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sábado, 16 de noviembre de 2024

Tres cuestiones marfileñas

Costa de Marfil, considerada una de las joyas del espacio francófono africano, se prepara para las elecciones presidenciales en octubre, pero es posible que algunos asuntos de su historia política reciente marquen esos comicios…

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 19/06/2020
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Costa de Marfil pobreza
La pobreza: la cara fea de un país hermoso. (Tomada de worldraider.com)

Al menos tres temas de Costa de Marfil centraron la atención informativa africana: la situación judicial de Guillaume Soro, el posible retorno al país del expresidente Laurent Gbagbo y, tercero, un dramático e infrecuente ataque terrorista.

El descalabro del político —otrora insurgente, luego opositor, primer ministro y presidente del Parlamento— ocurrió cuando gestionaba su candidatura para las elecciones presidenciales previstas para el mes de octubre y con ese objetivo renunció a la jefatura del Legislativo. Soro, quien vivió en Europa durante los últimos tiempos, cuando las autoridades emitieron una orden de arresto contra él por cargos de malversación de fondos públicos y lavado de dinero, desvió su avión en el aire y en lugar de regresar a Costa de Marfil optó por permanecer en el exterior. También en un caso penal separado deberá responder por el intento de desestabilizar económicamente al Estado marfileño.

Guillaume Soro —un personaje aún muy mencionado en el ámbito marfileño— fue condenado en ausencia a 20 años de cárcel, pero a través de sus representantes reiteró su intención de postularse de todos modos para la consulta de octubre. El exjefe del Parlamento la emprendió contra el presidente, Alassane Dramane Ouattara, su antiguo aliado político, con quien en su momento se unió para enfrentar al líder del Frente Popular Marfileño (FPI), Laurent Gbagbo, luego sometido a juicio durante siete años por la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, Holanda. .

 Soro ahora acusa a Ouattara de tratar de eliminarlo a través de alegaciones por motivos políticos de cara a las próximas presidenciales, las aspiraciones de quien fue una figura encumbrada se van diluyendo y al parecer sus esfuerzos para alcanzar la jefatura de Estado pierden sustancia.

Sin embargo, en esta fase preelectoral va recuperando espacio la figura de Kudu Gbagbo, el expresidente que se empantanó en la crisis política posterior a las elecciones de 2010-2011, una disputa que con el auxilio de las fuerzas francesas de la Misión de la ONU (Onuci) se definió a favor del aspirante Dramane Ouattara

La CPI no halló la culpabilidad que esperaba probar sobre aquellos eventos que siguieron a las presidenciales y por las cuales se responsabilizaba a Laurent Gbagbo, mandatario saliente, por la muerte de 30 000 marfileños, así como poner al país en una peligrosa situación de conflicto étnico.

Gbagbo y el entonces ministro de la juventud, Blé Goudé, fueron acusados de promover la violencia que concluyó en masacres —aunque sin tomar muy en cuenta la actuación del contrincante, las facciones partidarias de Ouattara— y durante un largo período la Corte escuchó testimonios de todas las partes hasta que liberó a ambos.

Hoy, algunos juristas evalúan que con el retiro de los cargos, primero, y luego con el relajamiento de las restricciones de viajes inherentes a la libertad vigilada, Laurent Gbagbo pasa a ser un potencial aspirante de peso en las elecciones de octubre, aunque no necesariamente una figura presidenciable.

Pese a posibles sorpresas en la carrera electoral, en principio, y aunque Gbagbo fuera aceptado al frente del FPI de nuevo, este podría apoyar la candidatura de Pascal Affi N’Guessan, quien acepta ser el segundo hombre del partido, tras desempeñarse como su presidente durante los pasados siete años.

Affi N’Guessan fue primer ministro y anunció su intención de postularse para los próximos comicios, pero para consolidar su aspiración se prevé que convoque a un congreso de la organización, en la que ahora existe una facción disidente, que tal vez prefiera alejarse del jefe y respaldar a Assoa Adou, el secretario general.

 Este último es un hombre cercano a Gbagbo, y previo a las elecciones esos detalles cuentan, como ocurrió con los partidos de los expresidentes Laurent Gbagbo y Henri Konan Bédié —el FPI y el Partido Democrático de Costa de Marfil—, las principales fuerzas opositoras, que sellaron un pacto político de cara a la consulta.

 Cuando el futuro inmediato marfileño parece que se confeccionará en un entramado electoral, institucional y constitucional, con comicios en que no concursará el actual mandatario, Alassane Ouattara, el país es sacudido por un ataque extremista que causó la muerte de diez soldados y heridas a seis.

Esa acción se considera que es la más mortífera en Costa de Marfil desde que individuos armados de una rama norteafricana de Al Qaeda asaltaron el balneario de Grand Bassam en marzo de 2016 y mataron a 19 personas, cuatro años después sobrevive el espectro del terrorismo.

La agresión, perpetrada cerca de la frontera con Burkina Faso, impactó gravemente los estándares de seguridad necesarios para realizar las elecciones en un escenario de estabilidad, donde prime la transparencia y el debate sea político, a la vez que se evite la temida crisis con la que todos pierden y solo gana el caos.


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana


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