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sábado, 16 de noviembre de 2024

Pasos en falso

La lógica indica que utilizar asideros como “reanimar la economía” o “darle un respiro a la gente recogida en sus casas” no es lo aconsejable mientras el nuevo coronavirus ande entre nosotros…

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 06/05/2020
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Reanimación de la economía-E.U-Covid19
La Covid-19 está aún activa y haciendo daño entre nosotros. Ignorarlo literalmente equivale a jugarse la vida.

Y no se trata de autoflagelación ni del poético amor por la soledad y el retiro. Constituye, eso sí, una advertencia que por las más diferentes causas ciertos personajes gustan decolorar, cuando aún estremecen las cifras mundiales de contagios y decesos por la COVID-19, y la ciencia todavía está por enterarse de los muchos orillos y fluctuaciones que podría comportar una pandemia de estreno global.

Curioso por demás que entre los que más hablan y alborotan al respecto aparecen algunos políticos y “lideres” nacionales de cuya conducción del enfrentamiento al nuevo coronavirus existen infinidad de quejas, reservas, criterios negativos y hasta burlas a partir de las tonterías que han esgrimido más de una vez frente a tan feroz pandemia.

Desde luego, todo tiene su trasfondo. En primer término, burdos intereses electoralistas y un sobreabundante egocentrismo, como es el caso de Donald Trump, signado por su carencia de previsión ante el riesgo de salud que cercaba a la primera potencia capitalista, su manejo ganso de la crisis, y su responsabilidad por los elevados costos humanos en el actual epicentro mundial de la hecatombe sanitaria.

Se trata del presidente que minimizó hasta la ridiculez la importancia de la COVID-19, la famosa “gripe china” con la que hacía sus chanzas, y que hoy desespera porque la prolongación del entuerto sanitario y su golpear contra la economía interna pueden sacarlo de juego en sus aspiraciones de mantenerse en la Oficina Oval.

Mientras, en otros patios foráneos afines, también las preocupaciones de derrumbe económico y de cuestionamientos más intensos en cuanto la efectividad de las tituladas “economías capitalistas” para con la protección y bienestar de sus ciudadanos, presionan a gobiernos y funcionarios a inclinarse por una rápida “vuelta a la normalidad”.

Y en el trasfondo, por supuesto, cuelgan de forma abrumadora los grandes grupos empresariales y financieros, que ya atisban malos tiempos para sus fantásticos negocios.

Así las cosas, algunos “sesudos” en el poder parecen haber asumido las aristas que “calcen” una “bienvenida” apertura de restricciones remitiéndose al lógico agobio de las personas sometidas a largas cuarentenas, vendiendo la imagen de que la COVID-19 “ya está a la baja” en el espectro internacional, y alegando responder a demandas públicas en favor de la “vuelta al necesario empleo y a la castrada cotidianidad.”

Es, según algunos analistas, apelar de manera totalmente irresponsable e inhumana a una suerte de “corrupta selección natural” o “política de rebaño”, donde muchos “ejemplares” quedarán irremediablemente en el camino, en tanto los más aptos lograrán sobrevivir en la incierta ruta hacia la “normalización.”

Por lo demás, los monstruos mediáticos asociados se encargarían de que en poco tiempo las noticias de contagio o muertes por la COVID-19 se conviertan en elementos informativos tan “rutinarios” como las guerras, las hambrunas y los masivos desplazamientos humanos que han caracterizado hasta hoy nuestra realidad global, y que no pocos asumen a estas alturas como “más de lo mismo.”

Mientras, entidades de máxima autoridad científica como la Organización Mundial de la Salud, junto a juiciosos responsables nacionales, han advertido frente a la “ola aperturista” que la COVID-19 no se marchará de vacaciones primaverales en las próximas semanas, y por tanto masificar las puertas abiertas es darle combustible para volver a la carga.  

La seriedad y la lógica indican entonces que utilizar asideros como “reanimar la economía” o “darle un respiro a la gente recogida en sus casas” no es lo aconsejable mientras no se esté plenamente seguro de que el nuevo coronavirus dejó de andar entre nosotros.

Hacer lo contrario es un riesgo mayor, y quienes lo promueven se juegan una carta que puede costar, ante todo, la salud y el pellejo de muchísimos más de sus compatriotas.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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