Si a fin de cuentas hay pelota en Cuba, la variante de estructura que más adeptos va teniendo es la de 75 juegos con play off entre ocho. Fuentes consultadas no aseguraron que sea la definitiva, pero sí que es la más probable. Por ahora, solo hay que seguir en casa, colaborando para enderezar aún más la curva de contagios de la COVID-19, aplanamiento que puede marcar el retorno a los estadios. Por lo menos, de los jugadores.
Sin que hayan sido reveladas oficialmente las cuatro variantes que maneja la Dirección Nacional de Béisbol, la de 75 partidos en la etapa clasificatoria y postemporada de cuartos, semifinal y final asegura varios de los principios que rigen la estrategia para el desarrollo de nuestro deporte nacional, y sobre todo, dos que son esenciales: juego y espectáculo.
Todo depende de cuándo se levante el aislamiento social para reanudar la pretemporada, que nunca será antes de agosto, y seis semanas después estarían los árbitros diciendo las palabras mágicas: play ball.
Se habla, incluso, de cero público en las primeras semanas, y no imagino un campeonato cubano de pelota con el graderío desierto. Por muy pocos aficionados que hayan ido a algunos juegos en las temporadas anteriores, que digan: no entra nadie, es difícil de digerir, y hasta de cumplir porque hay sed de béisbol.
En Cuba no hay condiciones para la cobertura televisiva de todos los partidos, ni tampoco es barato acceder a las trasmisiones en vivo por redes sociales. Solo la radio salva, pero vista hace fe, y duele seguir por la voz de otros lo que uno quiere tener al alcance de los ojos aunque salga con la piel tostada del graderío.
De haber Serie Nacional seguro que habrá un protocolo de seguridad sanitaria riguroso, quizá no tanto como el propuesto por la Oficina del Comisionado de MLB al sindicato de jugadores y a los dueños de las 30 organizaciones, pero sí debe ser práctico, concreto y cumplible.
En otras culturas es más fácil controlar los saludos, abrazos, choques de manos tras una buena jugada, pero aquí, que hay casi la misma cantidad de interacciones físicas jugando pelota que baloncesto, no imagino cómo regularlo, a no ser que sean tipificadas como causantes para perder el juego automáticamente o impacten de manera drástica en el resultado de un atleta o equipo.
Por ahora nada pasa de estudios, previsiones y seguimiento a las prácticas en ligas foráneas para tomar las mejores experiencias o al menos las que puedan ser aplicadas en nuestro contexto que no deja de ser muy singular.
Aunque quisiera que el 2020 no sea sabático para el béisbol cubano, tampoco diría que es el fin del mundo si al final la decisión es aplazar para el año próximo la Serie Nacional 60.
Cualquier escenario posible debe evitar experiencias como la de Nicaragua, donde el campeonato Germán Pomares fue de los pocos que no dejaron de empezar cuando casi todo el mundo paró las operaciones deportivas, y ahora vive un receso obligatorio de por lo menos dos semanas debido a la muerte de un coach con la COVID-19 y otros riesgos que involucran a varios atletas.
Los propios equipos sugirieron el paro y a fines de mes habrá una reunión cuyo punto tentativo en la agenda es reanudar la serie el cinco de junio, pero directo en la fase de cuartos de final.
El foco mediático sigue prendido en la meca del béisbol mundial, donde no hay, aún, un acuerdo entre las partes, dígase Oficina del Comisionado y el Sindicato de Peloteros, que garantice jugar la temporada correspondiente a este año. Por lo trascendido, no es el asunto sanitario el que esté generando divergencias, sino el económico. Nadie quiere perder más de la cuenta, aunque ambos lados saben que hay pérdidas millonarias que compartir.
En Japón se acaba la espera. El lunes 25 de mayo si dirá cuándo empieza la temporada. Se prevé un calendario ajustado a 120 partidos y la liga Central ya dijo que no habrá play off en ese circuito: El líder va directo a la Serie de Japón, que por tres años seguidos ha ganado el SoftBank de la liga del Pacífico.
Mientras, siguen las ligas de Taipéi de China y Corea del Sur con fuertes restricciones sanitarias y de público. Son dos mercados donde se juega un gran béisbol y de los que sabíamos poco en Cuba. Este año son más las noticias que llegan de aquellos lares y podría ser una buena oportunidad para que la Federación Cubana de Béisbol buscara acercamientos con ambos circuitos.
En la KBO se juega un béisbol muy ofensivo (en average) y más conservador respecto a las tendencias norteamericanas del poder en las conexiones, pues no desdeñan la riqueza del arsenal táctico para producir carreras. Privilegian mucho el tacto y los promedios de embasamiento, y esa escuela les ha dado buenos dividendos. Son campeones olímpicos de Beijing 2008, ganaron el Premier 12 de 2015 y fueron segundos en el pasado y en Clásicos Mundiales atesoran una plata, en 2009.
En los últimos años, los equipos coreanos nos han ganado cómodamente y su liga profesional ha crecido mucho en calidad, al punto de que muchos la ubican en tercer lugar en el ranking después de MLB y NPB (Japón).
No está de más, mientras sigue el aislamiento social en Cuba y se barajan variantes de estructura para si en definitiva hay Serie 60 este año, enfocar la mirada hacia aquellos lares y pensar en cómo insertar a muchachos al amparo de la FCB.
Alejandro
24/5/20 13:43
Nadie se pregunta qué pasará si se reporta un pelotero positivo en medio de la Serie.
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