Cuentan que no cabía allí más ilusión, más euforia, más alegría… Al orgullo por culminar sus estudios universitarios, se sumaban entonces los sueños nuevos, la incertidumbre por el futuro cercano y la nostalgia por los compañeros de vida de 5 años, las aulas, las noches interminables, los profes, los albergues y los pasillos.
Aquel viaje a la playa sellaba un capítulo, terminaba una serie de “últimas veces”, propia de los estudiantes de quinto año: la última prueba, el último seminario, el último proyecto, el último almuerzo en el comedor, la última vez en “el Club”, la última noche en la beca. Sin embargo, lo que parecía el último viaje juntos se convirtió para aquella veintena de nuevos arquitectos, en el último viaje de sus vidas.
El horario (casi al anochecer), la peligrosa carretera de Trinidad y hasta el agotamiento de todo un día, definieron el adiós. Quedaron a mitad de camino hacia el punto de partida, donde seguramente los esperaba el abrazo de sus padres o el merecido descanso que conlleva el deber cumplido. Y aunque han pasado ya tres décadas, esta historia aún habita en la Facultad de Construcciones de la Universidad Central de Las Villas.
Permanecer alejados del volante no nos hace menos vulnerable al peligro y menos nos exime de responsabilidad cuando somos usuarios de las vías; de hecho, los fallecidos por accidentes de tránsito constituyen el 0,8 por ciento del total de defunciones en Cuba, y la estadística incluye choferes, ciclistas y peatones.
Un riesgo que aumenta por estos días con la semana de receso docente, la cual implica per sé, más niños, adolescentes y jóvenes en nuestras calles, más biclicletas, más motorinas eléctricas, más algarabía, más viajes a la playa, a los parques, o a cualquier otra fuente de esparcimiento.
Los accidentes del tránsito cobran cerca de 700 muertes cada año en esta Isla, y más de 8 mil lesionados. A nivel internacional este indicador implicaba más de 1,3 millones de defunciones anuales en 2004, cifra que la Organización Mundial de la Salud (OMS) predijo aumentaría hasta 2,4 millones en el 2030.
El plan mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial, proclamado por la ONU desde el 2011 al 2020, reconoce la ocurrencia de más de 3000 defunciones diarias por este concepto y “más de la mitad de ellas no viajaban en automóvil. Entre 20 millones y 50 millones de personas más sufren traumatismos no mortales provocados por accidentes de tránsito, y tales traumatismos constituyen una causa importante de discapacidad en todo el mundo”.
De ahí que los pilares fundamentales de este documento implican vías y vehículos de tránsito más seguros, pero también usuarios más preparados y educados en temas de seguridad vial, o sea, usuarios conscientes, que cumplan las normas y leyes establecidas, entre ellas las relacionadas con el consumo de alcohol, el uso del casco en los motoristas o el cinturón de seguridad, por ejemplo.
Recientemente, la Comisión Nacional de Seguridad Vial, presentó un Plan Estratégico para los próximos 12 años, con una serie de acciones que pretenden reducir en un 50 por cientos los accidentes y las pérdidas económicas que estos ocasionan, el cual, con apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) y la compañía canadiense Sherritt International Corporation, tiene como objetivo primordial la educación inclusiva de la ciudadanía en este apartado.
En Cuba, el “no atender el control del vehículo” lleva la delantera en la cantidad de vidas cobradas (218 en el 2016, de acuerdo con los datos públicos más actualizados, ofrecidos por la Dirección Nacional de Tránsito a la Oficina Nacional de Estadísticas e Información), pero no resultan menos importantes otras causas como el exceso de velocidad, el irrespeto del derecho de vía, las violaciones del peatón, los desperfectos técnicos y la conducción bajo los efectos de la embriaguez.
Extremar las precauciones en la vía, como padres, como conductores, como choferes de ómnibus públicos o como simples peatones, adquiere carácter de obligatoriedad en una semana donde se exponen, más de lo habitual, las vidas de nuestros niños y jóvenes, y debemos asumirlas sin ingenuidad, pues el error de otro puede significar la muerte de un inocente.
senelio ceballos
21/4/18 12:31
Saludos Rosa Maria.....Estoy con Ud...hay que hacer algo radical....Incluso cambiar / modificar la ley del transito...Sobre todo en los articulos...DE VELOCIDADES Y MULTAS!!!
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