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viernes, 1 de noviembre de 2024

Eusebio, leal siempre a Cuba (+Audio)

Hay hombres a quienes su utilidad y valor les merece un asiento en la inmortalidad donde sean testigos del paso de los años, las décadas, los siglos...

Jessica Mesa Duarte en Exclusivo 12/08/2020
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Él, nuestro Eusebio, es dueño de una obra imperecedera que se avista en muchos rincones de Cuba. (Omelio Esteban Borroto Leiseca / Cubahora)

Hace días se escucha un silencio raro en la capital cubana, un grito sordo sacude los adoquines, las hojas de la ceiba pierden su verdor entre la brisa casi calma que mantiene a la urbe desolada; los edificios lucen más grises y las palomas revolotean inquietas, con pesadumbre, mientras buscan la imagen que le falta a su paisaje cotidiano.

Desde este 31 de julio las fotos de La Habana saldrán en blanco y negro aunque aparezcan en colores; una penumbra de melancolía rodea a la Ciudad Maravilla. Todos saben la razón, pero el dolor habla más alto… nadie quiere admitirlo, resignarse a su partida sería como traicionar su legado.

La noticia nos sorprendió a muchos, aun sabiendo del mal que le aquejaba hace varios años, porque hay hombres a quienes su utilidad y valor les merece un asiento en la inmortalidad donde sean testigos del paso de los años, las décadas, los siglos.

Tuve el privilegio de escucharlo en varias ocasiones a solo unos pasos de distancia. La primera vez ocurrió durante el Diplomado Medios para comunicar el Patrimonio. Desde ese momento quedé prendada de su sabiduría, humildad y empuje para salvar el alma de las ciudades. Así también lo reafirmó en Matanzas donde la Atenas de Cuba lo acogió como Hijo Adoptivo.

Siempre que lo escuché hablar me estremeció esa voz grave capaz de movilizar multitudes, su facilidad para, con una cultura vastísima y una oratoria prodigiosa, llegarles a las entrañas a personas de todos los estratos sociales, transmitirles con vehemencia sentimientos de arraigo por el lugar que habitan, convencerlos de cuán importante es conocer y proteger nuestros valores históricos y hacerlos partícipes y protagonistas de tan extraordinaria labor.

Él, como sus renovados inmuebles, las obras sociales que mejoraron la calidad de vida de la gente y el amor por el patrimonio que supo impregnar en sus conciudadanos, permanecerá por mucho tiempo, sino eternamente, en la memoria de sus muros citadinos, en la aparente tranquilidad de su bahía habanera, en los personajes que le regaló al centro histórico devenidos símbolos de una cubanía que siempre defendió.

Él, nuestro Eusebio, es dueño de una obra imperecedera que se avista fuera de los límites capitalinos, en muchos rincones de Cuba que supo realzar por su valor histórico. Su legado no solo se vislumbra en la restauración de La Habana Vieja, en la concreción de múltiples proyectos socioculturales encaminados a reanimarla o en la enseñanza permanente de cómo comunicar el patrimonio para seducir y comprometer a la gente con su cuidado.

Con su pausado y enciclopédico diálogo allanó un camino pedregoso y difícil por desconocido: nadie como él para enseñarnos a detectar las heridas de nuestras edificaciones, a amar sin desvelos, más allá de lo físico o lo visible, el espíritu de nuestros inmuebles, a defender con argumentos contundentes y conocimiento asentado la importancia de su rehabilitación.

Y es que entendió como pocos que la belleza también salva las almas, que lo extraordinario puede estar en un monumento aparentemente inmóvil, que la historia patria no se limita a los hechos que aparecen en los libros.

Aunque luego de aquel día fatídico y triste nos sentimos más solos y huérfanos, la cruel realidad que hoy golpea a la Isla toda no es más que un espejismo basado en nuestra incapacidad de soñar con un mundo más allá de esta efímera vida porque, aunque sus cenizas reposarán junto a Emilio Roig, Eusebio Leal no ha muerto y nunca lo hará.


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Jessica Mesa Duarte

Periodista y escritora de guiones radiales.


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