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lunes, 18 de noviembre de 2024

Al temba le gusta la loma

Vicente Sanabria y José Mojica salieron del anonimato cuando los ciclistas llegaron a los pies de la loma y levantaron los ojos para ver lo que se les venía encima...

Norland Rosendo González en Exclusivo 19/02/2016
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SANTIAGO DE CUBA.- Desde la salida en Guantánamo, los corredores que compiten en el tercer Clásico nacional de ciclismo apenas vieron agua en poquísimos ríos y cuando pasaron cerca del parque Abel Santamaría, en esta ciudad, si es que miraron para ese lado, donde se erige una fuente.

Así, seco, como la tierra que iban dejando atrás, fue el trayecto hasta que comenzaron a subir la cuesta de la Sierra Maestra por donde se llega hasta la Gran Piedra, a más de 1 200 metros sobre el nivel del mar.

Y no fue en los arroyos que se desparraman por los vericuetos de la sierra donde se mojaron. Esos, por esta época, tienen el manantial más seco que la garganta de un ser humano tras pedalear decenas de kilómetros bajo este sol oriental que no tiene clemencia con nadie.

Todo el mundo sabía que hasta Santiago los mejores, los que iban a subir al podio, estarían flotando en el pelotón, dejando que otros se robaran el show de las metas volantes. A fin de cuentas, para ganar la etapa había que tener piernas de hierro y temple de escaladores.

La historia del día empezó, de verdad, cuando los ciclistas llegaron a los pies de la loma y levantaron los ojos para ver lo que se les venía encima. Fue entonces que salieron del anonimato Vicente Sanabria y José Mojica.

Pasaron por la Loma de la Pared, el segmento más difícil, chorreando sudor a cántaros y con el cuerpo pegado al timón al doblar las curvas. Pero ellos iban en su ambiente, pobres de muchos de los que pedaleaban detrás. Parecía que no iban a llegar. Pedían a gritos que recortaran la loma para que la meta estuviera al doblar de la próxima curva.

Sanabria, con 43 años de edad, dio una lección de estoicismo, y hábil como pocos, aprovechó al máximo sus potencialidades, se dosificó bien y cruzó primero por la línea de meta, tras 3.12.56 horas de pedaleo, 35 segundos por delante de Mojica. La Gran Piedra se abrió, majestuosa, a su rueda de conquistador de alturas.

“Estoy muy feliz, ganar esta etapa me estimula para luchar por el Clásico. No importa la edad, cuando uno es disciplinado y entrena, puede hacer cosas grandes”, comentó para Cubahora.

En tercer lugar llegó el santiaguero Pedro Portuondo, a 1.23 minutos, quien también se embulló con este resultado, y anunció sus intenciones de querer subir al podio del Clásico. “El plato fuerte mío es las etapas de contrarreloj, por equipos e individual”, vaticinó el indómito.

Por cierto, Portuondo fue víctima de un hecho lamentable en el Clásico de 2014, cuando le robaron la bicicleta en Sancti Spíritus, en el mejor momento de su actuación en aquel giro.

Cuenta ahora que diez meses después la recuperó. “La tenían en Ciego de Ávila y la habían puesto en venta, pero los ladrones no sabían que ese modelo era único en Cuba. Alguien dio parte a la policía, fue localizada y me la devolvieron. La tengo en mi casa como un talismán, a veces, salgo a dar una vuelta en ella”, rememora.

Pero volvamos al Clásico actual. Este miércoles el trazado contemplaba tres metas volantes, y las tres fueron ganadas por el mismo atleta: Onel Santa Clara. El muchacho de Guantánamo, que sabe que su fuerte no es la loma, se envalentonó en La Maya, Songo y Santiago de Cuba, para pasar a liderar ese acápite con nueve puntos.

Este jueves la camiseta amarilla (la del puntero) la portó Vicente Sanabria (4.32.34 horas). Su escolta más cercano es el artemiseño Mojica (a 39 segundos). Luego se ubican el tunero Jans Carlos Arias (a 1.13 minutos), Portuondo (a 1.29 min.) y el prometedor Álvaro Soca (a 3.28 min.), quien encabeza la clasificación para menores de 23 años.

La tercera etapa es un segmento de 125 kilómetros entre Santiago de Cuba y Bayamo, y no se augura que haya muchos cambios notables entre los líderes del Clásico. Pero es solo un pronóstico, la carretera dirá la última palabra.


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Norland Rosendo González

Vivo de aprender todos los días a contar historias. Ya voy por el prescolar en la escuela de la vida. Me escapo del mundo para ver un juego de béisbol.


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