Día Internacional de la No violencia: Un reto que impone respuestas

No es coincidencia que, en la fecha del aniversario de nacimiento de Mahatma Gandhi, se conmemore también el Día Internacional de la No Violencia.  Desde el 2007, la Organización de Naciones Unidas (ONU) marcó esta fecha en el calendario homenaje permanente a este gran hombre, pero también como motivo para señalar que la violencia en todas sus formas cobra vidas cada día y es preciso combatirla.

Me remito a Gandhi para acercarlos a la vigencia y actualidad de este asunto. Su filosofía de no violencia tiene una alta significación universal, pues está encaminada a la búsqueda de una cultura de tolerancia, comprensión y paz entre todas las naciones y seres humanos. Nos dice el profeta indio que “la no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre”.

Por esta misma línea, en la Resolución aprobada en la ONU el 2007 para certificar el Día Internacional de la No Violencia queda claro que “la cultura de la no violencia se enmarca como una forma de lucha por los derechos civiles y los cambios sociales de manera que preserva y garantiza el cumplimiento de esa misión al promover los cambios dentro de una cultura de paz”.

Sin embargo, según datos de las propias Naciones Unidas al contabilizar el año fiscal se reportan que 1,4 millones de personas pierden la vida, y otros tantos miles sobreviven a esa violencia con secuelas, dice el reporte del 2019 que: “Entre las personas que mueren por violencia el 56 % fallecen por suicidio, el 33 % por lesiones ocasionadas por otras personas y el 11 % debido a las guerras y a otras formas de violencia colectiva”.

Si nos referimos a otras formas de violencia, como la doméstica, tal vez los impactos no son tan visibles, pero existen y dañan, aunque muchas veces no engrosan las estadísticas.

La violencia doméstica, contra la infancia y la niñez, los abusos sexuales, manifestaciones que sacuden a países y comunidades en todo el mundo, son problemáticas de una increíble profundidad que solo se exponen de manera superficial, pero dañan a las familias y a la sociedad de manera brutal.

Contra Cuba se esgrimen campañas difamatorias y manipulaciones por parte del gobierno de los Estados Unidos que muchas veces pintan un clima de inseguridad y violencia. En 60 años de Revolución no han faltados los llamados a la insubordinación, a la desobediencia civil o a protestas contra determinadas medidas del gobierno, y ello conlleva a la violencia. Pero todos esos intentos se han estrellado contra la realidad.

Precisamente, hace poco más de una semana, Cuba denunció en el escenario virtual de la ONU el peligro que representa Estados Unidos para la paz y seguridad no solo de nuestro país, sino del mundo. En palabras de Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores, el gobierno norteamericano “promueve conflictos, guerras no convencionales y comerciales e impone severas medidas coercitivas unilaterales y dilapida -en su carrera armamentista- recursos indispensables para el desarrollo sostenible de nuestros pueblos, mientras se niega a cooperar en el enfrentamiento a las múltiples crisis generadas por la devastadora COVID-19”.

“Estados Unidos desconoce importantes acuerdos en materia ambiental, de desarme y control de armamentos y abandona foros internacionales como la Organización Mundial de la Salud, la UNESCO o el Consejo de Derechos Humanos. Parecería que está en guerra con el planeta, sus recursos vitales y sus habitantes”, añadió Rodríguez Parrilla.

Es por eso que este 2 de octubre no es una conmemoración sin importancia en el calendario internacional, es una fecha que convoca a buscar una oportunidad para poner sobre la mesa un problema que no desparece y que nos señala en cada ocasión que existe una vía pacífica para la solución de cualquier conflicto.