Entre 1950 y los primeros meses de 1952 tres jóvenes abogados ejercieron su profesión en una oficina de apenas 10 metros cuadrados. Fidel Castro, Jorge Aspiazo y Rafael Resende rentaron el lugar por su ubicación en uno de los centros más importantes de la vida del país: la Habana Vieja; y porque era lo suficientemente barato para pagar por los licenciados en Derecho.
La máquina de escribir, comprada a plazos; los muebles originales de la época, conservados y restaurados; y algunos de los libros que decoraron el gabinete fueron rescatados por la Oficina del Historiador de la Ciudad para convertir la habitación en una sala museo.
El cuarto tiene algunas características particulares: para llegar hay que atravesar los pasillos de la Empresa de Construcciones de la Industria Eléctrica de La Habana; un pequeño número de personas son suficientes para llenar su espacio; y por todos lados se respira y nota la presencia de José Martí.
El local fue inaugurado recientemente como sala museo en ocasión del 90 cumpleaños del Comandante en Jefe Fidel Castro. Las Rutas y Andares que promueve la Oficina del Historiador lo han incluido también en sus recorridos: una oportunidad para conocer la historia del pequeño apartamento marcado con el número 306.
Denia
23/8/16 16:09
Aun recuerdo como desde ese mismo apartamento Fidel pudo escribir acusaciones contra politicos de la epoca y publicarlo en los periodicos pues en esa republica existia la libertad de expresion y pensamiento sin ser perseguidopor ello. Gracias
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