No por haber pasado 116 años es asunto del pasado lo ocurrido el 25 de febrero de 1901, cuando se presentó ante el Senado de los Estados Unidos la Enmienda a una ley norteamericana que pasó a la posteridad con el apellido del senador que la dio a conocer: Platt.
Impuesta a la fuerza, como apéndice a la Constitución cubana del propio año 1901, sus ocho artículos cercenaban la soberanía al gobierno insular, que nacería el 20 de mayo de 1902, con Tomás Estrada Palma como presidente.
El propio gobernador militar general Leonardo Wood así lo reconocía: “...Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt y lo único indicado ahora es buscar la anexión. (…) La isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo...”.
Aún hoy la Enmienda Platt nos marca con su estigma, y además de la Base Naval persiste entre algunos cubanos de acá y de allá un pensamiento que puede calificarse de plattista, de subordinación y dependencia al Gobierno imperialista de los Estados Unidos. Una aspiración a retrotraernos al pasado neocolonial, solapada en ocasiones y abierta en otras, pero peligrosas ambas.
ENMIENDA, APÉNDICE Y TRATADO PERMANENTE
Fue Emilio Roig de Leuchsenring en su Historia de la Enmienda Platt, obra monumental publicada en 1935, quien dio la clave y esencia de lo que representaba dicho engendro jurídico. Aclaró su condición de apéndice obligado a la Constitución cubana de 1901, pues, o se aceptaba la susodicha enmienda o continuaría de manera indefinida la ocupación militar yanqui. Y también devino Tratado Permanente de Relaciones, al firmarse un acuerdo entre la República de Cuba y Estados Unidos, el 22 de mayo de 1903, que refrendaba cada uno de los artículos de dicha enmienda.
Cada uno de los ocho artículos de la Enmienda Platt tenía un profundo contenido injerencista y de dominio neocolonial. Los más lesivos eran el tercero, que le daba a Estados Unidos el derecho a intervenir en los asuntos de Cuba cuando considerase en peligro sus intereses en la isla; el quinto, que omitía a la Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud) de los límites geográficos de Cuba; y el séptimo, que obligaba la entrega de tierras para bases navales y carboneras, génesis de la Base Naval de Guantánamo.
Sin obviar el octavo, que transcribimos textual: “Que, para mayor seguridad en lo futuro, el Gobierno de Cuba insertará las anteriores disposiciones en un Tratado permanente con los Estados Unidos”.
Dicha Enmienda fue rechazada desde el inicio por los cubanos, pero lamentablemente se impuso la fuerza del vencedor, y en la votación del 2 de junio de 1901, por 16 votos contra 11, se aprobó la Enmienda Platt como apéndice a la Constitución de 1901.
ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA ENMIENDA PLATT
En 1805, el entonces presidente de Estados Unidos Thomas Jefferson mostró su interés por Cuba cuando afirmó que en caso de guerra con España los Estados Unidos se apoderarían de la isla por razones estratégicas.
La negativa a reconocer la beligerancia de los cubanos y su derecho a la independencia fue la respuesta siempre ante la lucha de los cubanos contra España, y cuando las condiciones estuvieron creadas, bajo el pretexto de la explosión del Maine, intervinieron en la guerra y truncaron la libertad ganada en treinta años de lucha.
Carlos Manuel de Céspedes vio esas apetencias imperiales y las denunció. Igual hicieron Antonio Maceo y Máximo Gómez; pero, sin duda, fue José Martí quien más penetró en el conocimiento de aquella nación y con mayor vehemencia las denunció.
Aprobada la Enmienda Platt y convertida en Tratado Permanente, durante la República fue aplicada en varias ocasiones. En 1906, Estrada Palma solicitó la intervención a tenor del artículo 3, para salvaguardar las propiedades y bienes de ciudadanos norteamericanos en peligro por la llamada Guerrita de Agosto, y sobrevino entonces la Segunda Intervención Militar de 1906 a 1909.
En 1912 amenazaron con desembarcar durante la Sublevación de los Independientes de Color, y lo mismo hicieron en 1917. En 1933 mediaron entre Machado y la oposición, y aunque no pudieron impedir la caída del dictador, sí frustraron la independencia.
Derogada la Enmienda en 1934 como fruto directo de la Revolución de los años 30, su espíritu pervivió hasta 1959, cuando la Revolución inició un período de profundas y radicales transformaciones que condujeron a Cuba a ser el primer país socialista del hemisferio occidental y un referente para los pueblos.
Así entonces, a la Enmienda Platt le queda ese engendro destinado a desaparecer: la Base Naval de Guantánamo. Pero también la extinta ley resulta heredera de un pensamiento de sumisión y dependencia calificado como pensamiento plattista. Una ideología que impera fuera del país, en una derecha cubano-americana descreída y desmoralizada, aunque también se manifiesta en algunos cubanos de adentro.
Este pensamiento plattista no es nuevo, existe desde la República, en aquellos que, como los calificara Fernando Ortiz, en 1949, “no quieren ser cubanos y hasta se avergüenzan y reniegan de serlo”, pues en ellos “la cubanidad carece de plenitud, está castrada”.
Abel Prieto, ministro de Cultura, afirma que la cultura plattista, en su versión contemporánea, es el peor enemigo de la cubanía, tanto de la que palpita en lo mejor de la emigración, como de la defendida en la isla. Es también el peor enemigo de un acercamiento desprejuiciado y estable entre la nación y la emigración.
Al transcurrir dos años del inicio de las relaciones entre Cuba y EE. UU., y a 116 del nacimiento de la Enmienda Platt, conviene no olvidar esta historia en aras de evitarnos errores que pagaríamos irremisiblemente con la pérdida de la soberanía y la libertad ganadas con tanto sacrificio. Tengámoslo en cuenta.
Lester Fernández Pérez
27/2/17 7:39
No hay porque olvidar los muchos mecanismos de dominación utilizados por los Estados Unidos para tratar de apoderarse de esta isla, a la larga el más humillante es este, nos dejaba ambas manos atadas y servidos en bandeja de plata para ser manejados como marionetas por un país cuyos intereses no se parecen ni se parecían a los nuestros, todavía está latente en nuestro territorio oriental a pesar de muy diplomáticamente haber entablado nuevamente relaciones, muy extrañas por cierto, en fin, felicidades por este gran artículo papi.
Narciso
27/2/17 20:06
Cierto, la Enmienda Platt pervive hoy en la existencia de la Base Naval y en ese pensamiento neoanexionista ahora estimulado por el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los EEUU.
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