El verano tiene su magia, su encanto, y para los cubanos atesora momentos históricos y tradicionales. Fue en esa etapa, pero de 1978, cuando el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes saltó las fronteras de Europa y llegó a una nación tercermundista y de América. A Cuba correspondió ese privilegio, al ser sede de la oncena de estas fiestas, que de esa forma se instalaba en el primer país socialista del hemisferio occidental.
Desde la propuesta de esta decisión —acordada en la 9na. Asamblea de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas realizada en Bulgaria, en noviembre de 1974, y ratificada en febrero del año siguiente, en la República Democrática Alemana, en la primera reunión del Comité Internacional Preparatorio del XI Festival— el foro fue cálidamente acogido entre los cubanos y el país trabajó incansablemente para dispensar la mejor acogida a sus queridos y jóvenes huéspedes.
El Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba aprobó una resolución sobre el Festival, en la cual se expresaba la seguridad de que nuestro pueblo y su juventud sabrían cumplir con honor sus deberes y responsabilidades, para hacer de este evento un nuevo éxito de la Revolución. De igual forma se pronunció el Tercer Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, en la tesis Cuba, sede del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, discutida por el pueblo en general y aprobada en el evento.
El 28 de julio de 1978 la ciudad de La Habana, con su tradicional hospitalidad, abría sus brazos a los representantes de la juventud mundial. Por sus principales avenidas, repletas de público, transitaron las delegaciones hacia el Estadio Latinoamericano. El recorrido incluyó tres kilómetros de cantos, risas, abrazos, alegría y solidaridad de los 18 500 jóvenes en representación de 145 países, que llegaron a nuestra Patria. El acto inaugural allí estuvo precedido de un fugaz aguacero, que refrescó la cálida tarde habanera y colocó una nota peculiar a la actividad.
El Comité Organizador de la Mayor de las Antillas no pudo escoger mejor orador para iniciar la fiesta de la amistad que al General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien tenía ese compromiso pendiente, pues muy pocos sabrán que él no pudo integrar la delegación de la Juventud Socialista cubana que asistió a la cita de Bucarest, Rumania, en 1953, pese a haber sido uno de sus integrantes más activos y formar parte del Comité Internacional Preparatorio del evento. Cuando esa cita, el hoy presidente cubano iba camino al Cuartel Moncada a un encuentro con la historia junto a Fidel y otros jóvenes de la generación del centenario del Apóstol.
Quizás fue esa una de las muchas razones para que ese 28 afirmara que la juventud es por naturaleza renovadora, combativa y audaz. “Cuando esas cualidades admirables se ponen sin reservas al servicio de la humanidad y de sus pueblos, cuando esa fuerza se levanta en lucha, se revitalizan las esperanzas y se acrecientan las fuerzas empeñadas en conquistar un futuro mejor para todos los hombres”.
DÍAS INTENSOS
Nada quedó fuera del programa del Festival. Se abrieron centros de discusión política, en los cuales se abordaron los temas más importantes del mundo contemporáneo dentro del ámbito juvenil. Funcionó el tribunal La juventud acusa al imperialismo, y en él, ante distinguidas personalidades y eminentes juristas, decenas de hombres y mujeres, víctimas de la represión y la tortura, narraron sus testimonios. Los encuentros entre las delegaciones se desarrollaron en las casas club de los diferentes países. Especialmente en la de Cuba, sus participantes pudieron conversar ampliamente con el líder histórico de la Revolución, quien hizo cotidiana su presencia.
Un amplio intercambio acerca de temas relacionados con la infancia y la adolescencia reunió a los delegados e invitados en el Centro Internacional de Amigos de los Niños; mientras que el programa deportivo se desarrolló en el entonces Instituto Superior de Cultura Física de La Habana, donde se organizaron exposiciones, encuentros entre atletas de diferentes países, simultáneas de ajedrez, la carrera de los 1 978 metros y los encuentros de béisbol, boxeo, motocross, esgrima, atletismo y gimnasia rítmica.
El Instituto Superior de Artes y la Escuela Nacional de Artes fueron espacios para analizar diversas ponencias relacionadas con las manifestaciones artísticas de los pueblos, como medio de lucha contra las distintas formas de opresión. Los teatros, cines, anfiteatros y espacios al aire libre fueron escenarios para que cada país expresara su arte mediante conciertos, recitales y galas nacionales.
Pero hubo más: la noche del 31 de julio los delegados fueron recibidos en las cuadras de cada barrio. Los capitalinos haciendo gala de su hospitalidad agasajaron a los nuevos vecinos con platos típicos, bebidas y bailes nacionales, así como regalos de artesanía doméstica. Hubo fiestas hasta el amanecer... También los delegados conocieron nuestras playas, asistieron a un tradicional carnaval habanero y visitaron lugares de interés histórico, social y económico.
DESPEDIDA CON FIDEL
Uno de los principales regalos del Festival fue que durante su celebración Cuba anunció el nuevo Código de la Niñez y la Juventud, documento único en el continente americano. También la hasta ese momento Isla de Pinos pasó a ser nombrada, el 2 de agosto de 1978, Isla de la Juventud. En ese sitio los delegados compartieron su alegría con los jóvenes de diferentes países que estudiaban en las escuelas del territorio.
Además, se inauguró la Fuente de la Juventud en el centro de la plaza homónima delimitada por las calles Paseo, Primera y Malecón en el barrio de El Vedado. Hubo una emisión conmemorativa de 11 sellos por el foro mundial y se compusieron diez temas dedicados a la cita, los que fueron editados en un disco por la Egrem y Areíto. En busca de una nueva flor fue la canción tema del evento escrita por Mike Porcel e Ireno García. La interpretó Argelia Fragoso.
La Plaza de la Revolución José Martí acogió el cierre del XI Festival, el 5 de agosto. Una vez más se unieron lado a lado, la juventud mundial y el pueblo que “comparte sus luchas, inquietudes y esperanzas”. Era una impresionante y masiva manifestación, a pesar de las lluvias torrenciales caídas solo a minutos de comenzar el acto final. Algunos jóvenes en representación de los participantes alzaron sus voces en agradecimiento a nuestro pueblo y resaltaron el compromiso de mantener en alto las banderas de la verdad y la lucha contra el imperialismo, enemigo de la humanidad.
Luego, un breve discurso de Fidel pero lleno de enseñanzas puso fin a la cita, en la que “brillaron especialmente los sentimientos de solidaridad y paz, que inspiraron el lema de este Festival. Solidaridad necesaria, imprescindible, ineludible entre los abanderados y combatientes del progreso humano, para darnos las manos, estrechar filas, multiplicar fuerzas, derribar obstáculos, vencer poderosos enemigos y marchar unidos por los caminos de la libertad, la dignidad, el bienestar y la felicidad del hombre.
”Paz que los pueblos anhelan, que los jóvenes y niños del mundo demandan con fuerza incontrastable en esta era nuclear, para preservar su derecho a la vida y un destino mejor para todos los pueblos…”, aseguró el Comandante en Jefe, quien añadió que “jamás se borrarán de nuestras mentes las imágenes de estos inolvidables días junto a ustedes. Nos sentimos estimulados a ser mejores para estar a la altura de la juventud y el mundo que hemos conocido en estos días”.
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