COVID-19: ¿por qué seguirse cuidando después de la vacuna?

Es probable que en el año y poco más de un mes que llevamos conviviendo con la COVID-19 en Cuba te hayas preguntado cuándo podrás, finalmente, salir a la calle sin nasobuco, si será posible celebrar los próximos cumpleaños, ir a la playa o sentarse en el Malecón para refrescar en el verano. Seguro quieres saber si ya podrás abrazar sin temor, visitar al abuelo o llevar a la niña al parque.

En medio de tantas dudas y deseos, los cinco candidatos vacunales cubanos se dibujan como la salida más cercana y exitosa de la pandemia en el país, aun cuando se encuentren en Fase de ensayo clínico, con un camino por recorrer. Ahora bien, ¿participar cómo voluntario o voluntaria en los ensayos, e incluso, ser vacunados, nos libera del nasobuco y las medidas asociadas? La respuesta corta es que no, al menos hasta el momento. Pero ¿por qué?

Tres expertas explican…

Según las cifras más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), son cinco las vacunas autorizadas para su uso temprano o limitado, mientras otras ocho se encuentran aprobadas para su administración. Según ha explicado la doctora Katherine O’Brien, experta en vacunas de la OMS, los ensayos clínicos demostraron que estas vacunas protegen a las personas contra el desarrollo de la enfermedad de COVID-19, que puede ser leve, moderada o grave. Lo que aun no se sabe es si las vacunas también protegen contra la transmisión a otra persona.

“Entonces, esta es una parte realmente importante de nuestra comprensión sobre lo que hacen estas vacunas. ¿Solo protegen contra enfermedades o también protegen contra la infección y la transmisión a otra persona, incluso si no tiene ningún síntoma?”, comenta O’Brien.

Por esta misma línea, la científica jefa de la OMS, la doctora Soumiya Swaminathan, asegura que los informes indican que aquellos que han sido vacunados y se infectan podrían tener una carga viral menor, y, por lo tanto, menos posibilidades de infectar a otros.

“Pero hasta que no sepamos completamente sobre esto, es importante que las personas, incluso después de la vacunación, tomen precauciones, usen una mascarilla, se laven las manos, y mantengan el distanciamiento físico, porque incluso si tienen una infección asintomática y puede que no se enfermen porque recibieron la vacuna, aún podrían portar el virus y contagiarlo a otras personas. Por tanto, debemos asegurarnos de controlar la propagación de la infección”, dice Swaminathan.

En esto también coincide la doctora cubana María Eugenia Toledo Romaní, investigadora principal del ensayo clínico fase III del candidato vacunal Soberana 02. Según comentó la experta, ninguna de las vacunas existentes ha demostrado que tiene un efecto directo sobre la infección. “La intención de la vacunación es proteger contra la enfermedad sintomática. Por tanto, la inmunización tiene que ser una medida más y formar parte de las estrategias de prevención que implemente el país”.

Algunas cuestiones del escenario cubano

Recordemos que en Cuba se desarrollan cinco candidatos vacunales específicos contra la COVID-19: Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus, por el Instituto Finlay de Vacunas y Mambisa y Abdala, por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB). Son Abdala y Soberana 02 las que se encuentran en una etapa más avanzada de estudios, específicamente en la Fase III de ensayos clínicos.

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Ambos candidatos vacunales tienen planteado en su diseño del estudio evaluar su eficacia, seguridad e inmunogenicidad a partir de sujetos divididos en grupos experimentales (que reciben las dosis del candidato) y un grupo controlado con placebo. Esto quiere decir que los voluntarios pertenecientes a este último grupo durante el ensayo clínico (donde se ubican de manera aleatorizada y a doble ciego) no les será administrado el candidato vacunal, sino que recibirán una simulación del mismo, sin efectos específicos para la condición que está siendo aplicado. Aclarar, eso sí, que quienes se incluyan dentro del “grupo placebo” recibirán al concluir el ensayo las dosis correspondientes del candidato vacunal.

Por otro lado, como parte también de los estudios en Fase III de Soberana 02 y Abdala, se realizan estudios de intervención controlada en la población, que no incluye placebo. En este caso, los voluntarios sí reciben desde el inicio las dosis de los candidatos vacunales. Ahora bien, es preciso tener un factor en cuenta. Soberana 02 estudia en esta tercera fase dos esquemas de vacunación: uno que utiliza dos dosis de este candidato y otro que emplea dos dosis más una tercera de Soberana Plus como refuerzo. En las dos variantes la administración a los sujetos es cada 28 días. Mientras, Abdala aplica tres dosis cada 14 días. Durante el proceso, aun sin concluir el ciclo de vacunación, los voluntarios pueden contraer la enfermedad de la COVID-19 lo que conllevaría a salir del estudio y pasar a un protocolo diferente.

Por tanto, participar como voluntario en los ensayos clínicos o en los estudios de intervención controlada no protege per se de la enfermedad. Contagiarse de la COVID-19 es una posibilidad que no está asociada en ningún sentido con la calidad o la eficacia del candidato vacunal. Sobre todo, porque estamos hablando que, hasta el momento, lo que se ha demostrado es que protegen contra el desarrollo de la enfermedad, pero no contra la transmisión de la misma. Entonces, cuidarse en cualquiera de los escenarios es clave.

En esto insiste la doctora Toledo Romaní: “Todos los candidatos vacunales están en el camino de poder demostrar si las vacunas también ejercen un efecto sobre la infección. Sin embargo, la variable principal de eficacia de todos los candidatos vacunales es prevenir la enfermedad sintomática, es decir, evitar que las personas lleguen a tener síntomas de la enfermedad o a que evolucionen a formas graves de la misma”.

Y agrega que “en el estudio de eficacia que hoy se desarrolla con Soberana 02, también se ha incluido poder evaluar si hay un impacto sobre la infección (transmisión de la enfermedad). Pero todavía es una parte de las variables de nuestro estudio que necesita ser demostrada”.

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Entonces ¿por qué cuidarse? Claves esenciales

Supongamos un escenario en el que un voluntario ha recibido las tres dosis de cualquiera de los dos candidatos vacunales que actualmente se encuentran en Fase III. Si ya está protegido contra la enfermedad sintomática, ¿por qué tiene que seguirse cuidando? ¿Qué pasa si se relajan las medidas de control higiénico-sanitarias?

La doctora Toledo Romaní investigadora principal del ensayo clínico fase III del candidato vacunal Soberana 02 resume en tres aspectos, los aspectos esenciales por las que es necesario continuar aplicando las medidas de protección.

“Primero, porque no sabemos si al final vamos a lograr proteger de la infección (toda vez que los candidatos se encuentran aún en fase de ensayos clínicos). En segundo lugar, no es inmediatamente que las personas se vacunan que estas quedan protegidas. Como un tercer elemento, hay que señalar que la protección que se alcance es una respuesta individual: hay sujetos que van a tener mejor protección y otros cuyos títulos de anticuerpos van a ser menores y las vacunas puede que no lleguen a protegerlos ni siquiera contra la enfermedad”, explica.

Además, subraya que existe una parte de la población que hoy no se está vacunando, porque son sectores demográficos que llevan estudios individuales. Entonces, si una persona ya vacunada contrae la enfermedad no desarrollará síntomas, pero sí es capaz de contagiar, por ejemplo, a un anciano de mayor de 80 años o a un niño que no ha recibido la vacuna y que, por tanto, puede evolucionar a formas graves de la enfermedad. Por tanto, las medidas de prevención establecidas permiten seguirlos protegiendo hasta que se desarrollen candidatos vacunales específicos para esta población.

Por otro lado, es preciso decir que, ante el avance y las mutaciones del virus las medidas de prevención y control higiénico-sanitarias siguen siendo seguras, en tanto aún se desconoce la efectividad de las vacunas contra las nuevas cepas.

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Otra cuestión fundamental a tener en cuenta es el escenario planteado si se relajan las medidas de protección de manera rápida o temprana. Según los resultados del estudio mostrados en el artículo “Vaccination and non-pharmaceutical interventions for COVID-19: a mathematical modelling study (Vacunación e intervenciones no farmacéuticas por COVID-19: un estudio de modelación matemática)”, publicado en la revista médica The Lancet Infectious Diseases, una relajación de las medidas de control durante el proceso de vacunación precipitaría una gran ola de infección, con las consecuencias asociadas a un aumento de los ingresos en los hospitales y el incremento de fallecidos muertes.

Teniendo en cuenta esto, el estudio plantea que el futuro del control de la COVID-19 depende, entre otros factores, de la prevalencia inicial de la infección, el rigor de las medidas higiénico-sanitarias para la prevención y las características de las vacunas, así como la rapidez con la que pueden ser administradas.

¿Serán permanentes las medidas de prevención y control?

El tiempo en que tendremos que seguir tomando las medidas de prevención y control de la enfermedad, tanto en Cuba como en el mundo, es en estos momentos imposible de predecir. De acuerdo con la doctora Katherine O’Brien, experta en vacunas de la OMS explica que se podrá comenzar lentamente a “quitar el pie del pedal” de estas acciones una vez se tenga una amplia cobertura de vacunación en la comunidad, cuando se conozca más sobre lo que realmente puede hacer la vacuna para prevenir la infección y se asegure que la transmisión, nuevamente, no ocurra.

Podremos celebrar los cumpleaños, ir a la playa, sentarnos en el Malecón o abrazar al abuelo. Lo que no sabemos es cuándo se pasará a esta “nueva normalidad” que implica, necesariamente, nuevos códigos de vida. Por el momento, lo que constituye una certeza es que el uso del nasobuco, el lavado de las manos, el distanciamiento físico y el resto de medidas de prevención y control de la enfermedad continúan siendo fundamentales para ganarle la batalla a la pandemia, aun en un contexto de vacunas y vacunados.