Realmente para los cubanos de hoy, la figura de José Antonio Saco (Bayamo, 7 de mayo 1797-Barcelona, 26 de septiembre de 1879) resulta en buena medida desconocida, y no faltan razones para ello.
Sin embargo, se trata de una personalidad que, sin ser de primera línea, como lo es su maestro Félix Varela, el primero que nos enseñó a pensar en los asuntos de Cuba, tiene un mérito que lo inmortaliza en la historia de Cuba: su antianexionismo.
Fue Saco un hombre de pensamiento avanzado para la época que le tocó vivir y contribuyó a dar un concepto de nacionalidad que ahora, cuando se cumplen exactamente 220 años de su nacimiento, nos hace pensar y conmover por su raigal cubanía.
Escribía el abogado bayamés en 1849: “…la nacionalidad es la inmortalidad de los pueblos y el origen más puro del patriotismo”.
Y ¿qué somos?, sino herederos de un país donde entre lo más puro de nuestros sentimientos está el patriotismo. Ese amor a la patria que nos inmortaliza como pueblo, y nos hace inmune a tantas ideas de neocolonialismo político y cultural que a diario nos acechan.
Resulta necesario acercarnos a Saco, sí; pero no por su erudición, que sin duda la tenía, incluso hasta el punto de ser considerado como “la enciclopedia viviente”, sino, y sobre todo, para ahondar en su antianexionismo. En ese antídoto tan necesario que muchos olvidan, o quieren hacernos olvidar, atraídos por los cantos de sirena del vecino del Norte, que al final, guste o no, nos desprecia.
Saco, cuando muchos cubanos de su tiempo veían la anexión a los Estados Unidos como la solución de los problemas de una Cuba esclavizada y bajo el yugo colonial español, tuvo la lucidez suficiente, y también el valor, de enfrentar esa peligrosa corriente.
Escribió palabras que si fueran escritas hoy tuvieran la misma validez de entonces, pues una anexión al país norteño sería el mismo suicidio de aquella época, agravada ahora por dos siglos de lucha y de combate, y la sangre derramada de miles de cubanos.
Decía el bayamés, quien fuera expulsado de Cuba por sus ideas liberales en el exilio, en Barcelona: “En cuanto a mí, a pesar de que conozco las inmensas ventajas que obtendría con esa incorporación pacífica, debo confesar con todo el candor de mi alma que me quedaría un reparo, un sentimiento secreto por la pérdida de la nacionalidad cubana”.
“…dentro de pocos años los yanquees serían más numerosos que nosotros y en último resultado no habría reunión o anexión, sino absorción de Cuba por los Estados Unidos. Verdad es que la Isla siempre existiría, pero yo quiero que Cuba sea para los cubanos y no para los extranjeros”.
Fijémonos en las palabras tan convincentes. Al final, y así hubiera sucedido, hubiéramos sido absorbidos por esa nación. Hubiéramos perdido lengua, religión, costumbres, idiosincrasia; en fin, hubiéramos perdido la cubanía.
Esa fue la gran contribución de José Antonio Saco al edificio sagrado de la patria. Esa fue la herencia ideológica dejada por quien está cumpliendo dos siglos y 20 años de haber nacido en esta isla.
Sintamos ahora mismo similar orgullo al que sintiera en su momento este polémico y contradictorio intelectual, cuando escribiera: “Yo creo que no inclinaría mi frente ante sus rutilantes estrellas, porque si he podido soportar mi existencia siendo extranjero en el extranjero, vivir extranjero en mi propia tierra sería para mí el más terrible sacrificio”.
Si lo hacemos, sabremos que las ideas antiesclavistas y antianexionistas del cubano del siglo XIX no dejan de sernos útiles y necesarias. Corren tiempos de contraofensiva ideológica neoliberal, de confundir buenas relaciones entre nuestros dos pueblos con concesiones de principios, y ahí también está parte del antídoto.
Muchos quieren que olvidemos nuestra historia, nuestros orígenes, que no bebamos en esos ríos de cubanidad, en los que el pensamiento de Saco entronca con el de Varela, con el de Luz, con Martí hasta llegar a Fidel Castro.
Nuestro Héroe Nacional nos llamaba a ir a las raíces, pues precisamente allí está la savia beneficiosa de la cubanía. La misma savia de esa nacionalidad defendida por el ilustre pensador bayamés.
Un hombre que sintiendo cercana la muerte, solicitó se inscribiese en su tumba el siguiente epitafio: “Aquí yace José Antonio Saco que no fue anexionista porque fue más cubano que todos los anexionistas”.
Una hermosa lección que no debe, ni puede, ser olvidada.
Arturo Chang
7/5/17 22:00
Actualmente José Antonio Saco es imprescindible.
Dicen que hay neo anexionistas, y no lo niego, pero también los hay a la vieja usanza.
Al autor le sugiero abordar el pensamiento de Saco aunque no encuentre el pretexto de una fecha, sino que se inspire en la situaciòn presente.
Gracias por el texto.
Narciso
8/5/17 8:26
Cierto que Saco nos inspira a ser más cubanos y defender la Patria ante las aspiraciones anexionistas y neoanexionistas. Para combatir a los de la vieja usanza y a los neoplattistas.
Su famosos trabajo “Ideas sobre la incorporación de Cuba en los Estados Unidos”, escrito en París en 1848 y que se conoce Contra la anexión tiene ideas que nos sirven para hoy y para el mañana:
“…desearía que Cuba no solo fuese rica, ilustrada, moral y poderosa, sino que fuese también Cuba cubana y no anglosajona”.
Estados Unidos “aspirará a la dirección política de los negocios de Cuba; y la conseguirá, no sólo por su fuerza numérica, sino porque se considerará como nuestra protectora o tutora y mucho más adelantada que nosotros en materias de gobierno”.
“los cubanos serán excluidos de todos o casi todos los empleos: y doloroso espectáculo es por cierto que los hijos, que los amos verdaderos del país, se encuentren en él postergados por una raza advenediza. Yo he visto esto en otras partes, y sé que en mi patria también lo vería”.
“(…) resignado estoy a no verla nunca más (Cuba); pero menos me parece que la vería si tremolase sobre sus castillos y sus torres el pabellón americano. Yo creo que no inclinaría mi frente ante sus rutilantes estrellas, porque si he podido soportar mi existencia siendo extranjero en el extranjero, vivir extranjero en mi propia tierra sería para mí el más terrible sacrificio.”
Por su importancia, incluyo la valoración que sobre este pensador cubano hiciera el historiador Eduardo Torres Cuevas:
“Saco parte de la existencia objetiva de una nacionalidad cubana, que es su nacionalidad y a cuya defensa consagra todas sus fuerzas. Nadie antes que él estableció la diferencia entre una nacionalidad cubana y la española o la norteamericana, formulando así lo que todos sentían pero no podían explicar racionalmente. Si Saco es antianexionista lo es por defender esa nacionalidad contra la estadounidense…”
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