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viernes, 22 de noviembre de 2024

Desafiar poderosas fuerzas

Cada año la historia nos lanza el reto…

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 26/07/2024
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La Historia por Asalto.
El programa del Moncada no solo era de una raigambre martiana, sino que encerraba la transformación hacia un modelo de participación más justo basado en la verdad, en la pasión por el trabajo y en la reivindicación de las grandes mayorías.

Cada año se imponen las reflexiones en torno a las fechas conmemorativas y el 26 de julio no es la excepción. Hace ya más de medio siglo, se alzó una generación de muchachos que no estaban dispuestos a dejar morir a José Martí en el año de su centenario, pero más que eso, llevaban un programa de lucha y de transformación social que se basaba en la consecución de la justicia social y el emprendimiento de un nuevo camino que estuviera alejado de los males que hasta el momento eran comunes en la política tradicional.

 

Cuando ya ha transcurrido el tiempo y ha habido en Cuba una Revolución que cambió la faz del hemisferio y la naturaleza de las luchas en el tercer mundo, se imponen reflexiones que más allá del aniversario evalúen las esencias de aquel programa y cómo mantenerlas en el candelero de nuestra realidad. El programa del Moncada no solo era de una raigambre martiana, sino que encerraba la transformación hacia un modelo de participación más justo basado en la verdad, en la pasión por el trabajo y en la reivindicación de las grandes mayorías.

Esa filosofía era salvadora de las esencias de país y nos rescataba de perdernos en un marasmo que nos conducía a la alienación como pueblo. Pero más allá de la historia, en el presente tenemos muchas cuestiones que pueden arreglarse o estar mucho mejor en cuanto a su funcionamiento si se toma como referencia el programa de aquellos jóvenes y no olvidamos las causas por las cuales fueron a combatir.

 

La vida de los héroes no será jamás un sacrificio de vanidades si sabemos tomar de ese suceso lo mejor y salir a impulsar un país. Cuba requiere retomar el camino de la producción nacional de bienes y a partir de allí proteger otras esencias, como los valores sociales, que nos salvan y que siempre fueron un faro ante otras naciones.

 

Cuba no podrá jamás erigirse en un modelo si no tiene en cuenta las ideas de quienes pensaron en todos y cambiaron para siempre la historia al punto de dar lo más preciado. Y en ese haz de luz se construye una realidad política en la cual debemos restablecer el valor de nuestra moneda, el papel de nuestros bancos como rectores de la actividad económica, el protagonismo de nuestros obreros en la consecución de metas de producción, el de nuestro pueblo como beneficiario y protagonista del proceso.

En la Cuba de hoy, el Moncada es un reto, una esencia en el aire, como lo son los conceptos legados por los mayores padres de la patria. El Moncada se hizo para las mayorías y hoy tenemos carencias y problemas internos que van en contra de preceptos valiosos, esenciales. Por ello, retomar la filosofía de aquella gesta nos resulta perentorio, casi vital, pero hacerlo de veras y no solo en la palabra o como una conmemoración.

 

Entre los grandes errores que han costado caros a los pueblos a lo largo de la historia ha estado el formalismo político, o sea esa alusión constante a la forma que elude el contenido y que no constituye una utilización veraz y efectiva de los legados y de las ideas que subyacen. Por ello, no solo se trata de una recordación, sino del aprendizaje para la transformación y el progreso en medio de las más desafiantes fuerzas externas e internas.

 

Más allá de la construcción de un proceso que nos conviene porque nos beneficia en lo inmediato, la Revolución posee una esencia que se coloca por encima de todo y que va a las partes más hermosas del ser social universal. Los valores y su peso en la construcción de la vida son el tema de los grandes procesos de cambio y si no lo vemos así, no estamos contemplando la esencia, ni podemos entender el núcleo.

La gramática de las revoluciones es la de los pobres y humildes que construyen otra realidad desde cero y se dan a sí mismos la dignidad que merecen. No se trata de la dádiva, ni de la espera, sino del combate sincero que arranca al poderoso el privilegio y otorga a los oprimidos la libertad. En esa lógica, el Moncada conforma una sucesión de hechos que en la historia serán por siempre evaluados como heroicos. Y de allí sale nuestra determinación como pueblo para la resistencia, para el decoro, para la lucha en pos de un mundo mejor y no solamente de una Cuba más justa.

 

Revolución es desafiar poderosas fuerzas dominantes en el ámbito externo e interno, yo personalmente me quedo con esta parte de la definición y la aplico en el justo momento en que vivo. Las construcciones sociales requieren de ese renuevo para seguir existiendo y se alimentan de la contradicción. No solo se trata de la historia por asalto, sino del asalto al presente y sus problemas, a partir de soluciones que hundan su raíz en aquella gesta y tomen de sus protagonistas el ejemplo.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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