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sábado, 16 de noviembre de 2024

Renuncia Ministro de Justicia y deja en crisis a Bolsonaro

El ex juez federal Sergio Moro no admitió la cesión del jefe de la Policía Federal...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 25/04/2020
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Sergio Moro Jair Bolsonaro
Brasil se ha convertido en una caja de sorpresas políticas.

Al presidente brasileño Jair Bolsonaro se le cayó de momento una de sus columnas de gobierno cuando este viernes su ministro de Justicia, el juez federal Sergio Moro, verdugo del exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, renunció al cargo por su inconformidad con la cesión del jefe de la Policía Federal y hombre de su confianza, Mauricio Valeixo.

El tejido político de Brasil es complejo, pues fue Moro, el ministro más popular del actual gobierno, jefe de investigación del escándalo Lava Jato que metió en la cárcel a decenas de políticos corruptos de varios países, y fue usado por la derecha en la detención y condena de quien lo nombró para ese cargo, Lula da Silva, acusado con pruebas falsas para evitar que ganara las elecciones de finales de 2018.

Moro, quien tuvo varias diferencias de criterio con el mandatario, no aceptó que, sin consultarle como era su obligación, el presidente despidiera a Valeixo, su brazo derecho para tratar de contener la corrupción gubernamental y en las grandes empresas de la nación suramericana.

Incluso, refirió, confesó a su exministro que necesitaba un director de la Policía Federal con el cual pudiera despachar directamente por teléfono, obtener informaciones, acceso a procesos, con lo cual eliminaría la autonomía de ese cuerpo militar y burlaría la autoridad de Moro.

Hay dos teorías dando vueltas ahora mismo en círculos políticos del gigante suramericano.

Una apunta a que el mandatario tuvo miedo de que con su anunciada batalla contra los ladrones que pululan en el poder Ejecutivo y Legislativo, la Justicia Federal metiera sus narices, en lo que para él sería la salida deshonrosa del Palacio de Planalto: la presunta corrupción de sus hijos Eduardo y Carlos, senador y diputado federal, respectivamente. Ellos aparecen involucrados en robo y lavado de dinero en instancias políticas en Río de Janeiro e, incluso, en el asesinato de la concejala carioca Marielle Franco en 2018 por paramilitares bajo órdenes de sus familiares.

De acuerdo con algunas fuentes, Valeixo tendría orientaciones del ministro de Justicia de profundizar en la búsqueda de pruebas que relacionaron a la familia presidencial en estos casos pendientes, apañados por el mandatario, pero que saldrían a la luz en cualquier momento.

Según varios analistas, el Bozo —como llaman sus detractores (por el famoso payaso Bozo) al jefe de gobierno que tiene más de 20 pedidos de impugnación en el Congreso— tenía que quitarse la amenaza del jefe de la Policía Federal, quien trabajó con Moro en el Lavajato.

Lo que al parecer no imaginó el dignatario que en un gesto más de estupidez se ha paseado dos veces sin nasobuco por Brasilia, es que su popular ministro dejaría el gabinete luego de que Valeixo fuera despedido sin su anuencia, ya que él lo nombró en el cargo.

En conferencia de prensa este viernes en el Palacio de Justicia, a solo a 300 metros de donde despacha el mandatario, Moro lo acusó de injerencia política y de pedirle informes de inteligencia de la Policía Federal, además de no haber cumplido su palabra de garantizarle carta blanca para luchar contra la delincuencia política.

Bolsonaro, dijo, está preocupado con investigaciones que realiza el Supremo Tribunal Federal en torno a varias figuras que lo acompañan en su gestión y muy especialmente sus tres hijos.

La publicación esta madrugada de la exoneración del Comisario en el diario oficial de la Unión tomó por sorpresa a exmagistrado, quien desde hace días mantenía contacto con ministros militares para evitar la expulsión de Valeixo.

Este es el segundo ministro que pierde el excapitán, pues la semana pasada despidió al titular de Salud Pública, Luiz Henrique Mandetta, con quien discrepaba porque seguía las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud en medio de la pandemia de la COVID-19, cuando Brasil se sitúa en el país con más casos en América Latina.

Bolsonaro, un fanático ultraderechista, admirador de las idioteces de su par estadounidense Donald Trump al extremo de exponerse a la pandemia del nuevo coronavirus, es el tipo que le convenía a los grandes capitales brasileños para mantener y profundizar el modelo neoliberal, a la vez que prometió castigar la corrupción endémica en la política nacional.

En contexto era un excapitán del Ejército y diputado federal por 28 años consecutivos en los que solo propuso una desechada regulación, y fue castigado por ofender a una de sus colegas parlamentaria, pues una de sus características es ser un extremista misógino, al extremo de comentar que por desgracia su último descendiente fuera mujer.

Para quien era un oscuro legislador que como mayor mérito tuvo el voto contra la presidenta Dilma Rousseff durante el golpe de Estado del Congreso Nacional, ser escogido para representar a los grandes capitales en la economía más importante de la región latinoamericana, la figura del exjuez de Curitiba en su gabinete fue una carta de éxito en un primer momento,

Con su política neoliberal, mantiene el apoyo del gran empresariado y de conglomerados mediáticos. Con la segunda, apoyó el pretexto para quienes, en verdad, lo que querían era impedir que el PT volviera al Palacio de Planalto después de 12 años consecutivos de políticas inclusivas.

Las últimas semanas han sido fatales para el presidente que se caracteriza por no pensar antes de hablar, una actitud que causó la admiración de un amplio sector poblacional que lo asumió como uno de los suyos —no olvidar los índices de analfabetismo en la nación— porque decía lo que mejor le parecía, sin miedo a la respuesta de las estructuras del poder.

Sin embargo, las “gracias” de este político evangelista de poco rango no causan hilaridad entre los militares que él mismo puso en su gabinete —hasta su vicepresidente Hamilton Mourao— debido a que con su discurso contracorriente pone en ridículo a Brasil ante el resto de la comunidad internacional, ya en etapa de recesión económica.

Ese país de 210 millones de habitantes que se irguió como una de las voces más respetadas durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores, es ahora el hazmerreir de la comunidad internacional. Las contradicciones y barbaridades expresadas por el jefe de Estado hicieron que esté sustituido en el manejo del país por el general Walter Braga Neto. Un llamado “presidente en operaciones”.

Aún antes de la aparición de la pandemia en China en diciembre pasado, Brasil estaba abocado a una recesión y al aumento del desempleo, con un panorama ahora recrudecido por las circunstancias. Braga Neto presentó al Consejo de Ministros un plan de recuperación económica, opuesta a la política de Paulo Guedes, aun ministro de Economía y exasesor del dictador Augusto Pinochet.

No es de extrañar que Guedes y su política que ha llevado a Brasil a la ruina también pronto pasen al pasado.

Para algunos analistas de Folha de Sao Paulo y Jornal do Brasil, dos de los diarios de mayor circulación en la nación, es muy posible que la casta militar haya pensado en el renunciante ministro Moro para sustituir a Bolsonaro en la presidencia, a quien seguramente no dejarán presentarse a la reelección en 2024, si es que antes no es sometido a un proceso de impugnación por mala gobernanza.

Moro lo desnudó ante la opinión pública brasileña, y lo dejó sin base para garantizar lo que después traicionó en beneficio de su familia y socios.

Los jefes militares están conscientes de que luego de vivir los llamados años del plomo (1964-1985), la población brasileña y en especial las fuerzas de izquierdas y movimientos sociales rechazarán un uniforme en la Primera Magistratura.

El ex juez de Curitiba les viene como anillo al dedo. Supo jugar su papel en la encomienda dada por Lula da Silva —a quien luego traicionó— de desenmascarar a los ladrones de la estatal Petrobras, y luego sirvió de manera brillante a los planes de la derecha para impedirle continuar en el campo político.

Brasil se ha convertido en una caja de sorpresas políticas. Según sean los nombramientos de los sustitutos de Moro y Valeixo podrá al menos vislumbrarse el camino de Brasil en las próximas semanas y meses.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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