I
21 de mayo, en Madrid. Mientras se producía una manifestación de militantes extremistas, convocados por el grupo derechista Hogar Social de Madrid, para defender “los derechos de los españoles por encima de los no nacionales”, un inmigrante se les paró enfrente con una pancarta: “Fuera los nazis de nuestros barrios. El nazismo se cura con más educación”. El joven, cuyo nombre no quedó registrado en los reportes de prensa, tuvo el valor, en absoluta desventaja numérica, de decirles a los intolerantes: “Sois una vergüenza, racistas”.
En otro punto, esa misma marcha de odio despertó la reacción de Mehdi, un francés de origen árabe que en plena Gran Vía les gritó a quienes encabezaban la fila de 1 500 neonazis: “Sois racistas, eso es lo que sois. Estamos en el siglo XXI y esto es una vergüenza. Lo que hizo el nazismo es una vergüenza”.
II
14 de mayo, en Amberes, Bélgica. Menuda, veinteañera, Zakia Belkhiri apareció con su cabeza cubierta y su teléfono móvil y comenzó a hacerse selfies. Nada anormal en otro contexto, solo que la joven musulmana no se tomaba esas imágenes con un grupo de amigos, sino justo delante de unos 40 manifestantes antiislámicos que, emplazados frente a la Muslim Expo —feria que aborda la cultura y el estilo de vida de los musulmanes— decían con sus carteles cosas como “Fuera el pañuelo” o “Stop al Islam”.
Allí, en medio de fanáticos del partido de extrema derecha Vlaams Belang (VB), Zakia enmudeció a quienes atacaban su cultura y hasta logró colocar en situación incómoda a los extremistas, incluido Filip Dewinter, el líder de la formación, quien, megáfono en mano, llamaba a que el Islam se fuera “a su casa”. No pudieron doblegar a la muchacha que, por el contrario, mantuvo su sonrisa y marcó con los dedos el signo de la paz, esa especie de recurso para exorcizar intolerancias.
III
Primero de mayo, en Börlange, Suecia. Unos 300 ultraderechistas del llamado Movimiento de Resistencia Nórdico se pronunciaban públicamente. Entonces apareció ella, María Teresa Tess Asplund, y les plantó cara con un gesto silente y ejemplar: levantó su puño. Nada más. Nada menos.
La imagen se hizo viral. María Teresa, quien nació en Colombia pero lleva 26 años de activismo contra el racismo en Suecia, donde vive, se declaró orgullosa de su acto, pero también confesó miedo por la posible respuesta de estos grupos violentos. “Fue un impulso, no lo pensé. Estaba enfadada. ¿Cómo podían haber obtenido permiso para manifestarse como si la calle fuera suya?”, se preguntaba la mujer. “Uno de ellos me miró y yo le devolví la mirada. No dijo nada y yo tampoco. La policía me sacó”, declaró poco después. En su sensibilidad y en sus genes María Teresa tenía un motivo importante: “Fue mi homenaje a Nelson Mandela”.
katyus04
4/6/16 6:19
En realidad en Madrid eran unos 200 neonazis, y a la vez hubo una contra manifestación antifascista de miles de personas.
Henrik
3/6/16 13:13
Todo el mundo se asombra del valor de la mujer en la foto que se enfreto a un grupo de nazi en Suecia. La verdad que ella se enfrento al estado sueco y sus acutoridades, que le permite(en) a los nazi organizarse, manifestarse y le dan protección policial. La mujer fue inmediatamente sacada de la calle por la policia para que los nazis continuaran como Pedro por su casa. Una ola de propaganda sobre el,valor d ela mujer y nada de lo esencial en el debate se dice
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