Una de las más hermosas y espontáneas tradiciones patrióticas de los cubanos de cualquier edad es la de llevarle una flor a Camilo cada 28 de octubre, aniversario de su desaparición física en el mar.
Nada más emotivo que ver a cientos de niños por toda la Isla, “llevando en sus manitas de hombre fuerte”, parafraseando a José Martí, un ramito o una flor para tirársela al Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán en el mar, donde desapareciera hace 58 años, o en cualquier río, presa o arroyo de este país.
Enorgullece verlos caminando junto a sus maestros, a sus padres, o solos, cuando la vida se los permite, y no son los únicos, pues para homenajear a Camilo la edad nada define. Ese día, la abuela o el abuelo que de niños ya lo hacían, vuelven a recordar aquellos años infantiles o mozos, y flor en mano, van dispuestos y alegres a donde brote cualquier hilito de agua.
El lugar no es lo importante, lo esencial resulta el sentido tributo recordatorio al Señor de la Vanguardia, al hombre de la sonrisa franca y el sombrero alón, al Camilo Cienfuegos de las mil anécdotas, al habanero campechano, hijo de españoles, quien en corto tiempo logró llegar al corazón del pueblo, y desde allí multiplicarse en miles: eso es lo que vale.
Mas no todos saben quién fuera el iniciador de tan bella tradición. Muchos niños y jóvenes desconocen, y debieran saberlo, lo cual constituye una tarea aún pendiente para el maestro cubano, que su promotor fue el Che: el Comandante Ernesto Guevara, el jefe, amigo y compañero fiel de Camilo, a quien calificara como el Señor de la Vanguardia.
Su hija Aleida Guevara March ha contado la manera en que todo comenzó: “Recuerdo una tarde en el malecón, papi iba a manejando el carro, con mami, mi hermano Camilo y yo, y de pronto paró el auto. No recuerdo si íbamos al malecón en especial o si íbamos por la zona, lo que sí sé es que paramos. Él nos bajó a Camilo y a mí, nos encaramamos encima del muro del malecón, y habló con nosotros. Algo nos explicó, no recuerdo con exactitud, pero sé que fue el primer momento en que yo recuerdo haber tirado una flor al mar a Camilo”.
A partir de la idea del Che, a través de Radio Reloj y en la revista Verde Olivo de octubre de 1960 fue publicado un patriótico llamamiento con el título de Una flor para Camilo, que decía en uno de sus párrafos: “Ese día, el 28 de octubre, que fue cuando Camilo emprendió ese trágico vuelo sin regreso desde Camagüey, a donde había ido a desbaratar una traición, nuestro pueblo rendirá un sencillo y profundo homenaje al glorioso Comandante: ese día cada cubano llevará una flor al mar, en recuerdo de Camilo. Esa flor será el símbolo; el avance decidido de la Revolución, será la expresión material de esos sentimientos que unen al pueblo de Cuba con el que fue y será uno de sus líderes más queridos”.
Fidel estuvo entre los cubanos que aquel 28 de octubre de 1960 acudió al Malecón habanero a homenajear al desaparecido Comandante Rebelde que no estaba en contra suya ni en la pelota: “Llegó en horas de la tarde a las cercanías del Castillo de la Punta y enseguida fue rodeado por una multitud de habaneros. El líder de la Revolución pudo llegar al muro del Malecón, al cual subió para saltar luego hacia los arrecifes. Se acercó todo lo más posible al mar y desde allí lanzó a las olas una blanca flor para el héroe de Yaguajay”.
De entonces acá, cada 28 de octubre se repite la peregrinación en homenaje a Camilo, quien a sus 27 años era ya el más carismático de los rebeldes y que, como afirmara el Che, en su renuevo continuo e inmortal se ha convertido en la imagen del pueblo.
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