Con sus flamantes coches chinos, el nuevo monarca de las vías férreas cubanas, arribó puntual a La Habana en la mañana de este lunes para completar su viaje inaugural –de ida y vuelta–, que conectó a las dos ciudades más importantes del país. Asimismo, este acontecimiento abre las puertas de una etapa superior correspondiente al ambicioso programa ministerial encauzado a recuperar y modernizar el transporte ferroviario.
La llegada a la capital del tren número 2, procedente de Santiago de Cuba, ha sido un suceso histórico. Como inolvidable fue su partida bajo la ficha de número 1. Lo que quiere decir que 1 y 2 son el mismo tren con diferente collar. Solo es cuestión de identificación práctica según el destino. El pasado sábado 13, centenares de personas se apiñaron en la menuda terminal de La Coubre para despedir a familiares y amigos y ver partir al gigante de hierro, pintado de azul. Sin dudas, la entrada en funcionamiento de los nuevos trenes y el incremento salarial, han sido los temas más sonados del presente verano.
Igual de sonoros y afanosos fueron los pitazos que lanzó la locomotora al viento para indicar su inmediata partida de cada terminal donde hizo parada, o anunciar en el camino que iba echando humo. En ambos casos hay que andarse atentos y ágiles porque su majestad (el tren, claro está) no espera por nadie.
Particularmente, como primera, la travesía desde La Habana hasta Santiago ha sido toda una sensación. A lo largo de los más de 800 kilómetros que conforman ese recorrido por nuestros campos y ciudades, multitudes de personas formaron filas al pie de los raíles para saludar y captar en fotos o videos de sus celulares, al coloso deslizante de trescientos metros de longitud y con capacidad en los vientres de sus coches para cargar a más 750 pasajeros. Y muchos se preguntarán: ¿qué tiene de atractivo mirar un tren pasar? Pues algo debe de tener, si no vayan a indagar en Ciego de Ávila o Camagüey, donde mucha gente esperó despierta hasta la madrugada para ver su estela azul surcando la oscuridad. Mientras, en otros pueblecitos de Las Tunas y Holguín los lugareños se levantaron con el primer cantío del gallo para semejante fin.
La impresión no era menor para los de a bordo. Desde que se supo que el país había adquirido los primeros 80 coches de fabricación china –más adelante entrarán las locomotoras– y que cada uno costaba más de medio millón de dólares, las expectativas de la población crecieron hasta límites insondables. De tales ansias, sin siquiera montarse, la gente fantaseaba con el confort de los coches, como si los conocieran de toda la vida.
Varios de los pasajeros interrogados confirmaron sus deslumbramientos y agradecieron la voluntad estatal, en medio del difícil contexto económico, para poner al servicio público un medio de transporte moderno que responde a viejas demandas, y que llega oportuno en la etapa estival. Cuatro coches con servicio de aire acondicionado y otros siete con ventanillas y ventiladores en el techo conforman el convoy. Además, los distinguen otras novedades como asientos reclinables y giratorios, baños, televisores, sistemas de audio, y acceso a una aplicación informática que brinda pormenores de la ruta.
“Ha sido un cambio de la noche al día” o “esto es un cinco estrellas comparado con los trenes de palo de antes”, figuran entre los comentarios populares que dan fe del enorme salto cualitativo dado por el sector ferroviario. Vale apuntar que desde el lejano año 1975 no se recibían en Cuba coches de primera mano, por lo que se hizo muy marcado el deterioro de ese servicio.
Asimismo, hubo clientes que manifestaron inconformes con la falta de mayores opciones gastronómicas a bordo, la comercialización de los pasajes y la llegada tardía a Santiago (viaje de ida). A pesar de esta demora, hay que reconocerlo: en la estación Senén Casas Regueiro de la indómita ciudad, la entrada de este primer tren se asumió como una auténtica fiesta, y la máquina de hierro fue recibida triunfalmente, con muchedumbre, cinta y conga.
¿Pifias?, las hubo, por qué no decirlo. No se puede tapar el sol con un dedo. El sol tiene manchas –decía Martí–; los desagradecidos hablan de las manchas, los agradecidos de la luz. Por eso es justo reconocer que ante el percance causado por fallas técnicas sobresalió el papel de las ferromozas que “dieron la cara” con su trato alentador y excelente; el pundonor de maquinistas, técnicos y demás miembros de la tripulación en su lucha casi imposible por ganarle tiempo al tiempo; así como de funcionarios del Ministerio de Transporte y entidades subordinadas que experimentaron el viaje, a fin de reajustar todos los dispositivos necesarios.
Es comprensible que no siempre las cosas acaban de la manera soñada. Es difícil que salgan impecables la primera vez, cuando apenas los mecanismos empiezan a funcionar y se concilian todos los detalles. Se imponen entonces análisis más pragmáticos y certeros. En ese sentido, también es positivo que la población exija sus derechos y que critique, pero constructivamente, para mejorar entre todos, todo lo que sea perfectible. En consecuencia, las autoridades competentes están obligadas a tener en cuenta hasta el más mínimo reclamo para obrar de manera realmente eficiente.
La responsabilidad es compartida, sí, pero el pueblo (cliente y principal beneficiado en este caso) debe entender que es el máximo responsable de velar por la durabilidad de tales recursos puestos a su disposición. Sería imperdonable que de aquí a unos meses estos coches, tan costosos y con condiciones de primer mundo, circulen por nuestro nodo de líneas férreas cayéndose a pedazos, luciendo las cicatrices de la ingratitud y la negligencia. Eso sería volver al pasado, y entonces no estaríamos lejos de parecernos a aquellos piratas tuertos y rengos de antaño, que como únicas medallas lucían sus toneladas de fechorías. Cada cual haga bien su parte (otra máxima martiana). De lo contrario la magna obra no tendría sentido.
El nuevo tren (o los nuevos trenes, se pudiera decir, porque son más las rutas de largo alcance) con sus flamantes coches chinos, el nuevo rey de las vías férreas cubanas, ya cumplió su primer trayecto conectando a las ciudades de La Habana y Santiago de Cuba. A la tierra caliente se fueron muchos a ver a sus seres queridos y a gozar de los legendarios carnavales. De Oriente llegaron otros para disfrutar de las vacaciones en la populosa villa que se remoza cada día para vestir mejores galas en su cumpleaños quinientos. El tren, ese medio de transporte histórico que Cuba tuvo antes que España, ha vuelto con nuevos bríos para contribuir con la felicidad de todo un pueblo; ha vuelto, justo a tiempo, para provocar una verdadera revolución.
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El Periodista
19/7/19 14:21
Estimado Senelio Ceballos, gracias por su opinión. Pienso que solo el futuro podría dar respuesta a su interrogante. Si puede, me gustaría que me escribiera a igmagnus.83@gmail.com. Necesito preguntarle sobre otro tema.
Saludos
senelio ceballos
17/7/19 2:15
Saludos PERIOPDISTA QUE...piensa y luego escribe....Bravo , lindo que vuelvan a viajar trenes desde la capital hacia Holguin, Oriente...Felicidades..A CUIDARLOS!!!!....PERO, COMO su lector sabe mas por viejo que por ser ingeniwero.......tambien piensa un poquito..Le pregunta a Ud y colegas comentaristas ...No sera ALEGRIAS para Hoy y para mannanan para nuestros NIETOS ..DEUDAS EXTERNAS, TRISTEZA?...Quiero saber su opinion? Yo me hubiera ido por CARATAS made in cuba!!!
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