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martes, 5 de noviembre de 2024

Más que un avión

La destrucción por Turquía de una nave militar rusa apunta a evitar el rotundo final del Estado Islámico...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 26/11/2015
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Ankara ha dado una grave nota clave, cuando hace apenas horas uno de sus aviones de combate abatió a un bombardero ruso SU-24 (de diseño y fabricación en los tiempos de la existencia de la URSS), porque presuntamente había invadido el espacio aéreo otomano.

El aparato ruso volaba sobre territorio sirio como parte de las operaciones conjuntas entre Moscú y Damasco contra el terrorista Estado Islámico, EI, que con origen en Iraq y apoyo de Washington, sus socios de la OTAN, Israel y las satrapías árabes, ha intentado desplegarse por Oriente Medio para fundar su Califato extremista e irracional ligado a los intereses hegemonistas e imperiales.

Uno de los pilotos rusos fue ametrallado por “rebeldes” mientras descendía indefenso en paracaídas, mientras que el otro pudo ser rescatado por las fuerzas leales al gobierno de Basshar El Assad.

Y justo el sobreviviente confirmó lo que ya se sabía por los registros de localización y radares que siguieron el evento: el SU 24 no voló sobre Turquía, sino que los agresores violaron el espacio aéreo sirio y perpetraron el ataque sin previo aviso ni comunicación alguna, una regla esta última que resulta práctica habitual en tales casos.

Razón por la cual medios políticos y analistas precisan que la decisión turca no tiene nada que ver con la “defensa de la soberanía nacional” y sí mucho con el sabotaje y el entorpecimiento de las exitosas acciones militares rusas en Siria, que Ankara no considera apegadas a sus intereses ni al expansionismo otanista.

Precisamente, los mandos militares del Kremlin recordaron que la decisión de derribar  al SU 24 se materializó “después de que el Ministerio de Defensa de Rusia había informado de la destrucción de quince instalaciones de almacenamiento y refinación de petróleo, así como de quinientos veinticinco camiones cisterna en manos de los terroristas”, lo que perjudica el lucrativo negocio que desarrollan algunas importantes figuras turcas ligado al contrabando y venta ilícita del crudo que los yijadistas roban en Siria, y que se estima reporta  ganancias de un millón de dólares por día.

Otras fuentes  se han remitido a citar el estrecho contacto de Turqía con los mercenarios del Estado Islámico, a los que desde muy temprano ha brindado su territorio para el trasiego de armas y hombres, y ahora como refugio y vía de escape ante los golpes rusos y de las tropas de Damasco.

Por demás, y ampliando la cadena de sucios intereses, los estudiosos destacan que el intento por crear fricciones con Rusia se produce justo cuando, luego de los ataques terroristas en París, parecería inminente el logro (a regañadientes para Occidente) de un acuerdo con el Kremlin destinado a actuar en conjunto en la desintegración bélica de los extremistas islámicos del EI.

No por gusto, apenas conocido el suceso del SU 24, voceros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, apenas sin información alguna sobre el hecho, salieron a la palestra pública a “defender el derecho turco de salvaguardar su espacio aéreo”, y denostar de la “irresponsabilidad” del Kremlin en sus acciones militares en Siria.

Y –como aducen expertos castrenses- la OTAN no puede pintarse de ingenua en tan conflictivo escenario, porque lo conoce a fondo, tiene muchísimo que ver con el origen, expansión, movimiento y operaciones de los grupos terroristas islámicos, concretamente Al Qaeda y el EI; rastrea exhaustivamente cada paso ruso en el área, y mantiene como objetivo invariable de su estrategia global el cerco a Rusia y China, tal como lo demandan los halcones norteamericanos de sus obsecuentes socios europeos.

Y si todavía alguien duda de estos desleales y oscuros trasfondos, que se pregunte a que viene, a horas del derribo del SU 24, la extemporánea disposición del Departamento norteamericano del Tesoro de aplicar sanciones a un nuevo grupo de personajes rusos, entre ellos el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez, Kirsan Ilyumzhinov, por pretendidos vínculos con el legítimo gobierno de Damasco.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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