Muy cerca del mar viven “desaforados gigantes”. Y no es ilusión quijotesca. Los pobladores de Gibara, ciudad nororiental de Cuba, también llamaron así a los primeros seis aerogeneradores que, cuatro años atrás, fueron “plantados” en sus costas.
El 16 de febrero de 2008, comenzó la explotación del Parque Eólico Gibara-1, tercer campo generador de electricidad en el país, con el fin de aprovechar a escala local las fuentes renovables de energía. Sin embargo, poco tiempo después, los vientos “de oro” de la Villa Blanca impulsaron allí la presencia de otros molinos.
Diciembre de 2010 trajo la puesta en marcha de Gibara-2. Y con ello, esta zona se convirtió en la de mayor capacidad instalada —9,6 MW— dentro del territorio cubano. Las declaraciones de Mario Alberto Arrastía Ávila, especialista de Cubaenergía, corroboran su importancia: “Con la entrada en operación de Gibara-2, Cuba tiene cuatro parques eólicos experimentales y una potencia total de 11,2 MW, lo que la coloca en el lugar 57 entre 82 países que reportan el empleo de la energía eólica para generar electricidad”.
SECRETOS DEL VIENTO
En Gibara, estas enormes estructuras convierten la energía del viento en eléctrica. Aprovechan la fuerza de las corrientes de aire y se convierten en fuentes energéticas de bajo impacto ambiental: alternativa viable en lugares de difícil acceso y alejados de la red de distribución nacional.
Son capaces de asumir cada día, como promedio, el 50 por ciento de la demanda del municipio. Y a veces, confiesan sus trabajadores, logran satisfacer a todo el territorio. Gracias a estos dos pequeños parques, en el mes de marzo, la Unión Nacional Eléctrica dejó de quemar 26,8 toneladas de combustible diarias y, en consecuencia, redujo las emisiones de gases de efecto invernadero. La generación bruta de ambos parques, en dos años, equivale al consumo promedio diario de electricidad del país.
Convencido de que apremia invertir en recursos tecnológicos que generen una energía menos contaminante para este mundo en que vivimos, el ingeniero José Luis Pifferrer Martínez, director de la Unidad Estatal de Base (UEB) Generación Eólica, ofrece sus razones: “Este es un proyecto viable por cuestiones económicas y medioambientales. Mas si abogamos por una energía limpia, por cuidar y preservar el medio ambiente. El aporte que hace el Parque es muy beneficioso. Indiscutiblemente, cuesta y cada vez costará más, porque a medida que aumenta el precio del combustible, las firmas encarecen su tecnología.
“Para el Gobierno cubano, este proyecto representó un costo próximo a los 20 millones de pesos. Un solo aerogenerador es valorado en un millón de pesos. Pero vale la pena la inversión, porque ni se gasta combustible ni se emiten gases contaminantes a la atmósfera. Desde 2008, hemos dejado de emitir 33 mil 582 toneladas de CO2 y sustituido 9 mil 304 toneladas de combustible”, declara Pifferrer.
La tecnología de cada uno de estos parques es diferente. La de Gibara-1 es española, de la firma GAMESA. Sus seis aerogeneradores son de 850 KW, del tipo G52-850, con una capacidad total instalada de 5,1 MW. El otro, Gibara-2, chino, bajo el sello de GOLDWIND, tiene una potencia instalada de 4,5 MW. También cuenta con seis máquinas, pero de 750 kW, del modelo S50-750.
“Aunque se considera que estas tecnologías son similares, cada una tiene sus particularidades. Las máquinas chinas son de paso fijo y las españolas de paso variable. Estas últimas, son más eficientes para velocidades bajas del viento. Los aerogeneradores de Gibara-1 regulan la velocidad y optimizan la producción hasta el 10 por ciento. Con 4 m/s comienzan a generar y con 13 m/s, entregan la potencia para la que están diseñados”, explica Liuber Díaz Batista, especialista principal.
DISCÍPULOS DE EOLO
En la UEB Generación Eólica trabajan once hombres. Su tarea es mantener en buen estado los modernos molinos de viento y atender su funcionamiento. “Con frecuencia se nos rompían las tarjetas electrónicas y decidimos inventar un filtro. Ahora, este purifica el aire e impide el paso del salitre, principal contaminante. Estamos muy pegados a la costa; aquí es más fuerte el viento, pero también hay más contaminación”, asevera Liuber.
Solo si se escucha el intenso silbido que producen las palas cuando pasan por la torre, es posible asegurar que los “gigantes” están vivos.
“Escucha. Está subiendo el viento, es una lástima detener las máquinas”, lamenta Rafael Galván, el operador en la sala de control.
“Pensamos que era un día perfecto para dar mantenimiento, y ya ve. Hay que vivir pendiente del parte meteorológico y aprovechar las oportunidades”, confirma.
“Estamos bajo la influencia de anticiclones migratorios que refuerzan el gradiente de presión y, por consiguiente, se incrementa la intensidad del viento”, asegura el máster Jorge Proenza, desde el Centro Meteorológico Provincial. Los cinco ingenieros y seis técnicos que aquí laboran se valen de las bondades de la época invernal, o de menos lluvia: “De noviembre a abril, la velocidad media del viento a 50 metros de altura es de 7, 2 m/s. El resto de los meses la potencia eólica es inferior. Por ejemplo, este primer trimestre de 2012 ha sido el mejor desde que los parques están en explotación, con una generación promedio diaria de 87 MW (en 2011 fue de solo 45, 6 MW). Ya hemos satisfecho el 40 por ciento de nuestro plan anual”, explica José Luis Pifferrer.
Desde la sala de control se observa toda la tecnología. En la primera de las tres pantallas, se aprecia la información del estado de la generación que se entrega al Sistema Electroenergético Nacional (SEN) y, mediante las otras, es posible llegar hasta el interior de cada aerogenerador.
“Si necesitamos comprobar algún parámetro, lo hacemos, específicamente, en cada máquina. Desde aquí podemos visualizar todo el sistema. Además, el programa te permite guardar cada uno de los datos chequeados. Este es el corazón de los dos parques”, refrenda el joven ingeniero Sandro Claro Díaz.
Él es especialista en Automatización y casi siempre anda con overol. Esta tecnología es muy avanzada, pero hay que subir a las torres, a 55 metros de altura, pues el 80 por ciento del mantenimiento es mecánico. “Se las trae, el acceso es complejo. Tenemos trabajo todo el tiempo, pero somos bien remunerados”, asegura Sandro.
VERDE QUE LA QUIERO VERDE
Al filo de los arrecifes se encuentran los dos campos generadores de energía eléctrica, en un área de 18,5 hectáreas, de la cual solo ocupan físicamente 0,54. Sin embargo, su introducción en esta zona costera de la provincia de Holguín no causó efectos perniciosos para el ecosistema.
“Se protegió la vegetación, sobre todo la palma cana, especie que abundaba en este terreno. Trasplantamos la mayoría de las palmas para otros lugares de la costa. El daño al medio ambiente fue mínimo. Además, desde el primer día, tenemos control de las aves muertas. Solo dos se han impactado contra los aerogeneradores y ninguna es del corredor migratorio cercano”, certifica el director de la UEB.
Igualmente, la naturaleza ha retado a los “gigantes”. A los seis meses de creado el primer parque, la furia del huracán Ike probó la confiabilidad técnica de las máquinas. El ingeniero Pifferrer explica: “Cuando la velocidad del viento supera los 25 m/s (90 km/h), los cuales se consideran vientos huracanados, los aerogeneradores se detienen automáticamente. Soportan 180 km/h de viento sostenido y rachas de 252 km/h. Cuando Ike, el mástil de medición registró vientos sostenidos 190 km/h y, sin embargo, resistieron”.
Los beneficios de la energía eólica se conocen desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, actualmente, al Planeta Tierra le urge su empleo. Si el hombre apuesta por ella, podría iluminar sus noches, sin depender del carbón y los combustibles fósiles. La atmósfera agradecería que hasta ella llegaran menos gases contaminantes y mermaría, considerablemente, nuestra asidua contribución al efecto invernadero y al cambio climático.
En tanto, este reclamo se escucha en otras partes del mundo, para que un día exista energía sostenible para todos, Cuba apuesta por la generación eólica y los “desaforados gigantes” de Gibara.
Equipo de CUBAHORA
12/4/12 16:50
Salvatore, sí en el país existen tres parques de prueba. Uno de ellos en la Isla de la Juventud, usando una tecnología abatible francesa desarrollada por Vergnet S.A, es un parque de 6 aerogeneradores con una potencia unitaria de 275 kw. Anterior a este existe uno pequeño en la Isla de Turiguanó de dos máquinas de tecnología española desarrollados por Ecotecnia.
salvatore300
12/4/12 13:28
creo q en la isla hay otro parque?
salvatore300
12/4/12 13:19
Sencillamente genial. Instructivos videos, explicación y esquemas. Creo que deberíamos ponerle un poco más de cabeza al asunto, esto tiene futuro, mucho futuro.Lástima los centros de poder continúen apostando por su vieja cadena tecnológica para producir energía.
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