Este martes se partió en dos si de béisbol cubano hablamos, como un strike en recta por el medio del home plate. Hasta media tarde, la noticia era la designación de Armando Ferrer al frente de la selección que saldrá a finales del mes próximo a buscar un cupo olímpico, pero después la bola cogió otro rumbo: murió el comisionado que en menos de dos años había logrado enderezar muchos de los entuertos organizativos de nuestro pasatiempo nacional.
A Ernesto Reinoso le habían dado en septiembre de 2019 la encomienda de devolverle al béisbol, poco a poco, el lustre que estaba perdiendo, y el hombre se encajonó en el home como Orestes Kindelán y se dispuso a hacer un swing contundente que volteara el marcador adverso, lo mismo dentro que fuera del país.
Esta Serie Nacional en medio de la pandemia fue una prueba exigente, varias veces estuvo en tres y dos, pero conectó bien, sólido, oportuno, y se ganó el juego de una temporada que sirvió para animar a los seguidores en medio de las tristezas por una enfermedad que tiene ponchado a más de medio mundo.
La nota oficial del Inder por el fallecimiento de Reinoso como consecuencia de la COVID-19 reconoce:
“Durante el período en que se desempeñó al frente de nuestro deporte nacional, Reynoso sobresalió por su esfuerzo, dedicación, ímpetu y transparencia para sacar adelante una misión que ya sabemos tiene un elevado significado social y cultural para la nación”.
“Materializar el cumplimiento de la nueva estrategia de desarrollo del béisbol cubano; ampliar y perfeccionar el proceso de contrataciones en el exterior; hacer más fluida la comunicación con la prensa; apoyar la declaratoria del béisbol como patrimonio cultural de la nación y llevar a vías de hecho la 60 Serie Nacional destacan entre sus indudables aportes durante casi 20 meses de labor”.
Se ha ido un hombre íntegro, cabal. Que trabajó para el béisbol y no del béisbol. Se fue con un montón de ideas en proyecto o en planes. Un buen homenaje es ejecutarlas, perfeccionarlas. Hacer más por nuestro béisbol.
FERRER AL CUBA
Aunque era una jugada cantada, este martes se oficializó la candidatura del matancero Armando Ferrer para dirigir al equipo Cuba de béisbol en la titánica misión de ganarse uno de los dos cupos disponibles para los Juegos Olímpicos de Tokio.
Ferrer había sido anunciado hace varios meses para la III Copa del Caribe, antes de que esta cambiara de fecha y modificara a su vez los planes de la comisión nacional de béisbol respecto a qué conjuntos presentar en ese certamen y en el preolímpico continental.
Después, con el ajuste en los proyectos, el tunero Pablo Civil tomó las riendas del plantel que viajará a Curazao y todo apuntaba a que Ferrer asumiría el cargo de jefe de la nómina que comenzaría por Estados Unidos su ruta olímpica, en una carrera de una o dos fases, según sea el desempeño del combinado insular.
Pero sucedió que Matanzas no revalidó su corona en la recién concluida temporada 60 y volvió a la palestra el nombre de Carlos Martí, el timonel que más juegos ha ganado en series nacionales y el de mejores resultados en el actual lustro, que había sido excluido, hasta de una gran bolsa de técnicos que iba a trabajar con la preselección.
Con el título de Granma, Carlos fue sumado al colectivo y aunque algunos imaginaron que el salto sería más largo, todo apuntaba a que la dirección del béisbol iba a mantener su idea de renovar, una vez más, el principal cargo de la dirección del conjunto nacional.
En definitiva, sucedió lo previsto. Ferrer, con dos finales seguidas en las series nacionales, fue el elegido y Carlos, el mentor de Cuba en el IV Clásico Mundial (2017) y los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla (2018) debe acompañarlo en un tándem inédito, pero sin dudas con mucha experiencia, incluso, ambos vivieron como técnicos los mejores tiempos del béisbol cubano.
El reto que asume Ferrer es igual a uno de los trabajos de Hércules. Del 31 de mayo al 5 de junio buscará en Florida un puesto en el podio de premiaciones del torneo preolímpico; de no ubicarse entre los tres primeros, Cuba quedaría por primera vez fuera de un certamen olímpico desde que este deporte fuera incluido oficialmente en 1992 en el calendario de la máxima cita multideportiva.
Por primera vez desde entonces, las opiniones están divididas sobre las opciones de aterrizar en suelo japonés en el venidero mes de julio. Pesan mucho los resultados en los últimos eventos internacionales en los cuales ha participado Cuba, que ya perdió, incluso, los tradicionales cetros en los juegos regionales.
Sin embargo, alienta saber que para la próxima convocatoria podrán sumarse algunos jugadores con experiencia en ligas profesionales por cuenta propia, y aunque se manejan algunos nombres, entre ellos el tunero Henry Urrutia y algunos lanzadores, todavía no hay nada definido al respecto.
La selección que en definitiva asista al preolímpico tendrá ahora otro compromiso, rendir homenaje a Reynoso jugando bien, entregándose en cada jugada. Ganen o pierdan, pero dejando la piel en el terreno.
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