Dicen los analistas que, luego de la victoria en La Florida del aspirante a la presidencia norteamericana Mitt Romney, su camino a la nominación republicana en la puja contra Barack Obama se ha hecho más claro y tangible.
En efecto, Romney se impuso a su más cercano rival partidista, el ultraconservador John McCain, al acumular 47 por ciento de los sufragios en un estado que ha desempeñado papeles controvertidos en más de una elección general estadounidense.
Y en buena medida, explican las mismas fuentes, el voto de los sectores cubanos de derecha tuvo que ver con el afianzamiento de un aspirante que, al igual que McCain, no tuvo reparos en insultar a Cuba, denigrar del camino escogido por la Isla, y proferir amenazas y advertencias al que considera un país totalitario y dictatorial.
Las crónicas de la disputa política republicana en La Florida señalaron de forma destacada los encuentros de Romney con la titulada “vieja guardia cubana”, de la mano de personajes como el senador Mel Martínez y la representante Ileana Ros-Lehtinen.
Por su parte, McCain, en su búsqueda de adherentes del mismo signo, no vaciló incluso en advertir que de ser presidente acelerará operaciones encubiertas contra la mayor de las Antillas, y dijo que durante su hipotético mandato restablecería además las prohibiciones que George W. Bush impuso en su tiempo a los contactos familiares entre cubanos de uno y otro lado del Estrecho de la Florida.
Ambas figuras no tuvieron a menos hundirse en el marasmo de la verborrea que desde hace más de medio siglo gusta escuchar, repetir e incentivar la ultraderecha de origen criollo ligada a la violencia y al terrorismo.
Sin embargo, todo hace pensar que, aunque en el Sur de la Florida todavía el hacer alusiones despectivas y amenazantes contra la autodeterminación de los cubanos puede juntar votos cada vez más decrépitos, lo cierto es que para buena parte del electorado norteamericano el tema económico local y el enfrentamiento oficial de la crisis en curso desde 2008 resulta el asunto clave para dilucidar en las urnas en noviembre próximo.
Y si de meteduras de pata se trata en un tema tan sensible, en su gira floridana Romney no pudo ser más errático, al afirmar que los pobres en los Estados Unidos no le preocupan, para intentar esclarecer después de forma atropellada que ese sector “ya cuenta con una red de atención”.
Desde luego, no podía esperarse otra cosa de un aspirante cuya fortuna se calcula, según la revista norteamericana Forbes, en no menos de 250 millones de dólares, acumulados por intermedio de la compañía Bain Capital, fundada en 1984.
Monto al que se añaden cerca de ocho millones guardados en doce cuentas bancarias en la isla Gran Caimán, junto a otras inversiones que totalizarían veinticinco millones adicionales.
Por demás, según analistas, el pago de impuestos abonados por el citado aspirante republicano durante el pasado año fue de quince por ciento, cuando el norteamericano corriente enfrenta habitualmente una tasa de treinta y cinco por ciento.
Eso convierte a Romney en un postulante de lujo para los grupos pudientes, como declaró un empresario de origen cubano al intentar explicar su voto aprobatorio en la Florida. Se trata-enfatizó- de un millonario que nos representa y que gracias a su fortuna tiene una opción envidiable para sacar a los demócratas de la Casa Blanca.
En pocas palabras, un ejemplo de personajes y de ejercicio político que clasifican entre los modelos ajenos a quienes no congenian con manifestación alguna de injusticia, asimetría, doblez, demagogia, simulación, oportunismo y manipulación.
“Trillando” El Trillo (+Infografía)
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