Apenas había terminado el segundo año de Periodismo, cuando me enfrenté a la primera clase práctica, y por supuesto creo haberla desaprobado, pero con lo positivo de que desde aquellos lejanos finales de los 60 supe que era un tema de permanente aprendizaje.
Invitado a un almuerzo, el anfitrión impuso silencio a la familia y ante la insistencia de abordar un tema, fui autorizado como el único que podía hablar del asunto por ser periodista, lo cual me endilgó aunque comenzaba un largo camino que aún recorro ya jubilado.
Cuando dije que no sabía del tema, el amigo informó su decisión de que si el periodista hacía silencio para buscar información y darla, los demás también tenían que hacer lo mismo, pues el sagrado momento de comer no podía echarse a perder con el pánico.
Para suavizar el ambiente, comenté que cuando había espacios vacíos, lo natural era querer llenarlos porque es un derecho estar enterados, en este caso, de si la fiebre porcina africana podía transmitirse a humanos, preocupación lógica ante un mal que hizo sacrificar una abultada masa de cerdos a finales de 60 en Cuba.
Ante la rígida norma establecida, volvimos a degustar el pescado que motivó la conversación, pues alguien dijo que era lo que se podía ingerir porque el puerco no debía consumirse por razones sanitarias, preocupación que estuvo presente todo el tiempo.
Al concluir el postre, el anfitrión pidió disculpas por lo que calificó de mal momento, pues a la mesa no se traen charlas preocupantes, con visita ni sin ella, y que si uno no sabía de algo, lo que había que hacer era investigar y no lanzar opiniones infundadas.
- Consulte además: El saber tiene un nivel dañino
Como para dar por terminado definitivamente el tema, dijo que los vacíos informativos se deben llenar, pero con información oportuna y adecuada al momento y a cada persona, porque de lo contrario saldría algo así como un batido de mango con piedras y fango.
Vuelve hoy a la memoria lo que para mi fue una lección de periodismo, pero regresa en tiempos de redes sociales, diferente a la de aquellos tiempos en que la confirmación de una noticia se buscaba en medios de prensa tradicionales.
Nadie cuestionaba la credibilidad de la radio, la prensa y la televisión, y si había un vacío informativo, esperábamos, pero en estos tiempos no solo se llena, sino que se rellena con creencias y suposiciones nacidas de los estamos anímicos y sentimentales.
Caldo de cultivo encuentran en las actuales condiciones los argumentos no razonados y fundamentados, pues sin necesidad de agregar otros, ya está la sabida situación difícil de la vida cubana conformada por todos los ingredientes para el pánico.
Esta todo lo necesario para que la inquietud, el temor o miedo den lugar al pánico, y basta una mano que puede ser inocente, mal o bien intencionada que disponga de un removedor para que surja una mezcla o una sustancia capaz de conmocionar el escenario.
En un ambiente con más preguntas que respuestas, con una abrumadora cantidad de preguntadores que sobrepasa ampliamente la de contestadores, hay que aprender a comportarse en estos tiempos en que cualquiera asume la posición de decir algo.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.