¿Cuántas veces te has hecho esa pregunta? Sí, esa que te pondría al tanto de lo que alrededor tuyo pueda olfatearse…
Con sinceridad, ¿cuántas veces te ha preocupado saber qué respiras?
Claro que debes haber escuchado que la contaminación del aire, producto del desarrollo industrial creciente, del agotamiento de la capa de ozono en la estratosfera y del cambio climático, entre otras razones, es una amenaza acumulativa y crónica que está afectando a todos los países en cuanto a la calidad de su aire.
Sabemos además que cuando hablamos de contaminantes del aire no solo nos circunscribimos al entorno exterior, sino que en el interior también los desencadenamos, y que de todos modos no solo depende de la magnitud, del alcance y la duración de la exposición el efecto que provoca sobre nuestra salud, sino también de la edad y sobre todo la susceptibilidad de cada persona.
Es curioso investigar y hallar que este tema ya era una preocupación en el siglo XIII, teniendo en cuenta que el rey Eduardo I de Inglaterra prohibió la quema de ciertos carbones altamente contaminantes en Londres, siendo así el primero en imponer las primeras ordenanzas de control de la contaminación. Pobre del monarca si caminara entre nosotros ahora, cuando los convenios internacionales como el Protocolo de Kyoto y el de Montreal, en ocasiones, provocan risas más que alivios.
El calendario muestra, ante la creciente preocupación mundial, el 9 de agosto como la fecha elegida por organizaciones internacionales como la OPS, la OMS, la Oficina Regional para América Latina y el Caribe, la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, entre otras, para celebrar el Día Interamericano de la Calidad del Aire (DIARE); pero más que una jornada es esencial buscar alternativas de solución que involucren a diferentes instituciones, empresas y comunidades para poder hablar, realmente, de una eliminación o disminución de factores que atentan contra la calidad atmosférica.
En nuestro país, claro que hay contaminación del aire, además de aquella que se produce por vías naturales, ocasionada por los incendios forestales. Como nación subdesarrollada o en vías de desarrollo padecemos el auge no planificado de las pocas industrias y de asentamientos urbanísticos, el uso de tecnologías atrasadas en el transporte y la producción y la baja calidad del saneamiento básico, por ejemplo.
La salud de todos se ve amenazada entonces debido a la relación entre la exposición a la contaminación ambiental de acuerdo con el lugar de residencia de cada cual y los factores condicionantes de la contaminación que tenemos en el interior de nuestras viviendas como la cantidad de fumadores, el tipo de combustible empleado, el hacinamiento, la escasa ventilación, entre otros.
Datos recientes de la Oficina Nacional de Estadísticas demuestran que cada año, más del 30 por ciento de los cubanos sufren de enfermedades respiratorias y otras asociadas con la contaminación del aire.
El doctor Osvaldo Cuesta Santos, director del Centro de Contaminación y Química de la Atmósfera del Instituto de Meteorología advierte que, aunque Cuba no padece el mismo nivel de contaminación y de preocupación que ciudades como Beijing, Sao Paulo, Santiago de Chile, la capital mexicana, por solo mencionar algunas, no podemos ignorar que zonas de La Habana y otras ciudades en el país presentan una situación alarmante.
“La zona del anillo alrededor de la bahía, la localidad de la termoeléctrica de Talla Piedra y la de la Refinería Ñico López en Regla, así como La Lisa, Arroyo Apolo, el circuito de la CUJAE y otras, en las que se encuentran grupos electrógenos instalados; zonas de El Cotorro, Berroa, las cercanías al crematorio del cementerio de Guanabacoa y otras son puntos importantes de contaminación atmosférica en nuestra capital.
“Mariel, Moa y Nuevitas muestran una incidencia negativa en relación con la calidad del aire, pues en ella se encuentran fuentes fijas de contaminación como las industrias del níquel, las fábricas de cemento y fertilizante, las termoeléctricas, la Refinería Ñico López en Regla o los grupos electrógenos ubicados en distintos puntos.
El dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono, los compuestos orgánicos volátiles y las partículas o material particulado, las conocidas PM10 y PM 2,5, derivadas del polvo, son los principales contaminantes de nuestro aire, confirmaron el doctor Cuesta Santos y otros especialistas en un reciente inventario de emisiones de las principales fuentes industriales de La Habana.
“Más de 119 900 toneladas de estos contaminantes se registraron en el año 2012 a partir de la suma de las emisiones de termoeléctricas, grupos electrógenos, calderas, hornos, incineradores, la Antillana de Acero y la Refinería y aunque los resultados del estudio realizado el pasado año no están aún determinados, la tendencia muestra un aumento de las cifras”.
A estas fuentes fijas de contaminación, subraya el doctor Cuesta Santos, se suman de manera creciente las llamadas fuentes móviles, como los ómnibus y los carros antiguos que circulan por nuestras calles sin motores modernos.
La cercanía de viviendas a fuentes fijas de contaminación o su construcción posterior a las ya existentes reflejan una falta de conciencia en la población sobre el peligro que representa para su salud esta condición, agrega el especialista, por lo que urge incorporar en los planes de estudio desde edades tempranas temáticas que contribuyan a elevar la percepción de riesgo sobre esta cuestión. Solo así tomaremos partido , pensaremos y actuaremos sobre la interrogante de: ¿Qué respiro yo?, ¿qué respiras tú?
Katia
3/6/23 10:57
No solo es necesario incorporar la educación ambiental en edades tempranas, no sólo así se tomará partido en estás cuestiones, sino que las políticas públicas deben responder a esa misma línea evitando que esas fuentes de contaminación no afecten de manera directa ni indirecta a los pobladores, porque ellos no construyen ahí porque quieran sino porque no tienen resuelto el problema de la vivienda y eso también es responsabilidad estatal.
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