La agencia AP ha tenido acceso a los reportes del “contratista” norteamericano Alan Gross, condenado en Cuba a 15 años de privación de libertad. Gross recibió medio millón de dólares de la empresa Development Associates International Inc. (DAI) de Bethesda, Maryland, que había logrado un contrato multimillonario con la USAID, agencia del gobierno norteamericano con un largo historial de acciones subversivas fuera de EE.UU., lo que ha sido reconocido recientemente por William Fisher, quien ha trabajado para el Departamento de Estado y la propia USAID por más de 30 años.
Veamos algunas de las cosas que aparecen en los reportes de Gross difundidos por AP.
- Introdujo en Cuba un “chip” informático para teléfonos móviles que, según expertos, suele ser usado por la CIA y el Pentágono para evitar la detección electrónica de señales telefónicas.
- A pesar de que el operativo fue financiado por el gobierno estadounidense, Gross se identificó como miembro de un grupo judío humanitario y no como representante del gobierno de Washington. Gross recibió medio millón de dólares como subcontratista de la USAID.
- Gross sabía que sus actividades eran ilegales y que temía las consecuencias, incluyendo la posible expulsión del país. Uno de los documentos afirma que uno de los líderes comunitarios judíos con los que contactó “dejó absolutamente claro que estamos ‘jugando con fuego”’. En otra ocasión Gross comentó: “No cabe duda, esto es un asunto muy riesgoso”. Y, finalmente: “La detección de señales de satélite sería algo catastrófico”.
- La empresa de Gross fue contratada para lo que AP denomina “romper el bloqueo informativo impuesto por el gobierno cubano” mediante “innovaciones tecnológicas como conexiones telefónicas, internet por satélite y telefonía celular”. Funcionarios de la USAID -o sea, del gobierno norteamericano- revisaron los reportes oficiales de los viajes de Gross y fueron enterados periódicamente sobre el proceso.
- Gross reclutó la ayuda de otros judíos estadounidenses para poder traer los equipos electrónicos pieza por pieza y evitar los controles en los aeropuertos cubanos. Dio instrucciones a sus ayudantes para que metieran los equipos, algunos de los cuales están prohibidos en Cuba, en el equipaje de mano en vez del equipaje de carga. Debían llevar artefactos separados en su equipaje de mano. De esa manera, escribió Gross, cualquier pregunta podría ser respondida en el proceso de rayos X en el puesto de seguridad, y no en la casilla de aduanas. El material era luego entregado a Gross en su hotel en La Habana.
- En una oportunidad viajó en automóvil siete horas, para no tener que pasar por la seguridad del aeropuerto. En su último viaje trajo una “discreta” tarjeta SIM — tarjeta electrónica de identificación de subscriptor —, diseñada para evitar que una transmisión por teléfono satelital sea detectada. El tipo de tarjeta SIM que llevaba Gross no se vende en el mercado y se facilita sólo a gobiernos, según un funcionario de una compañía de telefonía satelital y un ex funcionario de inteligencia estadounidense que ha utilizado ese tipo de chip. Los funcionarios, que hablaron a condición de anonimato debido a la sensibilidad de la información, dijeron que los chips usualmente son suministrados al Departamento de Defensa y a la CIA, pero pueden también ser obtenidos por el Departamento de Estado, que supervisa a USAID.
- La actividad de la USAID para “la promoción de la democracia en Cuba” fue estimulada por un fuerte aumento de la financiación bajo la administración Bush, y en una nueva estrategia que busca facilitarle tecnología de comunicaciones a los cubanos. El financiamiento estadounidense para programas relativos a Cuba aumentó de 3,5 millones de dólares en 2000 a 45 millones en el 2008. Actualmente asciende a 20 millones de dólares.
- Los líderes judíos en Cuba dicen que no estaban al tanto de los vínculos de Gross con el gobierno estadounidense y que ya tenían acceso a la internet. “Por supuesto, esto es una actividad encubierta”, dijo Robert Pastor, asesor de asuntos latinoamericanos durante el gobierno de Jimmy Carter y actualmente director de Centro para la Democracia y Elecciones de la American University en Washington. “Se trata de buscar un cambio de régimen”.
- Desde hace tiempo, la USAID ha pedido a visitantes a Cuba que introduzcan material prohibido en la isla, como libros y radios de onda corta, dijeron funcionarios estadounidenses enterados del programa. Y funcionarios de la USAID han admitido en interpelaciones legislativas que han empleado a contratistas para llevar programas computacionales que permitan enviar material codificado por internet, según participantes de las reuniones.
- Gross engañó a los agentes de aduana colocando cinta adhesiva encima de las marcas de los equipos BGANs: “Hughes”, el fabricante e “Inmarsat”, la empresa que provee el servicio de comunicación satelital vía internet. Los BGANs eran cruciales porque no solamente facilitan acceso a la internet por satélite, sino además una señal que puede servir a varios usuarios de manera inalámbrica. La ventaja de ello es que la comunicación va directamente al satélite, sin pasar por los servidores controlados por el gobierno. Gross escribió que los BGANs no debían ser usados fuera de La Habana, donde existen suficientes radios y ondas radiales como para ocultar las emisiones.
Pero si las comunidades judías en Cuba ya tenían Internet y no lo habían pedido al gobierno norteamericano, por qué apareció este Papá Noel cibernético cargado de regalos que nadie había pedido. Quizás la clave esté en lo que la misma agencia AP califica de crucial: “Los BGANs eran cruciales porque no solamente facilitan acceso a la internet por satélite sino además una señal que puede servir a varios usuarios de manera inalámbrica.”
¿Sería que con los BGANs las redes establecidas por Gross traspasarían las paredes de los centros comunitarios judíos para acercarse a sus reales usuarios, que necesitaban las comunicaciones cifradas, y que son los beneficiarios de todo lo que hace la USAID en Cuba? ¿Hay que ser muy suspicaz para suponer que en algún momento la construcción encubierta de una infraestructura sofisticada de telecomunicaciones se encontraría con los discípulos de los cursos para cibersoldados que imparten la Sección de Intereses de EE.UU. en Cuba y sus colaboradores, sin importar si son judíos, musulmanes o ateos, pero unidos en la religión del dinero que paga Washington?.
¿Si se llegara a crear una situación de crisis como las que constantemente están tratando de provocar las personas dirigidas por la representación diplomática de EE.UU. en Cuba, las redes de conspiradores formadas por EE.UU. no tendrían allí el soporte ideal para transmitir y recibir información de modo seguro sin posibilidades de ser interferidas por el gobierno cubano? ¿No se parecerá esto a lo que está ocurriendo en Siria, donde el Departamento de Estado norteamericano ha confesado haber entrenado personas en el uso de estas tecnologías con fines aparentemente muy nobles antes de que se desatara la actual situación?.
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