Desde Topes de Collantes, a unos 800 metros sobre el nivel del mar, la «Vuelta» es una liga que se va estirando desde que los ciclistas comenzaron la escalada, allá abajo, cerca de la mítica villa de Trinidad.
Mientras más suben, más loma ven. Y cuando llegan a lo que parece el fin, empieza un precipicio por el que tienen que lanzarse. Y después otra elevación, y una curva, y la Curva del Muerto, que le eriza los pelos a cualquiera de escuchar solo el nombre.
El sol, como un aficionado más, se acerca todo lo que puede a los atletas, tanto se les pega que los abrasa. Y ellos piensan que cuando lleguen a Topes de Collantes los esperará el microclima de siempre. Pero este martes fue la excepción, la misma temperatura de abajo estaba arriba.
«Quien no suba a Topes, no sabe lo que es el Clásico», me dice un trinitario que se levantó temprano, se montó en un camión y subió hasta la mitad de la cuesta para disfrutar desde allí el ascenso de los corredores, después que estos estuvieron toda la mañana pedaleando desde la ciudad de Ciego de Ávila.
Como él, varios llenan pomos de agua en un chorro natural que hay en la casa de Juana (una conocida moradora), para refrescar a los muchachos loma arriba. Esa agua, tanto la que beben como la que les empapa la ropa, es como si fuera bendita para los ciclistas, que al mediodía solo les va quedando coraje para empujar los pedales.
«Te queda menos», «sigue así». Son gritos que los corredores apenas oyen. A esas alturas —de tiempo y de distancia—, ya ni escuchan el ulular de la sirena de las patrullas. Solo quieren ver el cartelón que anuncia la llegada a la meta.
Si bella es la imagen de la naturaleza que los aguarda al final de la etapa, no menos lo es la que iban dejando atrás mientras subían: el paisaje costero. En la loma, cerca de la carretera, a las esbeltas palmas las acompañan frondosos plantones de bambú (que por estos lares se llaman cañabravas).
Pero de esas vistas disfrutaron poco los ciclistas. Estaban tan concentrados en arribar que no tenían ojos para otra cosa que no fuera la próxima curva, porque el vial, afortunadamente, estaba en mejores condiciones que años anteriores.
La séptima etapa fue otro duelo entre José Mojica y Vicente Sanabria. Nadie duda que ellos sean los mejores escaladores de este giro, pero había expectativas porque el local Joel Solenzal podía dar el «batazo» en casa. Estuvo cerca, pero le faltó un poquito para desplazar del podio al santiaguero Pedro Portuondo, otro que está rodando bien.
Al final, Mojica se «salió con la suya»: ganó la etapa y pasó a encabezar el ranking de la competencia, pero tiene soplándole en la nuca a Sanabria, a 34 segundos.
Uno dice que con el resultado de Topes ya el Clásico está casi decidido; el rival, que de eso nada, que hasta el Capitolio no habrá bandera blanca. Y otros, a la caza de ambos, esperan para dar un «zarpazo» en la carretera y seguir acortando diferencias.
REMATE EN LA META
Quizá en todo lo que queda de Clásico ciclístico no se repita una escena como la del miércoles en Santa Clara, en la misma raya de sentencia, cuando un atleta levantó los brazos en señal de victoria, otro vino por detrás y lo remató, ante la euforia de la concurrencia, que varias horas después todavía comentaba el suceso.
Al santiaguero Pedro Portuondo no se le va a olvidar nunca el parque Vidal de esta ciudad, como tampoco se le borrará de la memoria Sancti Spíritus hace dos años, cuando le robaron la bicicleta. Definitivamente, el centro del país está maldito para él. Ayer, Jans Carlos Arias le aguo la fiesta. Fue un sprint soberbio, espectacular, para la historia. «De leyenda», como dijo alguien sentado en el parque más popular de Santa Clara, a unos metros de donde sucedió el hecho.
Por la mañana, el paseo del Prado cienfueguero, donde mismo la gente venera al mítico Benny Moré, fue escenario de un circuito que tuvo en vilo a los fanáticos durante 15 vueltas, hasta que el matancero Jesús Baragaño se adueñó de la tajada más grande del cake.
Así se vive este giro, un espectáculo que anima los días por los pueblos que atraviesa. Como se demostró este miércoles, no porque haya estado en el techo de la Sierra Maestra y ahora del Escambray, llegó a la cima de las emociones. Todavía falta carretera.
Clasificación general individual hasta la octava etapa
1-José Mojica (ART, 22:50.46 horas) 2 Vicente Sanabria (MTZ, a 34 segundos) 3-Jans Carlos Arias (LTU, a 2.16 minutos) 4-Pedro Portuondo (SCU, a 3.32 min.) 5- Álvaro Soca (ART, a 7.24 min.)
Premio de Montaña
1-Onel Santa Clara (GTM, 20 puntos) 2-Willy González (SCU, 13) 3-Argenis Frómeta (SCU, 9)
Clasificación por equipos
1-Artemisa (67:22.04 horas) 2- Santiago de Cuba (a 16.51 min.) 3- Sancti Spíritus (a 27.35 min.)
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