“Hemos pasado mucho más de un mes sin vernos. Pero cuando te dije el último adiós en marzo de 2020, no sabía que no podría volver a tu casa en Dios sabe cuánto tiempo. Si lo hubiera sabido, te habría abrazado un poco más fuerte, te habría besado sin vergüenza delante de todo el mundo y te habría dicho que todo esto se pasará. Ya no habrá más espera. Ni cafés a media mañana ni sábados amargos. Los lunes volverán a ser un día más de la semana. ¿Quién me diría que ese 9 de marzo sería la última vez? Pedí a los astros que me ayudasen. Una señal me valía. Necesitaba tiempo. Aunque una pandemia ha sido demasiado... Si superamos esto, ya no hay mucho más que pensar. Nada será como antes. Y seré feliz, cuando todo pase. Cuídate. No olvides, que te amo”.
Sin duda alguna más de una persona en el mundo perdió la oportunidad de entregarle este mensaje a un amigo, a un amor, a mamá o papá, a un ser querido en general cuando por consecuencia de la pandemia de la Covid-19 todos fuimos obligados a más de un año en confinamiento, o, porque a causa de la severa enfermedad muchos dijeron adiós a aquellos que pensaron tener siempre a su lado.
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La Organización Mundial de la Salud, registra que desde la llegada del virus SARS-CoV-2, al menos 5.831.283 personas han sido víctimas mortales del coronavirus; cifra que continuará aumentado por minutos, o por horas; estadísticas que evidencia la presencia de la incertidumbre como un tsunami en la vida, conduciendo a nuevas formas de vivir, a estrategias distintas y extrañas para los seres humanos; y a la imperiosa necesidad de demostrar a toda costa los sentimientos, reducir hasta su mínima expresión el odio, la desigualdad; y respaldarlo con solidaridad, amor, cariño.
En tiempos de pandemia, el mundo recordó emociones que parecían extintas con los años, entre ellas figuran, la compasión, la bondad, la gratitud, el altruismo. El amor no se limita solo a los lazos afectivos con parejas, familiares y amigos; sino que incluye a desconocidos, a la humanidad, a quienes están hospitalizados en unidades de cuidados intensivos, a quienes sostienen la mano de quien expira su último respiro para que su partida hacia el plano celestial sea menos dolorosa y solitaria.
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Así pues, dos palabras, se convierten en aliento, esperanza, fe, en ganas de seguir peleando contra el virus, las inclemencias del tiempo, o simplemente los grandes obstáculos que nos coloca la vida cada despertar. Dos palabras demuestran no solo el apoyo de los amigos y los seres más cercano, sino que dan ganas de levantase, quitarse el polvo y seguir a pie de obra.
Este tiempo, demostró que amar en la distancia no siempre es fácil, reprimir las ganas de besar y abrazar es una tortura, el peor castigo. Sin embargo, la ausencia de expresión física del amor, promueve el intelecto, ayuda a repensar mejor las acciones hacia los seres queridos, a darle orden de prioridad a diferentes elementos de la rutina, a darse cuenta que el trabajo siempre estará o siempre encontrará alguien para sustituirnos, pero en cambio, los hijos, los padres, los amigos; ellos son los que sufrirán la ausencia y quienes son irremplazables. Así que lo ideal es no reprimirse, y expresar todos los sentimientos y emociones antes de que el minutero deje de correr.
Acá te compartimos nuestro #VoxPopuli, en audio y video, sobre la importancia de decir: Te quiero.
Y tú, ¿ya dijiste TE QUIERO hoy? Si no lo has hecho, empieza desde ya.
¡Feliz Día del amor y la amistad!
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