Hay similitudes entre mi hermosa ciudad de Matanzas y Chimbote. El humedal de Villa María, que cada día atravesamos para llegar a La Caleta, me remonta a mis años de infancia. La franja pantanosa que demarca Nuevo Chimbote de Chimbote se encuentra dividida por el río Lacramarca, no tan profundo como ancho.
Curioso por conocer, indagué sobre el lugar y su importancia: reservorio de agua, flora, fauna, nido de aves migratorias… ecosistema de importancia vital para estas tierras, afectadas también por el fenómeno de El Niño. En 1983 disminuyó su extensión de 600 hectáreas a solo 50 en la parte baja del cauce del río, a tres kilómetros de la desembocadura al océano Pacífico. Ello determinaría acciones de protección por el gobierno local.
El Mangle y El Cayito, como conocemos los matanceros a las márgenes del río San Juan, eran excursiones obligadas para los niños de mi barrio. Allí, en las orillas de los canalizos hechos por la naturaleza y por el hombre para controlar las aguas y poder sembrar a su antojo, los niños del barrio encontrábamos esparcimiento. Pescar goldfish o camarones se convertía entonces en una tarea titánica; pedir permiso e ir de excursión eran dos cosas distintas.
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Elkis es un licenciado en Enfermería de la punta más caliente de Cuba, Maisí, es un cubano autentico que trasmite su alegría criolla en los peores momentos. Tiene 30 años de graduado y, como capaz profesional, se puede desempeñar en cualquier rol: ha cumplido cuatro misiones internacionalistas, incluyendo ahora Perú. Habla de Paquistán y las montañas nevadas y yo me pregunto por el contraste que impone su natal oriente caribeño.
Serio y responsable con el trabajo, pero ocurrente como El Guayabero, tiene en el directo algo que produce risa pura, al más serio e intransigente personaje. Hace días, mientras comíamos, bautizaba el manjar como dulce de alitas de pollo, en honor a una salsa agridulce que, aunque sabrosa, no tiene que ver con la cocina cubana. En otra ocasión, después de una jornada laboral tensa, una representación visual de la historia de su terruño nos hacía reír hasta llorar.
Varios días atrás, trabajando en la emergencia del hospital, asistíamos a dos pacientes con cuadro clínico de cetoacidosis diabética, uno de los cuales impresionaba por su complejo estado, crítico extremo, al aparecer en la sala de trauma shock. A los médicos les impactará cuando lean que el PH estaba en 6.85. Para los que no lo son, así se miden los niveles de hidrogeniones en la sangre: Ácida, con valores inferiores a 7.35 y Alcalina cuando son superiores a 7.45. Los niveles de esta paciente eran casi incompatibles con la vida.
Durante jornadas, a pesar del esfuerzo para rescatarla, por momentos pensábamos que resultaba imposible. Sobrevinieron complicaciones de todo tipo, incluyendo un defecto motor que no tenía al ingreso e incluso un test para COVID- 19 positivo, lo cual justificaba la complejidad del cuadro. Ayer finalmente pudimos festejar su alta hospitalaria; Elena, la paciente, estaba feliz, qué decir de nosotros.
Otras tres convalecientes nos decían adiós la víspera con una sonrisa y agradecimiento, única recompensa verdadera cuando de salvar vidas se trata. Juana, Linda y Elena tuvieron puntos en común: eran diabéticas e ingresaron en cuadro de cetoacidosis; las tres COVID- 19 positivo y las tres jugaron con la muerte y ganaron la partida. Elsa, por su parte, fue la de menor gravedad, aunque su saturación fue baja durante días, manteniendo a todo el personal en alerta.
Las enfermedades crónicas no transmisibles son un problema de salud a nivel mundial, la diabetes mellitus y la hipertensión arterial producen cambios importantes en la vasculatura sanguínea. Según informes estadísticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1980 se reportaban 108 millones de pacientes diagnosticados como diabéticos en todo el mundo, para el 2016, la cifra superaba los 422 millones, con un incremento del cinco por ciento anual, estimándose que una de cada 11 personas en el mundo padecían esta afección. La mortalidad por diabetes como causa directa rebasa los 1.4 millones al año.
En tanto, los 1130 millones de personas diagnosticadas con hipertensión arterial se traducen en que uno de cada cuatro hombres y una de cada cinco mujeres sufren esta dolencia. Según la OMS, esta enfermedad provoca cada año 7.7 millones muertes, el 13 por ciento del total de las defunciones a nivel global; mata en silencio, siendo una crisis de salud pública mundial.
Hago alusión a estas dos afecciones porque están directamente relacionadas con el comportamiento de la mortalidad por COVID- 19. En las últimas semanas hemos podido apreciar la aparición de cuadros con complicaciones agudas de diabetes mellitus, como es la cetoacidosis diabética, asociados a la infección por el nuevo coronavirus, en personas que siempre supieron que tenían esta enfermedad, donde un buen control metabólico y seguimiento médico logran disminuir la mortalidad. De ahí la importancia de un pesquisaje diagnóstico de estas afecciones, con el fin de controlarlas y evitar sorpresas desagradables
Todos los puestos de trabajo son claves en la lucha contra la epidemia, diagnosticar pesquisando puerta a puerta al hipertenso y al diabético, tratarlo y controlarlo, determinar sospechosos de SARS-CoV-2, positivos sintomáticos o no, identificar signos de alarma y enviar oportunamente a la atención secundaria, donde conductas médicas oportunas en cada caso logran el resultado feliz antes expresado, es sinónimo de victoria.
La semana pasada me refería a la doctora peruana Tatiana, chimbotana- limeña que vino a ayudar a su pueblo. Ella presentó un problema de salud por el cual fue necesario intervenirla quirúrgicamente, deseo entonces su recuperación rápida e incorporación a la lucha que tan valientemente viene realizando junto a sus colegas.
Jhanes
20/7/20 16:26
¿Quién se atreve a cuestionar la profesionalidad y sensibilidad de nuestros médicos cubanos?. Basta con leer esta crónica para confirmar la alta preparación ética y científica de nuestro personal de la salud. La patria se enorgullese de estos hombres de bien, con el humanismo como guía; recordemos a nuestro Martí: Se es bueno porque si; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: ser útil.
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