//

jueves, 31 de octubre de 2024

La Cuba de 1916

Del ayer cubano...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo en Exclusivo 19/12/2020
0 comentarios
Tranvías de la época-Cuba-1916
Los Tranvías de la época Cuba en el año 1916.

Algún sociólogo –con el acertadísimo tino de los graduados en la universidad de la calle--  dictaminó que “el cubano cree en   y no cree en ”.

Quizás por eso no ha de extrañarnos que, hace exactamente un siglo y cuatro años, aquí se formase tremenda alharaca cuando Benedicto XV, desde el trono de San Pedro, nombrara a la Caridad del Cobre como patrona de Cuba.

Sí, el respaldo fue unánime, monolítico. Desde el beato, murciélago santurrón de sacristía telarañosa, hasta el que tras la faz morena de Cachita veía transparentarse a Ochún  –sexualísima ella, rezumando miel por cada poro--, la deidad afrocubana equivalente a la Venus-Afrodita de la mitología clásica.

De todas maneras, comprensible, perdonable, fue el alboroto que se formó en torno a Cachita. Hemos de ser un poco benignos con nuestros compatriotas de entonces: tenían sus circunstancias atenuantes para buscar, al menos, un refugio espiritual. Porque el asunto de la nación estaba que la mona no cargaba al hijo. O que la caña estaba a tres trozos. (Traducción, para los no iniciados en el habla cubana: el panorama del país era tenebroso).

No se guardan ni las más externas formas del respeto. Así, Thomas Woodrow  Wilson, presidente norteamericano, aboga a calzón quitado por la reelección del conservador  Mario García Menocal, apodado El Mayoral, desde la época en que pisoteaba al obreraje como administrador de un ingenio azucarero norteamericano.

Los trabajadores se desgañitan pidiendo la jornada de ocho horas. La industria tabacalera en bancarrota. Huelgas de ferroviarios. El senador Maza y Artola pide una pena mínima de 8 años para los botelleros, o sea, quienes disfrutan de cargos públicos y cobran sin trabajar.

Entretanto, transcurre esa carnicería, la Primera Guerra Mundial. Y el dulce –fuente de energía y regalo para el paladar del combatiente--  lo pone Cuba. Por eso, aquí se vive en la llamada Danza de los Millones, que los ricachos vacilan de lo lindo. Aseguran que un hacendado cubano, en una joyería parisina, ordenó que le entregaran a su querida “dos libras de brillantes”, como si fueran papas. (Muelen 199 ingenios, que producen algo más de 3 millones de toneladas).

La norteamericana Irene Aloha Wright, investigadora y periodista, publica The early history of Cuba (“La temprana historia de Cuba”). En el prólogo, dejando transparentar su indignación, se pregunta por qué el estado cubano, u otras instituciones nacionales, no se han preocupado por publicar los documentos que con respecto a Cuba existen en el Archivo de Sevilla.

En Camajuaní, durante una fiesta, Rigoberto Leyva –cornetín--  da a conocer La Chambelona. Los liberales se apropiarían de la pieza, como de un estandarte. Será su himno de guerra durante el alzamiento –de ese mismo nombre--  contra la reelección de Menocal. (Se dijo que los liberales eran los políticos más divertidos e irresponsables. Lo certifican algunas de las letras con las cuales se cantaba ese número musical. Por ejemplo: “Nos comimos los puerquitos / y también a la lechona. / Aé, aé, aé La Chambelona”. O también: “Azpiazu me dio botella / y yo voté por Varona…”).

Y… ¿qué más pasaba entonces?

Primeras funciones del circo Santos y Artigas. Comienzan con un par de leones hambrientos y bostezantes, pero serán la más sobresaliente empresa circense cubana.

Llega a Cuba el norteamericano Milton Hershey, como predestinado para construir el ferrocarril eléctrico que aún se identifica por su apellido.

Se populariza la canción Máximo Herrera, de Patricio Ballagas, inspirada en el piloto de autos de carreras con ese nombre, fallecido cuando se volcó el auto que conducía en el Hipódromo de Marianao.

Comienza a publicarse la revista Social, un hito en el periodismo del país, aún no igualado.

En este año también hay lugar para la teratología, el estudio de los monstruos. Sí, el marino norteamericano Scotty es exhibido en la Academia de Ciencias y en la Escuela de Medicina. Razones había para hacerlo, pues se trata de un hombre de goma: aumentaba sus estatura a voluntad en 6 y media pulgadas, y podía encoger la pierna izquierda en 8 pulgadas.

Y, para concluir --¡no caben dudas de que Dios es bueno!--, en aquel ya remoto Año del Señor 1916, para deleite eterno de cubanos y foráneos, Manuel Corona da a la luz Longina; Sindo Garay, La mujer bayamesa; Luis Casas Romero, Si llego a besarte.

No se puede pedir más.


Compartir

Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


Deja tu comentario

Condición de protección de datos