escrito. Seguirán los obreros disfrutando de estas instalaciones después que hagan su inversión las empresas extranjeras? y Según el Artículo mencionado aquí de nuestra constitución de 1976; fue ilegal e inconstitucional prohibirle la entrada a nuestros hoteles durante 15 años al pueblo cubano?

Laura
 28/6/19 12:14

Estimado Darko. Cubahora es una revista no una bola de crital. Por lo que yo sé, un hotel hoy es inversión etranjera y los cubanos que tienen dinero la pagan y no le prohíben entrar. En la ley de inversión extranjera no se niega a los cubanos aunque es verdad que los de cuba no tienen cómo invertir. En cuanto a si algo que pasó fue justo o injusto, la historia demuestra que nadie es santo, todos tomamos decisiones correctas e incorrectas, pero también hay que colocarlas en su contexto. 

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vangelys
 16/5/19 14:49

Dunia lamentablemente parte de esos centros hoy en dias estan en niveles de deterioro....increible.....por ejemplo ¨Vedado tenis¨, ¨Julio Antonio Mella¨etc......se fueron perdiendo las instalaciones.....que para el disfrutede nuestro pueblo.....estan muchas en condiciones tristes...por otra parte existen otras formas de club.....ejemplo ¨Club Habana¨?

Dunia
 17/5/19 8:45

En mi investigación sobre el tema pude apreciar que muchas de estas instalaciones están en muy mal estado constructivo, y reflexioné sobre el asunto, es triste que haya ocurrido. En lo que sí estoy plenamente de acuerdo es que no deben existir estas exclusividades en el país. Los cubanos debemos aprender a cuidar lo que es de todos y el Gobierno debe incluir estos sitios en su plan de inversión. Lo cierto es que son potencialmente rentables. Gracias por comentar.

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