El dueño de siete almendrones prehistóricos no clasificaría como gran o mediano empresario en ningún lugar del mundo, pero se convierte en «el millonario» de un municipio habanero cuyas historias circulan más rápido que sus taxis. Tampoco compite el propietario de un par de hostales con una veintena de habitaciones, ni la paladar mejor establecida, ni una cadena de distribución de pizzas con una decena de motos.
¿Por qué recela la gente entonces ante semejante capital? ¿Por qué el tema de la concentración de la riqueza y la propiedad emerge en los debates? Aflora lo mismo en un parque de controversias beisboleras, que en una reunión sindical, en un mercado agropecuario cuyos precios suben, en recintos universitarios y entre los diputados, que respaldaron en junio, en sesión de la Asamblea Nacional, los documentos programáticos del proceso de transformaciones que ha desencadenado esta inquietud.
¿Tiende a concentrarse en Cuba la riqueza en pocas manos? La frecuencia con que asoma la preocupación pudiera ser, más que un evidencia palmaria de concentración ya, un síntoma de las imprecisiones y dudas sociales que acompañan a los cambios en materia de propiedad, o una señal también de que la gente atisba, al menos, condiciones que propiciarían esa amenaza.
Aunque toma cuerpo ahora el temor a que los negocios privados alcancen un tamaño pernicioso para el modelo socialista –nocivo para el desarrollo incluso, en otros países de la región–, esas empresas entraron en escena desde hace varios años. La actualización del modelo económico les abrió las puertas, pero con formatos y denominaciones francamente ambiguos.
Bajo el manto legal del trabajo por cuenta propia conviven negocios de calado financiero, estructura económica e intereses clasistas muy dispares. El dato estadístico de más de medio millón de cuentapropistas acoge productores y vendedores individuales tan humildes como un vendedor de maní, junto con propietarios de medios de producción dispuestos a explotar fuerza de trabajo ajena.
El tercer grupo, los asalariados que contrata el negociante privado, comparte escenario con quienes les pagan, pero con intereses diferentes, que pueden llegar a ser opuestos, por más que los agrupe el conteo estadístico y, parcialmente, la norma legal.
Las dos actividades por cuenta propia con más personas registradas, la elaboración y venta de alimentos (59 368) y el transporte de carga y de pasajeros
(54 663), suman entre ambas menos que los 132 395 trabajadores contratados por dueños de negocios, según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social en enero del 2017. Son tan asalariados como los trabajadores de una entidad estatal, aunque sujetos a reglas laborales diferentes.
El lenguaje de moda agrava las imprecisiones, pues ganan terreno en algunos medios términos vagos para las personas con negocios propios. Vocablos como empresarios parecen sonar mal para algunos.
Los «ilógicos eufemismos para esconder la realidad» los criticó Raúl en el 7mo. Congreso del Partido, que en abril del 2016 aprobó los primeros documentos oficiales que reconocen explícitamente la empresa privada en el socialismo cubano.
La imprecisión de límites o de tamaño de capital de esas entidades ahonda la duda o desconfianza social, tanto como la indefinición legal en que todavía se mueven las nuevas iniciativas económicas no estatales. El propio Primer Secretario advertía en ese Congreso de «medianas, pequeñas y microempresas privadas que hoy funcionan sin la debida personalidad jurídica y se rigen ante la ley por un marco regulatorio diseñado para las personas naturales dedicadas a pequeños negocios que se realizan por el trabajador y su familia».
A falta de una Ley de Empresas que reconozca a las formas privadas en plano de igualdad con las estatales y las cooperativas, estos actores de la economía solo han contado con el soporte legal mínimo de algunos artículos de la Ley Tributaria y del Código de Trabajo, para contratar fuerza de trabajo ajena, y de resoluciones para cuentapropistas.
Pero no bastaría la nueva legislación de empresas, si en el contexto económico, comercial y monetario persistieran desequilibrios estructurales como la dualidad de monedas y de tasas de cambio y las imperfecciones del sistema de precios. Estas deformaciones favorecen en unos casos a las empresas estatales –mercado mayorista, inversiones extranjeras, bancos, protección laboral de sus trabajadores– y en otros a las formas no estatales de producción y servicios –oferta salarial, flexibilidad para ejecutar gastos de producción y contratar personal, remesas como capital para inversiones, autonomía ante la clientela–.
De las diferencias de ingresos del trabajo entre uno y otro bando se derivan desigualdades sociales que sobredimensionan la magnitud real de la riqueza del negocio privado hoy. La capacidad de este último para demostrar si traerá daño o ventura a toda la sociedad permanece pendiente. Antes tiene que reordenarse el escenario económico y encarrilarse, sobre todo, las industrias que soportan el verdadero desarrollo del país, estatales la mayoría.
Roge
4/8/17 14:43
Es un proceder bastante hipócrita éste lleva y trae con el sector privado en mi país, a la vez que es muy fácil juzgarlo, criticarlo y demonizarlo ya que este sector no contó en sus inicios con el amparo jurídico adecuado para regular con efectividad su actividad, además este sector no está cubierto con el manto de impunidad e inmunidad mediática que tienen muchas empresas estatales, plagadas de corrupción y desvíos de recursos, sobre todo aquellas que han sido dirigidas por altos cargos militares, esta hipocresía llega al punto de que es la primera vez que veo a los "periodistas nacionales" tirarse para la calle para entrevistar a los ciudadanos sobre los precios de los transportistas privados en su momento, nunca he visto ese proceder de los medios informativos nuestros ante tantos y tantos problemas de corrupción y faltas de respeto al pueblo que existen en las entidades estatales y de servicios, eso sí, ocultan bien o dan poca información sobre los casos de corrupción, fraudes y desvíos de recursos para que el pueblo siga engañado como siempre aunque luego se filtren y la gente se entere por vías no oficiales. Concuerdo en que hay que poner orden y ley en todos los sectores de la sociedad nuestra, pero se observa mucha baba y muela vacía, incluso el propio presidente y la asamblea se han referido al tema de corrupción e ilegalidades sin hablar con profundidad sobre este tema en el sector empresarial estatal donde comparativamente han ocurrido los mayores y más escandalosos actos de corrupción e ilegalidades y lo peor, proceder así es hacer Revolución ya que de esta forma no le damos armas al “enemigo”.
senelio ceballos
16/7/17 4:45
para luis e hdez.....YO NO SABIA ESA FRASE...cadena de corrupciones..QUE ES ESO?...COMO SE COME ESO?..podrias explicarte?
luis e hdez
14/7/17 13:52
El caso de cuba no es la cantidads de millones que posee un empresario cuenta propista si no que detrås de esos nuevos ricos siempre hay una cadena de corrupción, desde las piezas de repuesto, el combustible hasta la adquisición de los abastecimientos de alimentos y bebidas,etc, no hay que ser ingenuos para saber que compran a inspectores y no se sabe a quien mås.
vox ppCARLITOS
28/9/17 9:41
como dice senelio, explicate, por que en realidad ni tú sabes que es eso......
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