Hace ocho años ya y parece que fue ayer. Ocho años de su muerte, y lucen aún nítidos los recuerdos: aquellos días de práctica preprofesional en Radio Rebelde, cuando se supo la noticia, minutos antes de propagarla en el éter: “Vilma Espín ha muerto”.
Era hecho esperado, de algún modo, pero no por ello, menos doloroso.
En Vilma, es cierto, se resumieron muchas cualidades: Heroína de la República de Cuba, luchadora de la clandestinidad, combatiente de la Sierra Maestra…Aunque, uno de sus principales aportes fue su constante bregar por los derechos de las mujeres.
No debió ser fácil, en un país que vivía en esos años un machismo arraigado exponencialmente en la idiosincrasia de los cubanos y las cubanas. No debió ser fácil, exactamente, porque hoy todavía no lo es.
Pero Vilma creyó en los derechos plenos de las féminas, desde los primeros tiempos. El estudio de su propia profesión, ingeniería química, burlaba cualquier estereotipo que enemistara a chicas y ciencias puras.
Portando como bandera la austeridad, sensibilidad humana y comprensión, defendió la igualdad de género con respeto al origen social y racial. Tras la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas, aquel 23 de agosto de 1960, estuvo su sabiduría organizativa y sus ansías por una equidad postergada. Al desempeño institucional, a brindarles voz a las mujeres cubanas, a defender sus derechos, consagró hasta el último minuto de su vida.
No deja de ser impactante. Los debates actuales, polémicos, enardecidos, convidan al diálogo intergeneracional sobre derechos inalienables en pos de la paridad de todos y todas. El cuestionamiento no falta. ¿Cuánta visión progresista alcanzó esta mujer para superar sus circunstancias, su contexto patriarcal y abogar desde épocas tempranas y difíciles por estos temas?
Y los medios posicionan hoy más estos tópicos; ellas acuden con mayor frecuencia a la Casa de Orientación; los centros de trabajo se equilibran en su composición genérica; las tareas del hogar se comparten; se habla sobre nuevos modelos de familia. Han pasado más de 50 años.
Pero en plena década del 60, en una isla caribeña, -con todo el ajiaco folclórico que ello significa: con un analfabetismo apenas erradicado, un alto por ciento de féminas amas de casa, una violencia de género arraigada- hablar de derechos para las mujeres era harto arriesgado, valiente, vanguardista.
Apenas se pueden imaginar las confrontaciones ideológicas y políticas en el seno de la sociedad cubana de aquellos tiempos, o en el mismo centro de la familia cuando alguna chica enarbolaba el discurso de igualdad defendido por Vilma. Porque el género es un constructo social complejo, difícil de entender ante una educación tradicional…y conlleva riesgos, también sacrificios. Aunque, bien valieron, valen la pena.
En la mujer independiente, muchacha emancipada, desfile por la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia, hay un aliento de Vilma.
Su singular desvelo si no solucionó todo, dejó un buen camino adelantado. Mostró que detrás de cada mujer, hay muchas. Ella misma resultó varias Vilma: la combatiente y fiel colaboradora de Frank País, la compañera de vida de Raúl, la amiga inquebrantable de Fidel, la madre, la colega de trabajo, la federada.
Queda mucho por hacer, no es menos cierto. Ella abrió y desenredó la maleza de parte del fenómeno. El resto queda por nosotras. Y por ellos también.
Eduardo
18/6/15 9:11
Ester Recaarre Rojas, Querida abuela, conversando del doloroso estado militar en chile al revocar a Salvador Allende, desaparicion y torturas de familiares y comentanod su rol como mujer... dice (1998) Hijo, cuando sea grande entendera, el doloroso episodio que nos toco vivir por pensar diferente, y mi guia a seguir y por el cual nombre lleva tu madre "Vilma Espin"... leeras y entenderas lo lindo que es ayudarse uno a los otros....
QEPD abuela, enseñanza de vida.
saludos de Santiago de Chile.
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