Enero de 1953. Para evitar que la tiranía batistiana se apropiara de las celebraciones por el centenario del nacimiento de José Martí, la juventud cubana tomó en sus manos la conmemoración. Pero como eran tiempos de lucha, no se pretendía solo una evocación de la vida y pensamiento del Héroe Nacional.
De ahí que se requiriera organizar un foro donde los jóvenes debatieran sobre la problemática del país y se denunciara al régimen dictatorial que, tras usurpar el poder con una asonada, violaba constantemente los derechos humanos, entronizaba la discriminación racial y de sexo, y desempleaba a 600 mil cubanos. La propuesta de denominarlo Congreso Martiano por los Derechos de la Juventud fue muy bien acogida. La magna cita podía servir, a la vez, de homenaje al prócer y de tribuna de denuncia contra los males del desgobierno.
La tiranía no cesaba en sus provocaciones. Cuando el 10 de enero de 1953, alumnos de la Universidad de La Habana develaron en la plazoleta, ubicada frente a la escalinata, un busto de Julio Antonio Mella, fundador de la FEU y del primer Partido Comunista, la efigie apareció embadurnada días después.
La FEU organizó una gran manifestación en la que participó gente de pueblo, para protestar contra la profanación. Los aparatos represivos del régimen actuaron con bestialidad e intentaron detener a los jóvenes a tiro limpio. Hubo varios heridos graves; uno de ellos, Rubén Batista, falleció un mes más tarde.
Nada de esto contuvo a la juventud cubana. El 17 de enero, en horas de la mañana, desde la tumba del Apóstol en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, partió un grupo de jóvenes que iniciaban así la Travesía de la Flor y la Bandera, la cual debía concluir en el Parque Central de La Habana, el 28 de enero.
La caravana juvenil atravesó el oriente cubano, el Camagüey y la región central del país. Ya avanzaba hacia occidente cuando un ministro de la tiranía manifestó públicamente que se negaba el permiso al desfile programado para el día 28 en la capital. Pero los jóvenes no se amilanaron.
EN CONGRESO
A pesar de todos los obstáculos puestos por la tiranía, el Congreso Martiano por los Derechos de la Juventud inició sus sesiones el 26 de enero, en un local ubicado en Xifrés entre Estrella y Maloja.
Fue, como se esperaba, una magnífica tribuna de denuncia al régimen dictatorial y a su política antipopular.
En el foro se destacaron, entre otros, Raúl Castro Ruz y Léster Rodríguez, futuros participantes en el asalto al cuartel Moncada.
Debido a la situación creada por el ministro batistiano, al prohibir la manifestación del 28 de enero, se convocó a las distintas organizaciones e instituciones juveniles existentes en el país a una reunión para decidir cómo iban a enfrentar esa arbitrariedad.
A iniciativa de la FEU, decidieron coordinar los homenajes que ya tenían preparados, “a fin de efectuar uno solo, pero más unido y grandioso”; para ello aceptaron “integrar un frente único juvenil que haga más lúcidos los distintos actos en memoria del Apóstol”.
Los participantes al congreso juvenil elaboraron, además, el Programa de los Derechos de la Juventud, que llama a la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida de los jóvenes y el acceso a la educación, la cultura y los deportes, así como el cese de toda discriminación.
Se seleccionó también la delegación cubana al Congreso Internacional de Viena, para la cual se eligió como jefe a Raúl Castro Ruz.
Una vez finalizadas las sesiones del congreso, miles de jóvenes se congregaron cerca de la medianoche del 27 de enero de 1953 en la Universidad de La Habana y protagonizaron la Marcha de las Antorchas que culminó en la Fragua Martiana.
A la tarde siguiente, el estudiantado volvió a echarse a la calle, en un desfile multitudinario que partió desde la Universidad. Según iba avanzando por la calle San Lázaro, se incorporaban hombres y mujeres de pueblo, en una ola humana imponente. La tiranía no se atrevió a disolverla.
Tanto en la Marcha de las Antorchas como en el desfile del 28 de enero participaron los revolucionarios que, nucleados en torno a Fidel Castro, se entrenaban con vistas a la insurrección popular armada que derrocaría al régimen dictatorial.
Los jóvenes dirigidos por Fidel dieran una demostración de su organización y adiestramiento, al marchar en bloque, demostrando que estaban preparados para cualquier tipo de enfrentamiento.
Ellos serían quienes protagonizarían las acciones del 26 de julio en Santiago de Cuba y Bayamo, con las cuales se inició una nueva fase en las luchas revolucionarias de nuestro pueblo.
GARDENIA
12/4/13 20:34
el sitio me parece muy interesante quisiera.Quisiera que continuaran asi.
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