Del Huascarán al Parque Cuba. Diario de un Médico cubano en Perú

Carhuaz se ganó la fama de borrachera y, aunque dejamos claro que son muchos sus mejores atributos, comparte con la hermana provincia de Yungay el hermoso Huascarán. Dicho esto, el apelativo de “Yungay hermosura” sobreviene por la presencia de esta maravilla de la naturaleza.

Es, con sus 6757 metros, el punto más alto del Perú y de toda la zona intertropical del mundo. Está rodeado de numerosos picos que superan los 5000 metros en el sector cordillera blanca, cadena de montañas cubiertas de nieve de ciento cuarenta kilómetros de largo. Incluye, a su vez, el parque nacional Huascarán, de trescientas cuarenta mil hectáreas.

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Alexander y Lucio son dos más de nuestros triunfos en la UCI/Covid-19 del Hospital Regional de Áncash, Víctor Ramos Guarda. Cuando llegamos a la sala, hace casi un mes, se intentaba sacar al primero de la ventilación mecánica, pero la atrofia muscular importante, asociada a la polineuropatía del paciente crítico, no lo permitió.

Se comenzaba otra batalla donde todas las partes cooperaban: paciente, enfermeros, técnicos, familiares, médicos. El servicio en pleno se volcó en función suya y, paso a paso, día a día, las escaramuzas ganadas dieron al traste con la gran victoria.

Luego de más de 50 días de permanencia en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), el paciente de 55 años, inquilino de la cama E, con hipertensión arterial y diabetes mellitus de comorbilidad, fue dado de alta. La rehabilitación será lenta, incluso dolorosa, pero se reincorporará a su vida cotidiana. Tal vez en un inicio su andar sea lento y agitado, pero con el tiempo correrá calles arriba en la hermosa Huaraz.

El paciente fue dado de alta (Foto: Cortesía de la Brigada Médica cubana en Perú)

Lucio llegó con nosotros. Vimos y fuimos partícipes de su ventilación. Un hombre fuerte de 62 años cuyos familiares inicialmente no entendían el porqué de este proceder. Decirle a una persona que su única posibilidad de supervivencia está en la colocación de un tubo directo a sus pulmones y que, además, permanecerá así durante un tiempo indeterminado, sedado, relajado, acoplado a una maquina, es difícil. Escucharlo, asimilarlo, aceptarlo… aún peor.

En una semana de tratamiento respondía favorablemente, lo cual permitió un destete sin muchos contratiempos. La sedación por días nos intentó realizar una mala pasada pero finalmente, manipulando dosis, logramos el resultado ansiado. Con un apoyo mínimo de oxígeno fue trasladado hacia el hospital de su comunidad, donde culminará el proceso de recuperación.

Marieta está bien, de alta hospitalaria ya. Sus hijos tienen a su madre y la hermana mayor “recuperará” de a poco su vida.

La atención primaria continúa su trabajo en la comunidad, cada día realizan sus jornadas en distintos puntos de la geografía ancashina. Esta semana, por ejemplo, realizaron sus pesquisas en Santa Casa, Vichay y Mascash, sumado al trabajo en los diferentes puestos de salud.

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La ciudad está llena de hermosos parques, las áreas verdes tienen un cuidado especial y las diversas plantas florales adornan las incontables plazas. A solo una cuadra de nuestra residencia nos sorprende un pintoresco lugar que lleva por nombre “parque Cuba”.

Converso entonces con mis caseros. Ellos, conocedores de la historia local, me comentan que el sitio fue construido por la municipalidad en agradecimiento a los cubanos que llegaron a estas tierras durante el devastador terremoto de 1970. Otras áreas de la ciudad también fueron creadas en homenaje a las numerosas brigadas internacionales desplegadas acá.

Antes de retirarme, ponen en mis manos un libro –Huaraz, Historia de un Pueblo en Transformación– escrito por Claudio Augusto Alba Herrera, que describe la historia fundacional y republicana de la región.