En breve la Organización de Naciones Unidas, ONU, dará por concluido el tiempo en que se debió dar respuesta a las tan publicitadas Metas del Milenio, para dar paso a los objetivos correspondientes a los años que siguen a este casi concluido 2015.
Para ello, jefes de Estado y Gobierno se verán las caras en los próximos días en Nueva York, cuando también se celebran los siete decenios de la creación del tan llevado y traído máximo organismo internacional.
Vale recordar que los Objetivos para el Desarrollo fueron asumidos por los integrantes de Naciones Unidas a inicios de este siglo, y se consideró que en tres lustros resultaba factible un esfuerzo global que diera soluciones a los más graves flagelos que afectan a buena parte de la humanidad.
En consecuencia, los representantes de las 189 naciones adscritas a este programa establecieron ocho puntos claves a cumplir para fines de 2015.
Ellos se resumían en una reducción de cincuenta por ciento de los índices vigentes en materia de pobreza y hambre; el logro de la universalización de la enseñaza primaria; la promoción de la igualdad de género y la autonomía de la mujer; la reducción en dos terceras partes de la mortalidad infantil y materna; mejoramiento de la salud de las madres; combatir el VHI-SIDA, el paludismo y otras enfermedades generalizadas; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Desde luego, cada acápite incluía tareas muy específicas e implicaba, ante todo, un reto a la voluntad política de los estados miembros y al establecimiento de un clima internacional favorable a la cooperación eficaz, el uso adecuado de recursos, el fin de las tensiones y conflictos armados, y el establecimiento de una actuación apegada a la justicia, la equidad y la solidaridad.
Factores, algo bien conocido, que siguen siendo ingredientes escasos en la actual escena global, donde los manejos y manipulaciones de los intereses capitalistas terminaron por desatar la crisis galopante generada en los Estados Unidos en 2008 y exportada con consecuencias devastadoras a Europa Occidental y buena parte del universo subdesarollado.
Elemento económico aderezado además con guerras e intervenciones armadas hegemonistas, el fomento de tensiones con Rusia y China (los dos blancos preferentes de los aspirantes a monarcas absolutistas mundiales), el sabotaje a la lucha a favor del medio ambiente, el aumento de los recursos destinados a gastos militares en detrimento del aspecto social, y el drama generado por la ola migratoria que ahora mismo empuja a millones de personas hacia las acogotadas potencias industrializadas con el propósito de dejar atrás la miseria, la carencia de perspectivas y la violencia impuestas históricamente a sus naciones de origen y exacerbadas en los últimos tiempos.
En consecuencia, la incertidumbre y la depauperación sembradas por los intereses contrarios a la felicidad del hombre han provocado que en los últimos quince años los Objetivos del Milenio resulten más retórica que hechos palpables y concretos, y que más de una entidad de la ONU así lo admita cuando apenas restan noventa días para la conclusión de todos los planes y proyectos gestados en el año 2000.
Así, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud indicó en días pasados que al cierre de los Objetivos del Milenio, no se lograron la reducción deseada de la mortalidad infantil y materna a escala global, ni tampoco las cifras estatuidas en materia de combate a las principales enfermedades que cobran vidas esencialmente en las regiones empobrecidas del planeta.
Por su parte al Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, recordó que aún padecen hambre cónica no menos de 795 millones de personas en el mundo, de los cuales 15 millones viven en las naciones industrializadas, y afirmó que si bien hubo una ligera reducción en el número de personas subalimentadas, más de ochenta por ciento de la cifra de beneficiados radican en China y la India.
En consecuencia la FAO concluye textualmente que “la lentitud del avance en la lucha contra el hambre a lo largo de los años resulta especialmente preocupante", e incluso admite la reversión de lo poco logrado a partir del encarecimiento de los alimentos, las sequías y la inestabilidad política de algunos países".
De manera que, bien vistas las cosas, no será mucho lo plausible a la hora de abordar el tema de los Objetivos de Desarrollo de la ONU por los mandatarios reunidos en breve en Nueva York, como tampoco podrán ser nuevas muchas de las metas que se intenten establecer para el período post 2015…y es que el abismo y los escollos siguen siendo grandes.
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