En Cabaiguán, en una céntrica cafetería, había escrita una frase bien pintoresca, pero no por ello, menos valedera. Decía así: “En última instancia, la tierra es de los siboneyes”
Y lo fue hasta la llegada de los españoles, cuando todo cambió y los verdaderos dueños de la tierra la perdieron hasta llegar, pasando de mano en mano, a los latifundistas y monopolios yanquis de antes de 1959, como aquella famosa United Fruit Company.
Alejandro Pérez Bonachea, un guajiro de Carrilllo, en Villa Clara, tiene ahora 76 años, pero cuando Fidel Castro el 17 de mayo de 1959 firmó en la Plata, Sierra Maestra, la Primera Ley de Reforma Agraria, apenas tenía 18, y lo único que sabía era pasar hambre y trabajar de sol a sol en una tierra que no le pertenecía.
A lo sumo, lo más que logró su papá fue un contrato de subarrendatario en 1946 por el pago de la suma de 34 pesos, entonces una enorme cantidad de dinero, un documento que su esposa Olga conserva como recuerdo de una época de desdichas.
Por eso, cuando Fidel escogió ese día de mayo para firmar la Ley de Reforma Agraria lo hizo para sacar de la miseria a miles y miles de guajiros sin tierra como él, pues con la medida fueron beneficiadas más de 200 mil familias del campo, que representaron un millón de cubanos.
El propio domingo 17, en la otrora Comandancia del Ejército Rebelde, el Comandante en Jefe, en discurso difundido por la emisora Radio Rebelde, reafirmó la importancia de la Ley al considerarla “(…) uno de los acontecimientos más trascendentales en la vida de Cuba”.
Mientras el Che, al rubricar la pragmática en su condición de ministro, comentó que había tenido el honor de firmar el acta de defunción del latifundismo.
El lugar para la firma de la Ley no podía ser más simbólico. Pero tampoco el día había sido escogido al azar. Otro 17 de mayo, pero de 1946, trece años antes, había sido asesinado en su finca El Vínculo, Guantánamo, el campesino precarista Niceto Pérez. Por lo que la Primera Ley de Reforma Agraria también reivindicaba la memoria de aquel líder campesino que se opuso al cacique de la zona, el latifundista Lino Mancebo, y que defendiendo su derecho a la tierra fuera asesinado delante de sus dos pequeños hijos.
O sea, ese 17 de mayo de 1959, un millón de Nicetos Pérez recibieron el derecho a ser los dueños del bien más preciado para ellos: la tierra. De un plumazo acabaron cuatro siglos de latifundismo y, de manera definitiva, se le puso fin al plan de machete y al desalojo campesino.
Y como la historia de un país se teje con la suma de acontecimientos, dos años después de haberse firmado la Primera Ley de Reforma Agraria, el 17 de mayo de 1961, nacía la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). A partir de entonces, un mismo día uniría tres hechos importantes en la vida del campesinado cubano.
Sobre esta coincidencia, nada fortuita, el propio Fidel, en el discurso constitutivo de la organización campesina, afirmó: “…hoy 17 de mayo, además de conmemorarse la muerte de Niceto Pérez, además de conmemorarse la Ley de Reforma Agraria, tiene lugar la clausura del Primer Congreso Nacional de Agricultores Pequeños. Por eso en el futuro siempre tendremos que recordar el 17 de mayo por estos tres acontecimientos de singular importancia”.
Ha pasado más de medio siglo de cada uno de ellos. Son 71 años de la muerte de Niceto, 58 de la firma de la Ley de Reforma Agraria y 56 de la creación de la ANAP, y aunque los tiempos han cambiado, la trascendencia de cada 17 de mayo, Día del Campesino, se mantiene.
El propio Alejandro Pérez Bonachea, ese mencionado labriego carrillense, recordaba hace poco lo que representó para su padre y para él haber recibido el título de propiedad de la tierra: “El viejo se puso muy contento, se sentía muy revolucionario y comprometido. Ya él falleció, pero de entonces a acá, he hecho más de 50 cosechas de tabaco de manera ininterrumpida. Me comprometí conmigo mismo a aportar el máximo de mi esfuerzo y ser lo más honesto y honrado que pueda ser una persona, y lo he cumplido.
Este será el primer Día del Campesino sin la presencia física de líder histórico de nuestra Revolución y principal artífice de la efeméride, pero, como el propio Alejandro nos dijo: “Nos quedan sus ideas, pues Fidel, al darnos la tierra, cumplió nuestros sueños y nos hizo personas de bien”.
Con la Revolución y su Reforma Agraria, los campesinos se convirtieron en verdaderos dueños de la tierra. (Foto: Granma digital).
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