América Latina y el Caribe es actualmente la región más afectada por la COVID-19 en el mundo. Esta supera el total de casos y fallecimientos con respecto a otras latitudes. Cinco de sus países (Brasil, Argentina, Colombia, México, y Perú) estaban hasta el 20 de junio de 2021 entre los 20 con mayores reportes de casos y muertes por COVID-19 durante toda la pandemia.
Este escenario ha generado una alta carga de los sistemas de salud, consecuencias económicas como el aumento de la pobreza; además de poner en evidencia las desigualdades y los problemas de los sistemas de salud y atención a los más vulnerables.
Es por ello que la prioridad en estos momentos recae en la vacunación para alcanzar el objetivo mundial de la llamada inmunidad de rebaño contra la pandemia. Sin embargo, el acceso a las vacunas y su distribución ha sido todo un reto a nivel regional.
Aunque organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la UNESCO y otras relacionadas con los derechos humanos desde un inicio han llamado a la cooperación y a considerar la vacuna como un bien público universal y asequible, lo cierto es que en la práctica la distribución es desigual.
Las vacunas son acaparadas y mayormente producidas por países desarrollados. Se estima que los 27 países y territorios más ricos del mundo, con tan solo 10% de la población mundial, han administrado el 32% de las dosis de vacunas disponibles en el mundo.
A esto se le suma su escasez y falta de cumplimiento de los objetivos de producción. Las compañías farmacéuticas han manifestado que este año solo podrán producir alrededor de 9.500 millones, significa un 18% menos de lo necesario para lograr una inmunidad colectiva global. Aunque según un estudio del Fondo Monetario Internacional, existe un atraso significativo, y se prevé que al finalizar 2021 la industria sólo habrá podido producir 6 mil millones de dosis, un 48% menos que lo proyectado.
Con una alta demanda a nivel mundial y poca disponibilidad, no es de extrañarse que se retrasen las entregas de vacunas en América Latina y el Caribe. Por lo tanto, son necesarias alternativas regionales, las cuales han surgido y han alcanzado éxitos, aunque no los suficientes para lograr inmunizar a toda su población.
ACCESO A LAS VACUNAS CONTRA LA COVID-19 EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Entre las soluciones para reducir la inequidad existente en la distribución de vacunas, se han establecido estrategias globales como la donación de dosis excedentes por parte de los países desarrollados y otras más agresivas como disminuir las dosis o retasar la inmunización con la segunda dosis.
La primera ha ayudado a muchos países pobres, pero no cubre todas sus necesidades; mientras que la segunda pone en riesgo que las naciones alcancen una inmunidad efectiva. En cualquier caso, no solucionan la dependencia tecnológica de los países subdesarrollados a las grandes compañías del primer mundo.
Entre las alternativas que ha tomado América Latina para garantizar la vacunación han estado las negociaciones directas con farmacéuticas y la participación en el mecanismo COVAX. Además, en la región hay países con gran desarrollo en la biotecnología que han aprovechado sus capacidades científicas y tecnológicas para producir vacunas contra la COVID.
De hecho, los fabricantes de vacunas de América Latina y el Caribe suministran la mayoría de las dosis de vacunas no COVID necesarias para la región. Por lo tanto, hay un buen potencial y experiencia para alcanzar una soberanía tecnológica en el enfrentamiento a la pandemia.
Dentro de los países que más destacan en ese sentido, se encuentra Cuba, que es el de mayor autosuficiencia de demanda interna de vacunas no COVID en América Latina, y el único en inmunizar a su población con vacunas nacionales contra COVID.
Además, otras naciones han optado por producir localmente vacunas desarrolladas por grandes compañías internacionales. Entre ellos destacan las iniciativas de que Argentina, Brasil y México, los cuales han sido productores parciales o totales de al menos una de las vacunas aprobadas para COVID-19 por la Organización Mundial de la Salud.
Por ejemplo, Argentina en asociación con México fabrica la vacuna de Oxford-AstraZeneca. Otras vacunas producidas en la región son Sinovac y Sputnik V.
Aunque se aumenta la producción nacional de vacunas, todavía es insuficiente, ya que los laboratorios disponibles no pueden descuidar la producción de otros inmunizadores y según informe de la UNESCO, la producción de vacunas a partir de ARN mensajero y vector viral requiere de tecnologías que están menos disponibles en la región, lo que demandarán mayores tiempos para adquirir.
INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO DE VACUNAS PROPIAS
Por esas razones, también en América Latina y el Caribe se apuesta por vacunas propias. Varias son las naciones que desarrollan las suyas, las cuales están en diferentes fases de investigación. Por ejemplo, Argentina y Chile trabajan en el desarrollo de una vacuna propia de subunidad proteica, actualmente en fase preclínica.
Líder en el desarrollo de vacunas a nivel regional se encuentra Cuba, el primer país de la región en tener un candidato vacunal contra la COVID-19, Soberana 01, que en agosto de 2020 comenzaba sus ensayos clínicos de fase I.
- Consulta además: Candidatos vacunales y vacunas cubanas: lo que debes saber
Posteriormente, también fue nuestro país el primero en autorizar el uso de emergencia de tres vacunas nacionales (Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus), y en comenzar una campaña de vacunación para la población pediátrica.
Estos esfuerzos los reconocen instancias internacionales, entre ellas la UNESCO, la cual destaca la capacidad de la industria biotecnológica cubana y experiencia previa en la producción de otras vacunas, medicamentos y equipos médicos, los cuales se venden en más de 50 países.
Actualmente, la vacunación avanza a diferentes ritmos en América Latina y el Caribe, que como región más afectada por la COVID-19 tiene el reto de inmunizar a su población lo más pronto posible.
Cada gobierno ha diseñado sus propios planes de inmunización contra el virus, los cuales en su mayoría han priorizado a las poblaciones vulnerables, como los adultos mayores, y a los trabajadores esenciales como maestros y médicos.
Sin embargo, queda el desafío de alcanzar una soberanía regional en el enfrentamiento al SARS-CoV-2 y realizar mayores alianzas de cooperación para frenar esta pandemia que ha afectado a millones de vidas a nivel global.
* Trabajo realizado con información del informe de la UNESCO “Covid-19 y vacunación en América latina y el Caribe: desafíos, necesidades y oportunidades”
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