“Vamos a estremecer al mundo con nuestra verdad y será una batalla donde no quedará ni trizas del prestigio del gobierno de ese país (EE. UU.)”, aseguró Fidel Castro ante numerosos periodistas cubanos y foráneos que se congregaban en la pequeña aula de la Escuela Marcelo Salado, en Cárdenas, ante el pupitre vacío de Elián González.
Era el 6 de diciembre de 1999, Cuba se estremecía por el destino del niño que, luego de naufragar la embarcación en la cual su madre se lo llevaba ilegalmente del país con destino a Estados Unidos, rescatado asombrosamente del mar, se convirtió en show para la parentela de Miami que se negaba a devolverlo a su padre.
Fidel, con su visión imperecedera, anunciaba la certeza de que los amigos del mundo sumarían sus voces por la verdad, y que se iniciaba una batalla con las ideas.
La lucha fue intensa, los cubanos marcharon por calles y plazas exigiendo al gobierno de los Estados Unidos que tomara cartas en el asunto y devolviera el niño a su padre en Cuba. Intelectuales, artistas, senadores, religiosos y personalidades universales emitieron cartas y mensajes al entonces presidente William Clinton.
Más del 80 % del pueblo norteamericano abogaba por el retorno del pequeño, a quien la extrema derecha de Miami tomó como estandarte en su arcaica política en contra de la Isla e ignoraba el reclamo de millones de personas en todo el planeta que solicitaban el uso de la razón y de la justicia.
Siete meses después, el 28 de junio del año 2000, la imagen de Juan Miguel González descendiendo de la aeronave en la terminal José Martí, de La Habana, recorrió el mundo en segundos porque agencias noticiosas, televisoras y periódicos se encargaron de difundirla, y numerosas lágrimas afloraron hasta en los más férreos rostros por la emoción de saber a Elián en casa.
Cada 6 de diciembre en Cárdenas celebraba el cumpleaños de Elián, y se retomó la lucha por las anchas calles de la Ciudad de Bandera hasta su regreso. Después, los Cinco antiterroristas cubanos que permanecieron presos en las cárceles estadounidenses, fue otra gran batalla anunciada y ganada por el pueblo cubano y amigos incansables de la solidaridad con Cuba.
Fidel estuvo varias veces en el patio de la escuela Marcelo Salado, aunque Elián cursó otros grados, creció y hoy es Ingeniero Industrial, la pequeña aula del pupitre vacío, símbolo de la resistencia, constituye actualmente un museo que atesora la memoria de aquellos días para siempre.
En el año 2001, el 14 de julio, el líder de la Revolución Cubana fundó el museo dedicado a la Batalla de Ideas, sitio a donde acuden miles y miles de personas de todas las latitudes para conocer de cerca la historia más reciente. Aquel día en el libro de visitas Fidel insistió en que: “…la batalla de ideas no puede perderse, ni se perderá, la especie humana depende de ella…”.
Los cubanos no olvidan que hace apenas un año, medios de prensa de dudosa ética difundieron rumores de que Elián González había abandonado Cuba. La respuesta del joven fue contundente: “…me siento feliz en Cuba, de que el resultado de esa lucha protagonizada por los cubanos a la que se sumó el pueblo norteamericano y muchas personalidades, dirigidos por Fidel, me dio la posibilidad de crecer aquí, conocerlo, ser su amigo y es mi mayor orgullo…”.
En incontables oportunidades Elián habló del humanismo de Fidel, hoy, como un cubano más, cumple el servicio social, luego de graduarse en la Universidad de Matanzas. A 17 años de su regreso, la verdad de los cubanos estremece todavía al mundo, y el prestigio del gobierno de aquel país en el hemisferio Norte vuelve a estar en dudas, después del reciente discurso de su presidente, con el empeño de estrangular a los cubanos con sus obsoletas políticas.
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