El 31 de agosto de 2016 aterrizaba en Santa Clara, el vuelo 387 de la aerolínea estadounidense JetBlue. Era la primera vez en más de 50 años que un vuelo regular entraba en una provincia en el país.
Fue recibido en la pista con un arco de agua, el tradicional saludo de buen auguro cuando se abre una nueva ruta aérea. El mismo Secretario de Transporte del país norteño, Anthony Foxx, la inauguró.
Al descender ante los ojos del mundo comunicaba a los reporteros: "Este es un ejemplo tangible de los acercamientos diplomáticos que ha llevado a cabo el Gobierno del presidente Barack Obama.
El año anterior la administración demócrata había hecho el primer paso en más de medio siglo para la normalización de las relaciones entre ambos países. Posterior a ese primer vuelo, otras aerolíneas incorporaron nuevas rutas (American, Silver, Frontier, Southwest, Sun Country…) y fue posible viajar directamente hacia las provincias del país, sin pasar por la capital.
Las visitas a Cuba desde los Estados Unidos alcanzaron todo un récord, 161.000 en 2015, 77% más que el 2014.
Sin embargo, con la toma del poder de la administración Trump se evidenció que la política experimentaría un retroceso considerable. En Miami, Florida, el mandatario republicano anunciaba esa marcha atrás, que en materia de vuelos directos entre ambos países comenzaría en el 18 de octubre de 2019, con el anuncio del cese de vuelos directos hacia todos los aeropuertos cubanos, con excepción del de La Habana.
Posteriormente, nuevas sanciones cerrarían más el cerco y se reduciría la cantidad de vuelos establecidos. A inicios de este año se eliminó todos los chárter públicos con destino a la nación caribeña, y se estableció 3,600 vuelos de ida y vuelta como tope, para que no sobrepasaran la cantidad del año anterior.
¿La supuesta razón de estas medidas? Limitar las ganancias del gobierno cubano, la misma vieja y gastada excusa. No obstante, en ninguno de los comunicados aparece que una buena parte de esas rutas aéreas eran tomas por cubanos en Estados Unidos para visitar a sus familiares en el país, ni tampoco el daño económico al turismo no solo a nivel estatal si no al sector cuentapropista. Asimismo, no agrega la separación que han vivido cubanos en ambas orillas y que ahora les será más difícil reunirse con solo el aeropuerto en La Habana como destino.
Otro dato que se obvia, es el perjuicio de la pandemia en el país, que el pasado 24 de marzo, cerró completamente sus fronteras para viajes de pasajeros. Y aun así Estados Unidos insiste con otra medida para restringir más la cantidad de aerolíneas con derecho a entrar en la nación con el cese de vuelos chárter privados a todos los aeropuertos cubanos, incluida la capital; de cumplirse la petición del Secretario de Estado, Mike Pompeo este 13 de agosto al Ministerio de Transporte de su nación.
Mientras tanto, Cuba resiste y se fortalece. Lucha contra la Covid-19 y prepara sus aeropuertos. Establece un Protocolo Sanitario ante la nueva situación epidemiológica que vive el mundo y se crece, como solo sabe hacer un país bloqueado, pero no amedrentado.
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