Recientemente inició su marcha el proyecto Reducción de la vulnerabilidad ambiental a las inundaciones costeras mediante adaptación basada en ecosistema en el sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque, una estrategia que busca reducir, en la zona, el impacto negativo del cambio climático, como la erosión costera, inundaciones e intrusión salina.
Fruto del trabajo conjunto de la Agencia de Medio Ambiente de Cuba (AMA), el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), el Ministerio de la Agricultura y los gobiernos de las provincias involucradas, así como de la colaboración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el proyecto contará con un presupuesto de más de cinco millones de dólares.
La coordinadora, Sheila Chang, informa que el área de intervención abarcará 84 kilómetros a lo largo de la costa, donde se hallan 47 comunidades afectadas por el ascenso del nivel del mar.
Según la especialista del Grupo de Servicios Ambientales y Evaluación de Riesgos de AMA, la iniciativa les permitirá adquirir equipos pesados y una embarcación para llegar a las áreas de trabajo. Todo ello en función de recuperar el manglar y el humedal costero para reducir la vulnerabilidad de los poblados.
SIN FRONTERAS
Pese a que el proyecto solo incluye seis municipios de los mencionados territorios —tres de cada uno—, su impacto no se limita a tales fronteras. Así lo corrobora Herminia Serrano, jefa especialista principal del Grupo de Servicios Ambientales y Evaluación de Riesgos de AMA, quien subraya la intrusión salina como factor preocupante en dos provincias tan significativas en la producción de alimentos.
“Es necesario fortalecer los ecosistemas como respuesta ante el cambio climático. La costa protege la llanura agrícola, y los daños a su ecosistema no solo afectan a las comunidades cercanas, sino también la seguridad alimentaria de la propia capital”, afirma Leda Menéndez, investigadora titular del Centro Nacional de Biodiversidad del Instituto de Ecología y Sistemática.
SOBRE BASES FIRMES
La meta del proyecto está anclada en la inversión en tres componentes complementarios: la recuperación del ecosistema —donde destaca el manglar—, la gestión integrada y participativa, y la efectividad y sostenibilidad de las inversiones de adaptación.
La conjugación de estos objetivos metodológicos y el trabajo integrado en la práctica cotidiana hará posible alcanzar los resultados esperados, entre ellos el desarrollo de sistemas de gestión del conocimiento a nivel comunitario y la apropiación participativa por parte de las autoridades y la comunidad.
Además, el restablecimiento de la franja costera de mangle rojo entre Surgidero de Batabanó y Punta Mora, la restauración de los ecosistemas de manglar entre Majana y Surgidero de Batabanó, la eliminación y/o control de las especies exóticas invasoras, a la par de la reconstrucción y enriquecimiento de bosques costeros tierra dentro.
Para alcanzar esos sueños, Herminia Serrano glosó algunas bases fundamentales durante el taller de inicio, como la combinación de todas las instituciones vinculadas y la población, el control certero por parte del gobierno y la integración con otros proyectos que están actuando en el territorio. Acciones que facilitan la conservación, restauración y manejo sostenible de los ecosistemas, un paso esencial para estar mejor preparados ante el cambio climático.
Elio Lázaro Amador
29/1/15 23:40
Considero el proyecto una buena oportunidad con respecto a las medidas de adaptación al cambio climático que hoy día se adoptan, creo vital el proceso de comunicación, sensibilización y capacitación de los diferentes públicos al respecto del objetivo del proyecto. Su esencia es recuperar el manglar y aumentar la resiliencia del ecosistema costero. El uso y cuidado de la biodiversidad nos salvará.
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