Cubanos en Las Grandes Ligas

Al decretarse en 1962 la abolición del deporte profesional en Cuba, un total de 98 peloteros de la isla habían desfilado por las Grandes Ligas, en evidente prueba del alto calibre que gozaba el béisbol en nuestro país.

Algunos de estos peloteros estuvieron solo de tránsito, otros, los más, se establecieron firmemente en ese cotizado circuito y los hubo quienes brillaron a gran altura ganando incluso lideratos individuales.

El aporte de la pelota cubana al Big Show resultó indiscutible y contrastó con el de otros países latinoamericanos que hoy tributan jugadores a las Mayores. Hay cifras harto elocuentes que deseo compartir con los lectores de Cubahora.

Si tomáramos como referencia la temporada de 1950, comprobaríamos que hasta finalizado este año habían pasado por las Mayores 51 cubanos, en tanto, el resto de los países que juegan béisbol en Latinoamérica lo hicieron solo con 10.

De esta decena, cuatro peloteros eran mejicanos: Melo Almada (1933), José Luis “Chile” Gómez (1935); Jesse “El Güero” Flores (1942) y Beto Ávila (1949). Gómez y Ávila, segunda base ambos, fueron bien conocidos por la afición cubana, por haber jugado en nuestros clásicos invernales.

Venezuela aportó al lanzador Alejandro “Patón” Carrasquel (1939); al jardinero Jesús “Chucho” Ramos (1944) y al torpedero Alfonso “Chico” Carrasquel (1950). Mientras los boricuas estuvieron representados por el serpentinero Hiram Birthon (1942) y el patrullero Luis Rodríguez Olmos (1943), otro que jugó en la Liga Profesional cubana. La decena se completa con el dominicano Ozzie Virgil.

No paso por alto que en la primera mitad de la década de los años 40, el flujo de cubanos a Grandes Ligas se facilitó debido a la cantidad de peloteros norteamericanos que tuvieron que dejar sus equipos, movilizados para el frente en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, igual oportunidad se posibilitó al béisbol de otros países sin que tuvieran material humano para aprovechar la ocasión. Justo es dejarlo sentado.

Entre los jugadores cubanos que hicieron historia en la MLB habrá que incluir, entre otros, además del inmenso Adolfo Luque —líder de los lanzadores en 1923 con el Cincinnatti—, a los también derechos Luis Tiant, Diego Seguí y Sandalio Consuegra; así como al zurdo Miguel Ángel Cuellar.

A todo lo bueno que hemos dicho en anteriores trabajos sobre Tiant, debe añadirse que por dos ocasiones encabezó a los pitchers de la Liga Americana en el casillero de carreras limpias permitidas, con promedio de 1,60 en 1968 y 1972. Diego Seguí, de corta actuación en la Liga cubana, también fue líder en carreras limpias, con promedio de 2.56 en 1970.

En tanto, Sandalio “Potrerillo” Consuegra, oriundo del Escambray, fue el primero en ganados y perdidos (16-3), lanzando en 1954 para los Medias Blancas del Chicago.

Respecto al zurdo Miguel Ángel Cuéllar, en 1970 realizó la hombrada de ganar 24 y perder 8 con el Baltimore. Cuatro años más tarde con los propios Orioles repitió el liderato, esa vez con 22 ganados y 10 perdidos.

Hay más. El jardinero zurdo Tony Oliva sumó a sus tres coronas de bateo con los Mellizos de Minnesota el premio al novato más valioso de la Liga Americana al debutar en las Grandes Ligas. Por si fuera poco, queda más por decir: también el campo corto Zoilo Versalles con el Minnesota resultó seleccionado el pelotero más valioso de la Liga Americana en el año 1965.

Hubo, y hay otros más cercanos en el tiempo, que triunfaron y triunfan en ese cotizado circuito al que llaman la Gran Carpa, pero ya lo he reiterado con anterioridad, mi propósito primero es rescatar del olvido a quienes en épocas más distantes demostraron con su talento que desde los remotos días de José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente, nuevos inquilinos del Hall de la Fama en el 2006, Cuba ha sido y seguirá siendo, no importa los tropiezos actuales, tierra de grandes peloteros.