Agosto se torna color añoranza. Es la época del año para vacacionar e, independientemente de la situación actual causada por la COVID-19, la familia se extraña.
El pollo a la brasa, el ceviche y el cuy son platos de la cocina peruana que nuestros colegas se empeñan en que degustemos. Unas veces aciertan y otras no tanto. El ceviche –pescado crudo con aliño–, aunque tiene algunos detractores, la mayoría lo aprueba. El cuy, para nosotros… un curiel, posiblemente mascota de alguna casa, en estas tierras resulta alimento. Ahí la cosa cambia y son más los detractores que los audaces que siguen el cauce de las corrientes locales. El pollo a la brasa ya es otro asunto; goza de total aprobación, sobre todo porque en su cocido se involucra la cerveza.
Los chimbotanos no conciben una festividad donde falten estos tres platillos. Fundamentalmente el ceviche; para algo esta tierra tiene de frente al mar, que se involucra constantemente en su culinaria. En todas partes yacen establecimientos que, a pesar de las restricciones por la pandemia, venden para llevar cualquiera de dichas recetas.
Cebiche, plato tradicional de la zona (Foto: chimboteonline.com)
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Al llegar el miércoles a la carpa, Liliana, una enfermera de acá del Perú, pequeña de tamaño pero grande de alma, nos invitaba, antes de comenzar el trabajo, a acompañarla en su fe, escuchando su plegaria para nuestra protección y el bienestar de los pacientes. Fue hermoso escuchar a esa personita, que dentro de muy poco se graduará como enfermera intensivista, evocar aquel pedido de clemencia lleno de amor.
Ella, honrando la canción de Arjona, hace que la palabra cristiana se una a la acción. Se trata de una enfermera corajuda que conoce su oficio y lo ejecuta bien. Brinda así lo mejor de su profesión y lo mejor de su creencia.
Liliana Rodríguez Encina, enfermera peruana que labora junto al personal de salud cubano en el hospital La Caleta, del país andino (Foto: cortesía de la brigada).
También lleva los programas de diabetes y de hipertensión en su comunidad e involucra a sus amigos médicos para dar consultas, repartir medicamentos o charlar de forma instructiva. Puede, incluso, ir a lo alto de Chimbote a inyectar a una anciana sin siquiera recibir pago para su pasaje. Lleva más de cinco años en el hospital La Caleta y, aunque le han ofrecido plazas mejor remuneradas, confiesa que no abandona a esa familia.
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La semana ha sido de trabajo arduo, nuestra carpa, para decirlo en buen cubano, está en candela. Han ingresado casos complejos y ello requiere un esfuerzo mayor. Ayer, por ejemplo, de 15 pacientes 10 estaban críticos, y en ocasiones los propios médicos tuvimos que ayudar con procederes de enfermería, puesto que a las colegas enfermeras peruanas, a pesar de su laboriosidad y muy buena preparación, les resultaba imposible cumplir todas las indicaciones en el tiempo requerido.
No obstante, hallamos satisfacción cuando, ocho días después de su ingreso Laura, la anciana de 88 años que había llegado con franca insuficiencia respiratoria, obesidad, hipertensión e insuficiencia cardíaca, se despedía sonriente y con palabras de agradecimiento. Ella, enfermera jubilada, demostró coraje y aptitud positiva, uno de los pilares, sin dudas, de la victoria.
Otro longevo de 86 años también le ganó otro día a la vida colocó su lazo blanco en el árbol. No contaba con factores de riesgos más allá de su edad y un deterioro cognitivo incipiente.
Con más de 20 días en la carpa, la señora de la cama 10 había ingresado al hospital por trauma de cráneo severo, un gran hematoma fronto-parietal derecho y, además, dio positivo a la COVID-19. La evolución neurológica y la respiratoria aparecían complejas al inicio a causa de cambios de terapéutica. Sin embargo, la insuficiencia respiratoria fue resuelta y de su trauma quedó el hematoma facial como un mal recuerdo. Consiente, cooperadora, sin focalidad neurológica motora, fue dada de alta.
El amigo Ralph, de quien hablé el domingo pasado, finalmente viajó a Lima para ser intervenido quirúrgicamente. La felicidad inundó la carpa esa tarde. Él, contento pero triste por el adiós, obligó a todos a una foto y pidió igualmente a su enfermera pastora una oración de despedida.
Sharito
26/8/20 23:15
Que hermoso ver que mi Liliana sigue impactando vidas en su trabajo, excelente calidad de persona.....
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