Imagine que está en una habitación en penumbras. Está parado frente a una pared y detrás de usted hay una ventana entreabierta. A través de esa ventana a veces se cuela un poco de luz, la cual cae sobre la pared a la que usted mira. Eso le permite ver sombras moverse sobre el haz de luz.
Un dato importante es que usted siempre ha vivido en esa habitación y nunca ha mirado a través de la ventana. Para usted, todo lo que hay allá afuera son sombras.
Si otra persona le explicara que allá afuera no hay sombras, sino carros, árboles, casas, animales y le describe el mundo a su alrededor ¿le creería? ¿Creería que todo lo que ha sabido durante su vida es una mentira?
Platón nos describía una experiencia semejante en su obra “El mito de la caverna”. Y aunque la historia cuenta con una gran riqueza interpretativa, a mí me obligaba a pensar en la subjetividad humana.
¿Qué es la subjetividad? Pues, es la construcción que hace el sujeto de su realidad objetiva, es lo que comprende a partir de su historia y sus condiciones concretas de desarrollo. Las personas miramos el mundo a través de unos lentes muy propios, que se van conformando mientras ganamos experiencias.
Es muy raro o imposible que una persona de un momento a otro deje de pensar, sentir y actuar como lo hacía y comience a hacerlo como si fuera otra.
Vivimos nuestra propia realidad. Esto no tiene nada que ver con la capacidad que tengamos de entender a los demás. Podemos ser muy hábiles poniéndonos en la posición de otros para consolar, dar consejo, ayudar; pero nunca seremos capaces de pensar, sentir, entender en la forma en la que ellos lo hacen.
Esto no es malo, es parte del proceso de convertirse en un ser social y alcanzar un desarrollo psíquico, es lo que nos diferencia de los animales. Desde que somos capaces de reconocernos en un espejo y separar al mundo externo del interno, nos convertimos “individuos”, estamos divididos del mundo en cierto modo y vamos a comprender ese mundo de una forma única.
Pero se debe tener cuidado con los distanciamientos que hagamos. A veces tenemos creencias muy fuertes sobre lo que consideramos la “realidad” y ni siquiera le damos el beneficio de la duda a los puntos de vista de otros.
Claramente vamos a entender el mundo como hemos aprendido, pero eso no significa que debamos ignorar que existe una ventana.
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